La lascivia y perversión de determinadas personas no conoce de edades. En apenas un mes, segundo agresor sexual que es condenado en València por violar a una anciana. En este caso, la víctima, una vecina de Alginet de 80 años, ni siquiera pudo declarar en el juicio al fallecer dos años después de sufrir la brutal agresión. «Mi madre no volvió ser la misma, estaba muerta en vida», recuerda su hija. Cuando murió, los investigadores todavía no habían podido arrestar a su agresor, quien no fue identificado hasta una década después de los hechos gracias al cotejo de su ADN con el perfil biológico hallado en su día en la ropa interior de la octogenaria.

La Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Valencia impone ahora a Joaquín S. P. trece años y medio de cárcel por un delito de agresión sexual a víctima especialmente vulnerable por razón de edad. El otro violador condenado recientemente por entrar a robar en la vivienda de una anciana de 93 años en València y agredirla sexualmente fue condenado a 17 años, al imputarle también el delito de robo con violencia, como informó hace unas semanas Levante-EMV. En ninguno de los dos casos se les ha aplicado atenuante alguna. Ambos agresores eran conscientes de sus actos cuando violaron a sus respectivas víctimas, totalmente indefensas, como así acreditan sendas sentencias de la Audiencia Provincial de Valencia.

«Mátame y no me hagas sufrir más», le suplicaba la octogenaria al ahora condenado. Era el 16 de enero de 2009, Dolores había acudido a visitar la tumba de su difunto esposo al cementerio de Alginet pero como faltaban unos minutos para que abrieran las puertas del camposanto se dirigió a unos campos próximos a recoger unas naranjas.

Fue en ese momento cuando fue abordada por el ahora condenado, que había salido de prisión apenas cuatro meses antes. Inicialmente éste se ofreció a ayudarla y cuando la mujer lo rechazó y trató de marcharse, la empujó tirándola al suelo. «Acuéstese que tengo que desahogarme, si está quieta no le pasará nada», le decía su agresor, como así figura en los hechos probados en la sentencia.

«No ves que podría ser tu abuela, tengo 80 años y estoy operada de todo», trataba de disuadirlo la víctima para impedir que llevara a cabo sus lúbricos propósitos. Pese a sus súplicas y valiéndose de la desproporción de fuerzas entre uno y otro, Joaquín sometió durante veinte interminables minutos a la anciana, quien sufrió múltiples lesiones y desgarro en la zona genital.

Progresivo declive físico y anímico

Tal fue la «brutalidad» que describe la sentencia, que después de ser asistida en el hospital la octogenaria tenía que desplazarse en silla de ruedas y desde entonces tenía que tomar tranquilizantes y medicación para conciliar el sueño, «entrando en un progresivo declive físico y anímico del que nunca se recuperaría», hasta que finalmente falleció el 4 de septiembre de 2011.

Su identificación por ADN casi once años después de la violación

La causa fue sobreseída por falta de autor conocido hasta que casi once años después el acusado fue detenido por un delito de lesiones a una mujer en un encuentro sexual previo pago. Con su autorización se le tomaron muestras de ADN, que una vez introducidas en la base de datos INT-SAIP dieron una coincidencia total con el perfil genético obtenido de las bragas y la falda de la víctima. Esta prueba obtenida por el grupo de criminalística de la Guardia Civil ha resultado clave para la condena, ya que el violador sigue negando los hechos.