El hombre de 57 años y con una enfermedad mental detenido el pasado viernes después de llamar a la policía y confesar que había degollado a su madre en Aldaia se encuentra ya en la unidad de Enfermería del centro penitenciario de Picassent bajo atención psiquiátrica. El Juzgado de Instrucción número uno de Torrent, en funciones de guardia, acordó el domingo su ingreso en prisión provisional por un delito de homicidio. El parricida confeso no estaba en condiciones de prestar declaración ante el juez y será un informe psiquiátrico el que determine el momento oportuno para tomarle testimonio por lo ocurrido.

Según las fuentes consultadas por este periódico, Justino está totalmente destrozado ahora que es consciente de lo que hizo —se sospecha que sufrió un brote psicótico y que tenía en el momento de los hechos alteradas sus capacidades—. De hecho, ha pedido a su familia que lo dejen «pudrirse» en la cárcel, que no quiere salir nunca por haber matado a su madre, la persona a la que más quería y a la que ha cuidado durante los últimos veinte años. «Tenía pasión por ella, es una desgracia y ahora ya no podemos hacer nada», lamenta otro hijo de la fallecida.

Los familiares atribuyen lo ocurrido a la modificación en el tratamiento de su hermano mayor y se están planteando emprender acciones legales contra la psiquiatra que le retiró la inyección mensual. «El pinchazo lo tenía estabilizado», remarcan. Aseguran que Justino nunca había dado muestras de ser una persona agresiva. Sin embargo, en las últimas semanas la víctima, de 85 años, le había reconocido a su hermana: «A veces tengo miedo de él».