«Un juego entre amigos», así trató ayer de justificarse el joven acusado de abusos sexuales, muchos de ellos continuados y con acceso carnal, a 26 menores de entre once y quince años, sobre los retos a los que sometía a sus víctimas en los vestuarios de un polideportivo de l’Horta, en su propio domicilio y en el descampado de un polígono. El procesado, profesor especializado en educación primaria y entrenador de fútbol de varias de las víctimas, se enfrenta a penas que ascienden a los 248 años y ocho meses de prisión, según la petición del Ministerio Fiscal.

En la primera sesión del juicio celebrado en la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Valencia declararon prácticamente la totalidad de las víctimas, con excepción de un menor que está en cuarentena por el positivo por covid de un familiar y otro que no había sido debidamente citado. Todos ellos relataron más o menos las mismas prácticas, que el propio acusado llamaba «retos». En muchas ocasiones éstos venían precedidos de un juego de fútbol, en el que «a quien perdía le tocaba hacer esos retos», explicó uno de los menores, que ahora tiene 16 y que empezó a sufrir los abusos a los trece.

En dichos «retos» de índole sexual había tocamientos, desnudos, masturbaciones, felaciones, e incluso penetraciones anales, según reconocieron varios de los menores que declararon detrás de un biombo para no tener que enfrentarse de nuevo al rostro de su agresor, a quien consideraban un amigo al no ser conscientes en ese momento de la gravedad de los hechos a los que eran sometidos.

«Yo era un chaval, era muy inocente y no era consciente de lo que estaba haciendo», argumentó uno de los menores, que empezó a ser víctima del acusado con solo doce años. «Íbamos a su casa a pasar el rato y a jugar a la Play», explicó. «Nos comía la cabeza poco a poco a todos y nos decía que era algo normal», argumenta, al reconocer que accedía «por miedo a que los demás te rechazaran si no participabas en los retos».

Por su parte, el acusado, de 24 años, reconoció que participaba en los «retos», pero como uno más y que en ningún momento intimidó o condicionó a los menores a participar. «Yo nunca he pretendido abusar de ellos, era un juego entre amigos, una relación entre iguales», remarcó el presunto pederasta, quien solo quiso responder a las preguntas de su letrado, Javier Boix.

«Solo jugábamos porque nos lo pasábamos bien, en ningún momento pensé que fuera delito lo que hacíamos», insistió. Asimismo negó incluso que fuera entrenador de fútbol de las víctimas y trató de justificarse diciendo que no sólo jugaban con él, sino entre ellos y con otra gente. «Si alguna vez he hecho daño a una persona o se ha sentido mal quiero pedir perdón porque no era mi intención», concluyó el acusado utilizando todo tipo de eufemismos para rebajar la gravedad de los hechos que se le imputan.

La Fiscalía solicita penas que ascienden a los 248 años y ocho meses de prisión, tal y como adelantó en su día Levante-EMV. Los presuntos abusos, ocurridos entre 2015 y 2018, se produjeron tanto en los vestuarios del polideportivo de un municipio de l’Horta donde entrenaban al fútbol como en una pista de motocross próxima a València, así como en el propio domicilio del acusado cuando sus padres no estaban en casa. Allí se llevaba a los menores, como si fuera uno más de la pandilla, con la excusa de jugar a la videoconsola, y les proponía tocamientos y masturbaciones. Con al menos diez de las 26 víctimas el procesado llegó también a tener presuntamente acceso carnal. Y se le imputan también dos delitos de exhibición de material pornográfico.