Antes del comenzar el juicio por el asesinato de los dos niños de Godella, por el que están acusados sus dos progenitores, todo hacía indicar que no había dudas sobre la participación material de la madre de los pequeños, quien en pleno brote agudo de su esquizofrenia paranoide habría acabado a golpes con la vida de Ixchel, de cinco meses, y su hermano Amiel, de tres años y medio. Sin embargo, la letrada Luisa Ramón, que ejerce la defensa de María G. ha logrado con su informe sembrar la duda razonable sobre si su cliente, como ha mantenido siempre la acusada, simplemente se limitó a enterrar los cuerpos de los niños tras encontrárselos ya muertos.

“Tan importantes son los vestigios que están como los que han desaparecido”, ha remarcado la letrada en referencia a la ausencia de restos de sangre de Ixchel en la escena del crimen, que en el caso de la niña no ha podido concretarse sin género de dudas que fuera en la piscina, donde sí se halló sangre de su hermano. Así como que la ropa de Amiel, que fue enterrado desnudo, tampoco se encontrara, más allá de unas prendas de niño que estaban a remojo en un barreño y cuyo informe de criminalística no fue concluyente. Según ha argumentado, estas operaciones de limpieza no pudieron ser realizadas por la acusada, quien en pleno brote no enterró a los pequeños de una forma cuidadosa, sino precipitada y enloquecida, huyendo de la supuesta secta que creía haber matado a sus hijos.

En delitos como éste, cometidos en la intimidad del domicilio, sin testigos más allá de los propios acusados, la defensa de María argumenta que hay que guiarse tanto por los indicios y los vestigios como por la mayor o menor credibilidad de las manifestaciones. Así, ha detallado las numerosas mentiras vertidas por el padre de los niños y que han quedado al descubierto por las declaraciones de testigos y pruebas periciales. “Una persona manipuladora que miente siempre no puede ser creído”, ha puntualizado la letrada.

Por un lado Gabriel ha negado de forma reiterada tener unas creencias esotéricas y perniciosas que sí han acreditado los testigos. Como los sacrificios con animales -varios refieren el episodio de una gallina muerta con ropa interior de María- o que se creía capaz de curar a la gente con regresiones. Respecto a sus creencias mayas, el acusado argumentó que era un estudioso de dicha cultura.

En su informe también ha destacado el carácter narcisista del acusado, que refieren los peritos, el alto concepto que tenía de sí mismo, “se creía por encima del resto”, apunta la abogada. Esa imagen de superioridad la trasladaba a sus amistades, tratando de erigirse como una especie de líder de una nueva secta, hasta el punto de llegar a convencer a la acusada de que tenían una genética especial y que eran de una raza superior. “María era un títere para alimentar su narcisismo”, remarca la abogada de María, a la que describen los especialistas como una persona influenciable y débil.

De igual modo el acusado, que incluso modificó su escritura para tratar de engañar a los especialistas grafológicos, una vez probado que los escritos de dos de las libretas intervenidos eran de su puño y letra, intentó justificarse diciendo que los escribía al dictado de lo que le decía su pareja para posteriormente leérselos y que viera las “barbaridades” que mantenía. La tesis de la defensa de María es que se las leía hasta la saciedad para “lavarle el cerebro”.

Asimismo, se ha demostrado su total falta de empatía, “rozando la psicopatía”, en palabras de la abogada, y que en ningún momento se preocupaba de la enfermedad de su mujer, ni en el bienestar de sus hijos. Así, ha recordado además de los malos tratos que refirieron varios amigos y conocidos de la pareja, tanto a María como al hijo mayor, el episodio ocurrido justo la tarde anterior a los crímenes donde dos amigas se encontraron a la bebé llorando porque no había leche y él tocando la guitarra. “Dejarla que llore que ya se dormirá de hambre”, les contestó.

Otra elemento a tener en cuenta son las cartas de amor de Gabriel a María, donde le pide matrimonio y realiza comentarios triviales escasos días de después de los crímenes estando ambos en prisión. “Han sacado en la tele mi espantapájaros, ahora todo el mundo tiene miedo a los poderes que tenemos, jaja, … Si esto llega a México invadirán España”. Son algunos de los comentarios extraídos. O el que ya publica Levante-EMV en su edición de hoy. “Mi abuelo ha ido al otro mundo a buscar a los peques para que puedan renacer cuando el mundo esté listo para ellos. Era aún demasiado pronto ... no te preocupes”. Todo ello la letrada lo interpreta como “una continuación de su manipulación dentro de prisión para que ella reconozca los crímenes”, y que dada su enfermedad en su caso solo acarrearía internamiento en un centro.

Respecto a su actitud tras los crímenes, la defensa de María argumenta que si realmente Gabriel hubiera estado preocupado de sus hijos cuando supuestamente salió persiguiendo a María y un coche se cruzó con ellos, lo más normal es que hubiera pedido ayuda, pero en cambio se asustó, se escondió y volvió a la casa. Cuando llegaron los primeros agentes de la Guardia Civil éste ya tenía su maleta preparada y estaba perfectamente vestido. Además no les dio una explicación plausible de lo ocurrido y obvió detalles importantes como que había sangre en la piscina. “Están todos muertos”, manifestó con una tranquilidad impropia de un padre que acababa de perder a sus hijos.

La letrada de la defensa de la madre de los niños, que pide la libre absolución y que el tratamiento de su enfermedad no se le realice en un centro psiquiátrico penitenciario, fue más allá en su argumentación e incluso apuntó que el coacusado tenía perfectamente planeados los crímenes. Así, fue preparando el terreno en los días previos, simulando una falsa preocupación por la salud mental de María diciéndole a los vecinos que temía que le hiciera algo a los niños, para que las culpas caigan sobre ella, pero ocultando toda esa información a la policía, al psiquiatra al que la llevó su madre – le dijo que no le comentara nada para que no la tomaran por loca – y al entorno familiar y amistades íntimas de María.

Al finalizar la sesión y a la espera de que el jurado popular emita su veredicto, ambos acusados han optado por renunciar a su último turno de palabra. Ya está todo dicho en este juicio por unos crímenes tan brutales como incomprensibles.