Rubén Maño, condenado a prisión permanente revisable y a 17 años más de cárcel por violar y asesinar a una menor de quince años en Chella en octubre de 2016, volvió ayer a los juzgados para enfrentarse a un juicio por amenazas a una joven con la que inició una relación por carta y en encuentros vis a vis estando ya en prisión. La víctima, que reconoció que inició una relación afectiva con el asesino de Vanessa Ferrer apenas dos meses después del crimen —no explicó los motivos que le llevaron a contactar con una persona sobre la que pesaban cargos tan graves— asegura que recibió amenazas de éste tras distanciarse y poner fin a su extraño noviazgo. «Me dijo que si no era para él, no sería para nadie, que si alguna vez me veía de la mano con otro, nos torturaría a los dos, a él primero para que yo sufriera», relató ayer la víctima en el juicio celebrado en el Juzgado de lo Penal 19 de Valéncia.

El ministerio fiscal solicita para el acusado un año de prisión por un delito de amenazas leves en el ámbito familiar —al considerar que se trata de un caso de violencia machista—. Pena insignificante para alguien que acaba de ser condenado por un tribunal de jurado al mayor castigo penal que se puede imponer en España, la prisión permanente revisable. La acusación particular solicita la misma pena de un año, pero califica los hechos de un delito de coacciones, ya que «pretende mantener esa dominación que tenía sobre ella a través del miedo para que su relación no termine».

Por su parte, la defensa solicitó su absolución al entender que no hay pruebas que acrediten las supuestas amenazas e indicar las contradicciones en las que incurrió la víctima en la vista oral, quien en su denuncia y durante la fase de instrucción mantuvo que la había amenazado tanto por teléfono como mandándole varias cartas, y en el juicio dijo que solo la amenazó en una carta. Además, la denunciante no ha aportado las cartas que se intercambiaba con el reo, ni ninguna prueba de las llamadas que supuestamente éste le hizo estando en prisión.

Un incidente en un vis a vis

El acusado se limitó a negar cualquier tipo de amenaza, e insistió en que no eran novios, «solo amigos con derecho». «Yo no sé lo que hacía ella en la calle, estoy en la cárcel, puede ir con quien quiera», alegó el joven, de 25 años.

No obstante, ante las preguntas de la acusación sobre un incidente durante un vis a vis en el que la víctima sufrió una herida sangrante en la pierna, el acusado dio una explicación un tanto surrealista. Según su versión, el lavabo se rompió por el peso de ambos cuando estaban teniendo sexo encima y fue la propia chica la que se hizo un corte voluntariamente para que no le abrieran un parte a él.

Respecto a la relación que tenían, la víctima explicó que durante cerca de dos años tenían un vis a vis una vez al mes y se veían a través del cristal una semana sí y otra no. «Él me llamaba siempre que podía con un teléfono que consiguió en prisión», apuntó. Además se carteaban pero la joven argumentó que no conserva ninguna de las cartas porque las rompió todas. «Me daba mucho miedo porque sabía lo que había hecho, pero yo lo quería», confesó.

En la vista declararon también la madre de la víctima y una amiga. La primera refrendó que había leído las cartas amenazantes que le envió presuntamente el acusado a su hija, aunque ésta no quería mostrárselas. Asimismo reconoció que cuando se enteraron que eran novios trataron de evitar que siguiera viéndolo, «pero se escapaba para ir a verlo a prisión». La amiga dijo que nunca había leído o escuchado por teléfono las amenazas, pero que se lo había contado ella.

Mató a su víctima por ser mujer y tiró su cuerpo a una sima

El pasado mes de agosto un jurado popular declaró culpable de asesinato, violación y profanación de cadáver a Rubén Maño por el crimen de Vanessa Ferrer, la adolescente de 15 años, cuyo cadáver fue hallado semidesnudo en una sima de Chella para ganado muerto en octubre de 2016. La sentencia que le imponía la prisión permanente revisable y 17 años más por la agresión sexual, reflejaba que mató a su víctima por el hecho de ser mujer, «movido para dejar patente su superioridad y dominación masculina sobre la menor». El recurso presentado por su defensa está pendiente de resolución.