Alberto, agente de la Policía Nacional destinado en la Brigada de Extranjería de Valencia, se encontraba tranquilamente junto a su pareja en la playa del Saler el pasado sábado cuando se percató de que algo no iba bien en una pequeña embarcación de pescadores a unos 250 metros de la orilla. Su intuición, avivada por sus conocimientos como aficionado a la pesca, hicieron que no quitara ojo del barco, que comenzaba a hundirse por popa. Instantes después una enorme ola terminaba por hundir la barca y sus dos ocupantes tenían que arrojarse al mar, pese al fuerte temporal, para salvar sus vidas.

Sin pensárselo dos veces y tras divisar a lo lejos a uno de los pescadores, este policía franco de servicio nadó hasta él para ponerlo a salvo. El pescador, el más joven de los dos, de 38 años, le dijo que se veía capaz de salir por sus medios hasta la orilla pero que a su compañero, de 54 años, no lo veía y temía por su vida.

Enfrentándose a la furia de un mar embravecido y a vientos de 50 kilómetros por hora, el agente, con la ayuda de otro bañista que también saltó al mar para socorrer a los pescadores, lograron localizar al hombre completamente exhausto a unos 50 metros del lugar del naufragio. «No podía más, estaba al límite de sus fuerzas, tenía calambres en las piernas y no se podía mover», relata Alberto. En este tipo de situaciones el rescatador corre el riesgo de que el rescatado termine también hundiéndolo con sus movimientos por tratar de salvarse pero en este caso estaba tan agotado «que era como llevar un corcho».

El policía que salvó a un hombre de morir ahogado. | MIGUEL ÁNGEL MONTESINOS

Una vez a salvo en la orilla, el pescador, totalmente desorientado, le confesó al policía que «se había despedido de su familia porque pensaba que ya no salía vivo del mar». Tanto el rescatado como el comandante de la Guardia Civil del Perellonet han felicitado por escrito a este policía franco de servicio por su acción, quien no se siente un héroe. «Hice lo que cualquier policía hubiera hecho en mi lugar».

El rescate se produjo a las 19.45 horas del pasado sábado cuando una embarcación pesquera, rígida y cabinada de unos cuatro metros de eslora, levantó el ancla para ir hacia puerto al ver el temporal y apenas unos metros después volvió a tirar el ancla al percatarse que tenían una entrada de agua en la popa y que la bomba de achique ya no funcionaba. Ni siquiera les dio tiempo a ponerse los chalecos salvavidas, ya que una enorme ola hundió el barco, que quedó totalmente en vertical. Anticipándose a lo que estaba ocurriendo el agente ya había llamado al teléfono de emergencias antes de lanzarse al mar. Finalmente solo hubo que lamentar daños materiales y varios trozos del barco fueron encontrados a la mañana siguiente.