Los tres tuiteros acusados de un delito contra la integridad moral por escribir mensajes ofensivos en redes sociales y desear la muerte a un niño de Alzira enfermo de cáncer que quería ser torero se sentaron ayer de nuevo en el banquillo del Juzgado de lo Penal número dos de València.

Una sentencia que reconocía que las expresiones eran «deleznables y repulsivas» los absolvió pero la Audiencia ordenó repetir el juicio. Ahora se enfrentan a un año de prisión y hasta 9.000 euros en concepto de responsabilidad civil, según la petición de la fiscal especializada en delitos de odio, Susana Gisbert, y la acusación particular, ejercida por el padre del menor. La familia del pequeño Adrián, que murió con solo ocho años, asegura que trataron de dejarlo al margen de toda la polémica, pero se enteró. «Al leer los comentarios mi hijo se hundió», explicó ayer el padre tras declarar como testigo. «¿Qué he hecho yo para que me deseen la muerte?», le preguntaba a su padre.

Los mensajes fueron escritos en octubre de 2016, tras la celebración de una corrida benéfica en València para recaudar fondos para la investigación de enfermedades como la que sufría Adrián, quien falleció seis meses después.

Uno de los tuiteros acusado, el residente en València, publicó el siguiente mensaje: «Qué gasto más innecesario se está haciendo con la recuperación de Adrián, el niño este que tiene cáncer y que quiere ser torero y cortar orejas. No lo digo por su vida, que me importa dos cojones, sino porque probablemente esté siendo tratado en la sanidad pública, con mi dinero».

El otro procesado, de Barcelona, escribió: «Patético es que defendáis a un niño que prefiere matar a un animal, ojalá el Adrián mate a vuestra madre y se muera». Mientras que la tercera acusada publicó en su Facebook: «No voy a ser políticamente correcta. Que se muera, que se muera ya. Un niño enfermo que quiere curarse para matar a herbívoros inocentes y sanos que también quieren vivir. Anda ya. Adrián vas a morir».

Las defensas reclaman la libre absolución de los acusados argumentando que los comentarios se hicieron sin ánimo de ofender a nadie, con el propósito de ser difundidos en un círculo reducido de familiares o amigos, que fueron borrados a los pocos minutos de haberlos escrito y por entender que «no se puede presuponer daño al menor, ya que no está acreditado que viese la televisión».

Por su parte, la fiscal remarcó que «está claramente acreditado el daño a la integridad moral del menor, que estaba en una situación de especial vulnerabilidad».