El menor de los tres hermanos detenidos y encarcelados el pasado mes de junio por matar presuntamente a machetazos a un vecino en el barrio de la Esperanza de València ha reconocido ante el juez que instruye la causa ser el único autor de la muerte de Edgar T. G., de 41 años, exculpando así a sus otros dos hermanos, cuya participación en el crimen no está totalmente acreditada ni por testigos ni por las pruebas de ADN. «Solo quería que parara de acuchillar a mi hermano, vi que lo iba a matar», alegó Aarón G. T., de 27 años, este pasado jueves durante su declaración.

Los tres acusados, que permanecen en prisión provisional, relataron por primera vez ante el Juzgado de Instrucción número 19 de València su versión sobre los hechos ocurridos el 24 de junio, ya que cuando en su día fueron puestos a disposición judicial se acogieron a su derecho a no declarar. Según sus testimonios, fue la propia víctima, con infinidad de antecedentes —hasta diez requisitorias tenía en vigor— el que atacó en un primer momento a uno de ellos, Basilio G. T., de 38 años, cuando éste bajó a recriminarle a su vecino por estar tirando a la calle los enseres que éstos tenían en el rellano de la finca preparados para su venta en mercadillos.

La versión del mediano de los tres hermanos, que sufrió heridas de arma blanca en el hombro y el pecho, es que tan pronto fue a decirle que dejara los trastos donde estaban, y sin mediar apenas palabra alguna, éste le sacó un cuchillo de cocina y le atacó «haciendo gala de su carácter violento», según también recoge la propia policía en su informe. Un compañero de piso del fallecido relató a los agentes del grupo de Homicidios de la Policía Nacional que Edgar solía portar cuchillos de pequeño tamaño escondidos en unas muñecas ortopédicas e identificó una de las armas blancas intervenidas, propiedad del finado.

Además de este cuchillo de cocina, encontrado en el escenario del crimen, propio de una película de Tarantino, la policía intervino otras dos armas blancas supuestamente utilizadas en el homicidio, una de ellas un machete de gran tamaño. El informe de ADN realizado a las dos supuestas armas blancas homicidas, halladas en la vivienda donde reside Aarón junto a su hermano mayor y la familia de éste —donde la policía también intervino otras armas de colección— determina que en las empuñaduras solo hay perfil genético del pequeño de los tres hermanos, quien ahora se ha confesado autor material de las lesiones que presentaba el fallecido.

La madre, testigo directo

En la causa también figura la declaración de la madre de los acusados, testigo directa de los hechos, ya que según declaró ante la policía, bajó al rellano justo después que su hijo Basilio. La mujer relata que intentó quitarle a su agresor de encima, pero éste la empujó y la tiró al suelo. «¡Que lo mata, que lo mata, lleva un cuchillo!», gritó la madre.

Al escuchar estos gritos de auxilio fue cuando el menor de los hermanos bajó armado con un machete y un cuchillo y la emprendió a machetazos contra el hombre que estaba intentando matar a su hermano, siempre según su versión.

El mayor de los hermanos declaró ante el juez que cuando él consiguió bajar —tiene problemas de movilidad— la víctima ya yacía muerto en el suelo, «no se movía», respondió ante las preguntas de la fiscalía. Su hermano Aarón estaba «fuera de sí encima de él» y que lo cogió para apartarlo. De hecho, este tercer acusado, que también sigue en prisión, no tenía restos de sangre en la ropa ni herida de pelea alguna. Además, el reducido espacio en el que se produjo el ataque, unos ocho metros cuadrados, hace muy complicado que cuatro personas pudieran mantener un enfrentamiento a cuchillo y machete al mismo tiempo.