"Como pongas la denuncia, date por muerto. No puedo ver a los maricones, los odio". Es lo que, según relató a la Policía Raúl, un joven vecino de Fortuna, de 18 años de edad, le dice el compañero sentimental de su madre cada vez que lo ve. 

Estos ataques verbales, según el chico van acompañados de agresiones físicas, tanto por parte de este hombre como de su propia progenitora, tras las cuales sufrió lesiones de las que fue atendido en el centro médico de su pueblo. Raúl, que cumplió la mayoría de edad en octubre, vive con su abuela desde que, asegura, su madre le echó de casa, y ahora ha denunciado ante la Policía Nacional su caso. El Cuerpo ha remitido el asunto a investigadores del Instituto Armado, ya que los hechos que se investigan se habrían producido en una localidad, Fortuna, competencia de la Benemérita. La última denuncia, interpuesta por el chico el pasado lunes en la comisaría de San Andrés, en la capital murciana, se une a otra que ya obraba en poder de la Guardia Civil, cuando Raúl relató las vejaciones a las que, presuntamente, lo sometió su madre tras una discusión.

En aquella primera denuncia puesta ante la Benemérita, el joven dice que su progenitora regresó al domicilio familiar y él le pidió que le comprase una cosa que necesitaba; la mujer, según su hijo, le contestó que no tenía dinero; sin embargo, adquirió para su pareja un objeto que costaba más que el que le había pedido el chico. Fue el detonante de la pelea en la que, explica el joven en su denuncia en el cuartel, su madre le dio una bofetada

De esta agresión física fue testigo el padrastro, el cual, ya indica el chico en esta primera denuncia, "no para de insultarlo e injuriarlo" por su condición sexual.

"Mi abuela me da de comer"

Antes de ir a pedir ayuda a la Guardia Civil, Raúl acudió a un centro médico, donde le redactaron un parte de lesiones que fue aportado en la denuncia. Tras ese episodio, el joven se refugió en el domicilio de su abuela materna.

"Me han echado como a un perro a la calle, sin ropa y sin dinero", remarca el joven, al tiempo que asegura que no tiene "ni para recargar el teléfono", ya que su madre y su padrastro "se han quedado con todos mis ahorros, y llevo trabajando desde los 15 años". 

"Mi abuela… bastante que me está dando de comer. La pobre, con una paga que tiene", comenta el chico, que insiste en que los ataques por parte de su progenitora se vendrían produciendo desde hace años, pero han adquirido tintes homófobos desde que ella mantiene una relación sentimental con un hombre que, según el joven, "odia" a las personas homosexuales. A su madre "se ve que le calentó la cabeza", considera el joven, que denuncia que le agreden por su condición sexual. Algo que ya había vivido en las calles de su pueblo: "Hay niños que te dicen cosas a diario" por su sexualidad, lamenta. 

"Trabajo los fines de semana y pido que vengan a por mí"

A raíz de las agresiones que denuncia haber sufrido en su casa, Raúl asegura sentir "miedo", pues la vivienda de su abuela está muy cerca de la de su madre y su padrastro y "pienso que me puede hacer algo". De ahí que apenas salga de casa: "Trabajo los fines de semana y pido que vengan a por mí", manifiesta el joven.

Una de sus prioridades ahora mismo pasa por recuperar las cosas que se han quedado en casa de su madre: "Quiero mi ropa, mi oro, mi tele, que me la acababa de comprar, los 2.000 euros que tenía en la caja fuerte", enumera. También comenta que tiene constancia de que su madre está regalando su ropa a otras personas. 

Se pregunta, por otro lado, "cómo pago yo ahora mi carné", pues esto le ha pillado a mitad de sacarse el permiso de conducir. 

"Para mi madre, va su pareja antes que sus hijos", subraya el denunciante, a lo que agrega que ya intervinieron con su familia los Servicios Sociales, cuando él era menor de edad, "y estuve un mes en la casa de un amigo". 

Fuentes policiales consultadas por este periódico confirmaron que la investigación del caso de Raúl está en marcha y que las dos denuncias que el chico ha interpuesto se han unido en una. 

José Manuel Hernández Benavente, abogado del joven, considera que "nos encontramos con la presunta comisión de un delito de odio por razón de la orientación sexual de la víctima".

"Cualquier delito tipificado en el Código Penal se convierte en un delito de odio cuando se elige a la víctima por su orientación sexual. Estaríamos ante un caso de lesiones y amenazas en el ámbito doméstico con las connotaciones de que se ha elegido a la víctima por su orientación sexual", apunta.