El cuerpo sin vida de Laudencio Vallejo, un asturiano de 61 años que se dedicaba a la compraventa de antigüedades en València, fue encontrado el 13 de agosto del pasado año amordazado con precinto y atado de pies y manos en una planta baja de la calle Planas.

Los dos presuntos autores materiales de su muerte todavía se encontraban en el escenario del crimen cuando llegó la policía —uno de ellos incluso fue descubierto agazapado debajo de una furgoneta durante la inspección ocular—. Ambos fueron detenidos y se encuentran desde entonces en prisión provisional.

A priori, un caso que parecía estar totalmente resuelto, a falta de determinar en el juicio si iban a robarle y matarle, o como alegan los acusados, la víctima «se les murió» al amordazarla en exceso. Sin embargo, las investigaciones del grupo de Homicidios de la Policía Nacional han seguido hasta dar con la tercera pieza del puzzle, la persona que supuestamente les encargó el robo, les puso en contacto con su víctima y les dio indicaciones precisas sobre la cantidad de dinero que en ese momento podía tener el fallecido —reacio a los bancos—, concretamente 20.000 euros que había obtenido de la venta de un cuadro.

Así, el pasado martes la policía procedió a la detención de este tercer implicado en el robo en el que murió el anticuario por una asfixia mecánica por sofocación, según determinó la autopsia. El arrestado, de 66 años y nacionalidad uruguaya, está acusado por el momento únicamente del robo con violencia al no haber pruebas que acrediten que ordenara a los otros dos sospechosos que acabaran con la vida de Laudencio. Lo que sí hallaron los investigadores fueron llamadas desde su teléfono tanto a la víctima como a uno de los presuntos autores del crimen, compatriota suyo.

En libertad con cargos

Este tercer detenido por los hechos ocurridos en una planta baja de la calle Planas de València el 13 de agosto de 2020 ya ha sido puesto a disposición judicial. El juez acordó su libertad con cargos y sin ningún tipo de medida cautelar, al no apreciar riesgo de fuga, después de tomarle declaración. Según la versión que dio el sospechoso en sede judicial, admitió que conocía al fallecido porque ambos se dedicaban a la compraventa de antigüedades en el Rastro y a la restauración de muebles.

No obstante, negó que supiera si tenía dinero o no en el bajo y que diera información alguna a los dos arrestados para que fueran a robarle. Justificó la llamadas a uno y otro al argumentar que Laudencio necesitaba pintar la planta baja y que «su paisano es pintor», de ahí que los pusiera en contacto.