«Un hombre campechano y que no tenía una mala cara con nadie». Así describen los vecinos y conocidos a Paco Sorlí, la víctima de 62 años del brutal crimen a martillazos ocurrido ayer en Bétera. El sexagenario era muy conocido en la localidad y todo el mundo coincidía ayer en señalar el carácter afable de éste, «te cruzabas con él y siempre tenía una sonrisa», recuerdan.

Soltero y sin hijos, sus tres hermanos lloraban ayer su muerte. Paco había trabajado como administrativo en la empresa de sanitarios Fominaya de Bétera. Cuando ésta se incendió en el verano del 2020, éste ya estaba prejubilado.

Paquito, como le llamaban sus amigos, tenía una pronunciada cojera producto de la polio y usaba muletas. «Con un empujón lo tirabas al suelo, era una persona que no podía defenderse», argumentan sobre el ataque que sufrió.

Paco solía acudir a tomarse un cortado o un par de cervezas a un bar de la avenida País Valenciano de Bétera, próximo a la vivienda donde se produjo el crimen. La noche antes de su muerte estuvo allí hasta las diez. «Era una bellísima persona, muy tranquilo y que si te hacían falta diez euros no dudaba en prestártelos». Esa «generosidad» también la mostraba con donaciones a la asociación de familias numerosas de la localidad (Asfana).