"Cuando un sueño se te muera o entre en coma una ilusión, no lo entierres ni lo llores, resucítalo"

-Mago de Oz-

"El miércoles voy a hacer un reportaje de fotos a una chica". Mientras lo dice, Pedro mira las cartas que tiene en la mano. Se está complicando la partida. Es lunes, 18 de noviembre de 2012. Pedro Yáñez está en casa de sus padres en Ferrol (A Coruña). Tiene 28 años, hace siete que se independizó, pero, siempre que puede, arranca la semana junto a ellos. Comen, juegan a las cartas y pasa un rato con su familia.

Heavy (GVY), como todos lo conocen, ha aprendido a salir adelante aunque le vengan mal dadas. A la espera de encontrar un trabajo -pues un accidente le quitó el que tenía-, disfruta de sus grandes pasiones: la música y la fotografía. Asiduo a los festivales, pasa las tardes entre acordes, grupos del metal (Mago de Oz, Marea, Stravaganzza y un sinfín de nombres más) y captando momentos con su cámara.

Aquel lunes, enfrente tiene a Elia, su hermana -confidente, amiga- que sonríe porque sabe que muy mal se tiene que dar para perder esta vez. Junto a ellos, su madre, María José. Nunca gana. Pedro y Elia se ríen porque hacen trampas sin que ella lo note para que pierda la partida.

"¿A qué chica vas a hacerle fotos?", pregunta Elia. Pedro no dice dónde, cómo ni a quién. La mirada está en las cartas. "¡Tute!", ganó ella. El joven se levanta, besa a su madre, "nos vemos el lunes". Se monta en el coche junto a su padre. No lo sabían entonces, pero sería la última vez que lo iban a ver. 

"Qué raro, Pedro no contesta al whatsapp"

"Nos subimos al coche", recuerda Wencesalo Yáñez, su padre. En ese momento, no imaginaba que nueve años más tarde se convertiría en pieza clave para familiares de personas desaparecidas y en pilar fundamental de la asociación SOS Desaparecidos, coordinando el área de Galicia. Tampoco que cuando Pedro, su hijo, se bajara del vehículo en el barrio de Caranza (a 5 kilómetros de Serantes, la casa familiar) no volvería a verlo más.

Pedro se despide de su padre. Mira el reloj, es buena hora para caminar hasta el Área 61, un local en el que toca uno de los grupos que sigue.

Estética, corazón y alma heavy, "hacía de manager de un grupo". Respiraba acordes, notas, pero no creaba. Wenceslao sonríe al recordar cuando se compró la guitarra. "Se la compró pero no sabía ni cogerla prácticamente. Disfrutaba desde fuera, iba a muchos conciertos". Su círculo, su vida, estaba allí; su banda sonora, sus mejores momentos sonaban a un buen grupo de metal.

Pedro Yáñez en una foto que él mismo realizó (Heavy 5.0). Sobre la misma una imagen del joven desaparecido.

Desde aquella comida, pasaron un par de días. "El jueves su madre le escribió", cuenta su padre. "Qué raro, Pedro no contesta al whatsapp". Wenceslao le recordó que había salido a hacer un reportaje. "A veces se iba a hacer fotos dos o tres días. Pensé que estaría con ello o sin cobertura. No le di mucha importancia". El lunes siguiente, cuando no se sentó a la mesa de casa, la alarma se encendió.

Un accidente de coche

Feliz, cariñoso, atento, y muy familiar, Pedro afrontaba un momento complicado. "Tuvo un accidente de coche, un golpe seco". Una mujer fue a cruzar un paso de peatones, él frenó su vehículo, pero el coche de atrás no lo vio.

Pedro trabajaba en la construcción, "tuvo que dejarlo". Un mal pronóstico y seis meses de rehabilitación insuficiente le dejaron una leve cojera. Desde entonces llevaba bastón. Tenía que reinventarse, por lo que se apoyó en su otro bastón: la fotografía. Creó a HEAVY 5.0, con el que firmó reportajes sobre surf, olas, etc. Su fetiche: la costa de Ferrol. Allí fueron a buscarlo. Lo hicieron sin descanso los primeros cuatro meses de la desaparición.

Cuatro meses peinando la costa

"Cuando llegué del trabajo, y vi que no había venido a comer, fui a su casa". Todo estaba en orden. Faltaba Pedro, faltaba su mochila y faltaba su cámara.

Tras llamar a sus amigos, a su entorno, consiguieron reconstruir hasta el martes de la semana anterior -un día después de comer en casa y un día antes del reportaje- "después nadie sabía de él", afirma Wenceslao. "La última llamada que contesta fue ese día, a un amigo que le pidió que le dejara el grabador DVD. No lo vio, porque Pedro dijo que no podía dejárselo". Después, dudas, silencio. Fundido en negro. Desapareció.

Interpusieron la denuncia, arrancó sin fuerza. "Un chico joven, con pelo largo… no se activó el protocolo", lamenta Wenceslao. La batida la empezaron ellos, la familia. La alerta a Protección Civil la dieron ellos también.

