“Solamente le tapé la boca para que no gritase, no soy ningún asesino”, sostiene el acusado de asesinar a una anciana de 82 años en València en agosto de 2018. Yunior O. G. reconoce que acudió esa noche a la casa de la octogenaria, a la que conocía de hacerle varias obras menores, para que le pagara una factura de 4.800 euros porque necesitaba el dinero de forma urgente para saldar una deuda por drogas. “Sentía una presión muy grande, si no pagaba los 3.000 euros le iban a cortar el cuello a mi mujer, era la única salida que tenía”, manifiesta sobre la supuesta amenaza de un narco de la Pobla de Vallbona.

Según ha alegado en la primera sesión del juicio celebrado ante un jurado popular, la anciana se negó a pagarle y ambos discutieron, momento en el que le tapó la boca para que no gritara. “Se desmayó y cayó sobre mis brazos”, ha apuntado, insistiendo en que no tenía intención alguna de matarla y que la dejó acostada en la cama pensando que todavía estaba viva.

El presunto autor del asesinato de Teresa Miralles, la anciana de 82 años encontrada muerta en su domicilio de la avenida Baleares de València en agosto de 2018, se enfrenta a la mayor pena que contempla el Código Penal español, la prisión permanente revisable. El Ministerio Fiscal solicita dicha condena para Yunior O. G., de nacionalidad cubana, por los delitos de asesinato y robo con violencia al tratarse de una víctima especialmente vulnerable por su edad.

Aunque inicialmente en el levantamiento del cadáver no se apreciaron signos de violencia, la autopsia destapó que se trataba de un homicidio y que la causa de la muerte de la octogenaria era una asfixia por sofocación, tal y como informó en exclusiva en su día Levante-EMV.

Un jurado popular deberá determinar la implicación del acusado en el crimen, si tenía intención de acabar con la vida de su víctima y si se aprovechó de la vulnerabilidad de la anciana sin darle posibilidad alguna para defenderse y por lo tanto se trata de un asesinato con alevosía.

Conocía a la víctima

Según la versión del acusado, conocía a la víctima de haberle hecho un par de «chapuzas» en su domicilio, las últimas unas obras en el ático en 2017. "Yo quería a la señora Teresa, al apreciaba muchísimo", ha insistido el acusado durante su declaración, al tiempo que se mostraba arrepentido por lo ocurrido y pedía disculpas a la familia. "En ningún momento quise hacerle daño", afirma. Inicialmente su versión era que ni siquiera había estado en la casa esa noche, aunque hoy este aspecto sí que lo ha reconocido.

Por su parte, la Fiscalía considera que todas las pruebas recabadas por la Policía Nacional indican que fue el acusado el único implicado en el robo con violencia y posterior asesinato. Así, contempla la circunstancia de alevosía ya que la anciana no tuvo posibilidad alguna de defenderse cuando la tiró sobre la cama y la asfixió tapándole la cara con una almohada durante varios minutos hasta que se aseguró de su muerte. Además de su edad y la débil condición física de su víctima, el acusado se aprovechó de que la octogenaria tenía entre otras dolencias una poliartrosis generalizada que le limitaba considerablemente su movilidad, circunstancia que conocía el presunto asesino al haber trabajado para ella como albañil, según argumenta el fiscal.

De hecho, el acusado aprovechó la excusa de que tenía que llevarle unas facturas para que la anciana le abriera la puerta de su domicilio la noche del 19 de agosto de 2018. A las 22.20 horas de ese día consta una llamada telefónica de éste a su víctima, que él mismo también ha reconocido hoy en el juicio.

Otra de las pruebas irrefutables que lo incriminan es el perfil biológico del procesado hallado en las uñas de las manos de la anciana, además de la declaración de un testigo, a quien confesó el crimen. Además parte de las joyas que robó en la vivienda fueron vendidas por el acusado tres días después en un establecimiento de compraventa de oro de Llíria por 2.313 euros.

La víctima confiaba en el acusado ya que éste había trabajado en su casa en varias ocasiones. Esa noche del 19 de agosto de 2018 el acusado le hizo creer que le tenía que acercar a su casa unas facturas por una de esas obras menores en el domicilio. Así, Teresa, que vivía sola en un piso de la avenida Baleares de València, le abrió la puerta confiada.

El fiscal aprecia alevosía

Según sostiene el fiscal, con el fin de evitar cualquier resistencia de su víctima, cuando se encontraban ambos en la habitación, tumbó a la anciana sobre la cama de forma súbita y sorpresiva, y “le tapó la cara con la almohada sujetándola unos minutos hasta que la anciana falleció asfixiada sin poder defenderse en ningún momento”.

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Inicialmente en el escrito de conclusiones provisionales de la defensa, mantenían que su cliente no estuvo la noche de autos en el domicilio de la víctima y que desconocía por completo lo ocurrido, de ahí que en los días posteriores al crimen tratara de ponerse en contacto con ella. Respecto a la prueba de las joyas sustraídas que vendió en un local de compraventa de oro de Llíria, argumentaban que se las compró a un tercero y por ello solicitaban únicamente que se le condene a un año de prisión por un delito de receptación.

No obstante, el letrado Daniel Sánchez, que ejerce en este momento la defensa del presunto asesino junto a la abogada Andrea Sáez, ha anunciado su intención de modificar dichas conclusiones a tenor del reconocimiento de hechos de su patrocinado y que éste sea condenado por un delito de homicidio por imprudencia. "Merezco ser condenado, pero no soy un asesino, no era mi intención matarla", ha admitido el acusado.