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Canarias

El misterio Robert Maxwell

El magnate de la prensa mundial apareció muerto, flotando en el mar boca abajo, a las 18:45 horas del 5 de noviembre de 1991 en un punto entre Tenerife y Gran Canaria

La viuda de Robert Maxwell, la ciudadana gala Elisabeth Meynar, junto a su hijo Philip.

Este viernes se cumplen 30 años del fallecimiento del millonario británico Ian Robert Maxwell en aguas canarias. ¿Accidente, suicidio o asesinato? Y es que el paso del tiempo no ha sido capaz de enterrar todas las interrogantes de un caso que conmocionó al mundo por el calado empresarial de un personaje que durante años compitió a brazo partido con Rupert Murdoch por tener el control del cuarto poder, es decir, de los medios de comunicación.

Con un pasado lleno de claroscuros –el sufrimiento que los nazis causaron a su familia y los cuatro años que vivió en Berlín desarrollando trabajos (por no decir espiando) para el Ejército británico–, las cuantiosas deudas que acumulaban sus empresas –su grupo de comunicación tenía impagos por valor de 763 millones de libras esterlinas en 1991– y un futuro en el alambre –la BBC y The Independent destaparon días antes de morir unas supuestas prácticas delictivas en bolsa impulsadas a través de sus empresas– eran unos ingredientes lo suficientemente novelescos como para creer que lo sucedido el 5 de noviembre de 1991 en Canarias no era una casualidad.

En medio del terremoto mediático que se estaba desbordando en el Reino Unido, Robert Maxwell se marchó a Gilbratar (varios medios contrarios a sus negocios apuntan a una huida) y, más tarde, tomó otro avión con destino a Madeira para embarcar en el Lady Ghislaine, su yate de lujo, con rumbo a Canarias. El barco estuvo atracado en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife el 4 de noviembre. El taxista que lo llevó a comer pescado a un restaurante de San Andrés y el camarero que le sirvió para cenar espinacas, espárragos con mayonesa y tres cervezas en un hotel de lujo santacrucero, fueron citados a declarar tras confirmarse la mala noticia: Sergio Ramos, incluso, llegó a comentar que el "amable turista le había dejado una propina de 600 pesetas" antes de subirse al taxi que le trasladó a su residencia flotante.

El Lady Ghislaine.

Ya en el Lady Ghislaine, el magnate se encerró en un camarote y pidió a la tripulación –a través de una comunicación interna– que apagaran el aire acondicionado: el británico estaba mermado por un proceso gripal cuando comenzó el crucero por aguas canarias. Sobre las 04:45 horas se escuchó su voz –en lo que se supone era una conferencia con Nueva York– acalorada, casi a gritos, mientras el capitán del barco, Augus John Rakin, ponía rumbo 2.86 con destino a Los Cristianos: para completar esta maniobra fue necesario acercarse a unas seis millas al sur de Gran Canaria antes de trazar una curva en dirección a Arona.

El amanecer pasó sin mayores novedades –con el barco fondeado a una milla del muelle aronero– hasta que a las 11:00 horas las personas que viajan en el Lady Ghislaine –Augus John Rakin, Robert Keating, Mark Ruud, Sussane Kjaer, Geoffrey Leonar. Lizza Kordalski, Gerald Costelo, Gordon Williams, Mark Atkins, Grahame Shorrocks y Estephen Crosthwaide– ratifican que Maxwell no se encuentra a bordo (11:00 a.m).

Tres horas más tarde, un Focker del Servicio Áreo de Rescate, el remolcador Punta Llana y tres helicópteros del SAR rastrean una zona del Atlántico localizada entre Tenerife y Gran Canaria. El operativo da resultado. A las 18:45 horas un socorrista (José Francisco Perdomo Marrero) se lanza al mar en busca de un cuerpo desnudo que está flotando boca abajo. La posición del rescate se fija a unas 20 millas del suroeste de Gran Canaria.

No hay duda. Los 190 metros de altura, los 140 kilos y, sobre todo, una pequeña cicatriz ubicada cerca del ojo derecho confirman el hallazgo: el cadáver era Ian Robert Maxwell (68 años). Los restos son trasladados a la Base Aérea de Gando y de inmediato al Instituto Anatómico Forense, donde se realiza una primera autopsia que vincula el deceso con una parada cardiaca.

Estos resultados se amplían en un segundo examen en Gran Bretaña en el que aparecen golpes en el costado izquierdo que el difunto se pudo provocar al caer al mar. El misterio Maxwell sigue vivo.

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