«Gavarda es mía», gritaba Óscar P. A., un vecino de esta localidad de la Ribera que el 1 de marzo del pasado año perdió completamente el control y sembró el pánico, ataviado con ropa de camuflaje, armado con un cuchillo y una navaja. El acusado, que se enfrenta ahora a penas que ascienden a los 18 años de cárcel, intentó matar a un agricultor de varios navajazos en el cuello, asaltó un bar para robar una simple botella de vino tras amenazar de muerte a la propietaria, y atacó a unos guardias civiles que finalmente tuvieron que reducirlo disparándole en las piernas. Todo ello en poco menos de tres horas de furia.

El procesado, de 45 años y nacionalidad española, fue juzgado ayer en la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Valencia. El Ministerio Fiscal solicita para él nueve años de prisión por el delito de homicidio en grado de tentativa, cinco años por robo con violencia en establecimiento abierto al público y cuatro años más por atentado a agentes de la autoridad, ambos delitos con uso de arma. Además, se aprecia la circunstancia agravante de reincidencia. De hecho, el acusado, que se acogió a su derecho a no declarar, ya fue condenado en 2013 a una pena de cinco años de cárcel por otra tentativa de homicidio y a ocho meses por un delito de quebrantamiento de condena.

Los hechos ocurrieron el 1 de marzo del pasado año cuando por causas que solo el procesado conoce —los informes de psiquiatría forense descartan que padezca ningún trastorno que afecte a su imputabilidad— este vecino de Gavarda acudió armado con un cuchillo a un bar de la localidad. Eran las 15.20 horas cuando amenazó a la propietaria del local, que en ese momento se encontraba en el exterior recogiendo las mesas de la terraza. «Hija de puta, rusa, te voy a matar», le dijo antes de introducirla por la fuerza amenazándola con el arma blanca. La mujer, atemorizada y temiendo por su integridad física, le entregó un botella de vino que le exigía, y el acusado se marchó sin llevarse más botín que éste, aunque se le impute el delito de robo con violencia.

Antes de abandonar el local causó desperfectos en el mobiliario del local propinando golpes y profiriendo expresiones aparentemente sin sentido como: «Soy el más rico» o «Gavarda es mía».

En el exterior el acusado amenazó a un cliente encarándose con él con el cuchillo en la mano y diciéndole que si llamaba a la Guardia Civil lo iba a matar. Este vecino salió corriendo para ponerse a salvo y no reclama nada por los hechos, de ahí que no se le pida pena alguna por estas amenazas.

Tan solo dos horas después, a las 17.30 horas de ese mismo día, sin motivo alguno se dirigió a un agricultor de 67 años que se encontraba trabajando en su campo de naranjos y se abalanzó sobre él asestándole varios cortes en el cuello con una navaja «con la intención de acabar con su vida», según remarcó el fiscal en su informe. «Te voy a rajar, no te quiero ver más por aquí».

La víctima, que sufrió una herida de cinco centímetros en el cuello, logró sujetar el brazo de su agresor con fuerza para que las lesiones no fueran de mayor gravedad y tras forcejear con él consiguió escapar subiéndose a su motocicleta y huyendo del lugar.

En concepto de responsabilidad civil la Fiscalía solicita que el acusado indemnice con 1.167 euros al agricultor al que intentó matar por los daños y perjuicios sufridos, entre ellos la cicatriz que le ha quedado en el cuello.

Reducido a tiros

Finalmente a las 18.30 horas una patrulla de la Guardia Civil localizó a este peligroso vecino caminando por una zona diseminada de la partida Huerta de Arriba de Gavarda. Óscar P. A. portaba ropa de camuflaje, una gorra y gafas de sol cuando los agentes, que iban acompañados por el alcalde de la localidad, lo encontraron en este camino. El acusado, lejos de amilanarse ante los agentes, se dirigió contra ellos esgrimiendo la navaja en la mano, y pese a los reiterados avisos de los guardias civiles para que soltara el arma, éstos tuvieron que sacar sus pistolas reglamentarias y abrieron fuego disparándole a las extremidades inferiores para causarle el menor daño posible pero asegurándose así repeler la agresión. Desde entonces se desplaza en silla de ruedas.