"No es un bulo, se ruega colaboración"

Una página de Facebook se convirtió en hoja de ruta. Se sumaron cientos de personas que, días más tarde, batirían la costa. Se difundieron los primeros carteles y fotos: "Pedro el heavy, el joven de Ferrol, ha desaparecido. No es un bulo, ni una broma". Se sumaron, por fin, helicópteros de Policía Nacional, incluso el Seprona de la Guardia Civil. A los carteles se le añadió una descripción: "Es alto -1,95 metros de altura-, muy delgado, tiene pelo largo y barba. Tiene dos tatuajes: uno grande de un cuervo en la espalda y otro en la muñeca con su firma artística: '5.0' y llamas en color negro. Se ruega colaboración".

En la mente de todos, la posibilidad de que hubiera tenido un accidente mientras salió con su cámara, que le fallara la pierna. Tras meses batiendo la costa, no encontraron rastro del heavy ni su mochila, su cámara o su bastón. "Si hubiera caído al mar, a él puede que no, pero sus cosas yo creo que la marea las hubiera arrastrado", medita su padre.

Uno de los múltiples carteles difundidos por SOS Desaparecidos.

De Ferrol a Copenhague

La investigación policial arrojó pocos datos. "Con el tiempo, nuestro caso pasó de manos de la Unidad De Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) al cajón de la Unidad de Desaparecidos", recuerda el padre de Pedro. Nueve años marcados por el silencio en el que -sobre todo los tres primeros años- los avistamientos no cesaron: "Me ha parecido", "yo creo...", que alcanzaron su máximo tono en Copenhague. Una imagen, una llamada y un vuelco al corazón.

"Me la pasó una persona que conocía a mi hijo de los conciertos. La encontró de casualidad, viendo cosas en Facebook". Wenceslao la guarda y mira más de lo que le gustaría. Es una foto sacada en un polideportivo con un protagonista: un chico en una bici haciendo un salto en BMX. Nada más recibirla, la mirada de los suyos no enfoca a ese chico, "se me fue la vista a otro joven que hay en el fondo porque ves algo que te es familiar, para mi es él".

Imagen que recibió la familia. ¿Se trata de Pedro Yáñez?

"No sé si era la una de la madrugada cuando me llamaron, yo estaba medio dormido. Esta persona llevaba desde la once mirando... Le dije déjame despertar, me fui a lavar la cara, vi la foto, y me dio un vuelco", recuerda Wenceslao. Intentaron encontrar al autor, por si podían hacerse con la foto original, con más calidad, pero fue descartada por la policía. "Tardaron media hora, como mucho, en decirme que no era mi hijo".

La instantánea tenía fecha: seis meses después de la desaparición. "Yo la vi al año y medio, ¿qué haces? ¿te vas a Copenhague? Hoy actuaría de otra manera". Confió en el criterio policial. La pista se desvaneció.

Otra pista llegó algo más tarde: "Era de alguien que lo conocía y creyó verlo en Asturias. Cuando le preguntaron, '¿tú eres de Ferrol?' el grupo en el que podría estar Pedro se fue. Habían pasado tres años de su desaparición. El que lo vio dijo que junto a él había personas de otro país. Se me viene a la cabeza lo de Copenhague, no dejo de unir las dos".

Pedro GVY, el heavy, continúa desaparecido nueve años después.

Que llegue la noche para descansar

Impotencia, dolor, dudas. ¿Qué pasó? "Es difícil. A veces te vienen otros pensamientos, pero mientras nadie demuestre lo contrario para mí Pedro está vivo", afirma Wenceslao. Su cabeza no para, piensa, dibuja hipótesis, imagina. "A veces pensamos que algo le tuvo que pasar, no puede ser, se pondría en contacto con nosotros. Pero, la cabeza da muchas vueltas, ¿y si...?".

El camino ni fue ni ha sido fácil. "Cuando empiezas, quieres que no llegue la noche, que el día no se acabe. Sabes que durante el día van a buscar a tu hijo y que cuando llegue la noche no. Según va pasando el tiempo, vas cambiando de forma de pensar, ya quieres que llegue la noche y que se acabe el día, para ver si eres capaz de descansar".

"Siempre tiene que haber un cómo, un porqué y un dónde, al final"

Wenceslao, Elia y María José miran a la costa, dónde graban el vídeo que cuenta su historia (incluido sobre estas líneas), donde "Pedro pasaba una o dos horas mirando cómo rompían las olas y luego bajaba, preparaba el trípode y se podía quedar otra hora para sacar la foto que buscaba". Miran también a los festivales, a los conciertos, ahora que la covid cede y permite que se vuelvan a celebrar.

Pedro Yáñez, el chico del pelo largo y la barba. El joven alto, muy alto y muy delgado. El heavy. El fotógrafo divertido, justo, bondadoso y leal no está. Su familia camina con paso firme, aunque duele. No dejan de caminar porque, como dice Wenceslao, "da igual la desaparición que sea, siempre tiene que haber un cómo, un porqué y un dónde, al final".