La policía irlandesa ha descartado lo que ya había sido descartado hace casi 21 años: que el cráneo hallado en una playa del condado de Cork, en el sur de Irlanda, en 1995, dos años después de la desaparición de Antonio Anglés en las aguas de la bahía de Dublín tras huir de València al saberse buscado por la Guardia Civil, no pertenece al asesino de las niñas de Alcàsser.

Pese a la evidencia de que esa calavera no podía pertenecer a Anglés, dado que lo descartó la Policía Nacional española en abril de 2001 con un estudio de algo tan irrefutable como el ADN -cotejando el extraído del hueso con el obtenido de la madre del triple asesino, Neusa Martins-, una asociación había vuelto a poner sobre la mesa una duda que, en realidad, ya no existía.

De hecho, la jueza de Instrucción número 6 de Alzira, que continúa teniendo abierta y viva la pieza separada para Antonio Anglés para evitar la prescripción del delito ante el improbable caso de que no hubiera muerto en Irlanda y pudiera ser detenido en algún momento, ni siquiera autorizó que se volviese a realizar un estudio genético sobre ese resto óseo, dado que sería completamente estéril: los perfiles genéticos del hueso y de Anglés continúan siendo los mismos que en 1995 y en 2001, por lo que difícilmente el resultado hoy, en 2022, iba a ser otro. Es decir, si no hubo coincidencia en el ADN en 2001, no la iba a haber ahora.

Un teletipo de la agencia Efe recoge hoy, de hecho, que el criminólogo y presidente de la Asociación Laxshmi para la Lucha contra el Crimen, Félix Ríos, que ejerce una de las acusaciones populares en esta causa tras ser aceptado por la jueza -todas las partes mostraron oposición a esa solicitud de personación, salvo la de Fernando García, padre de Míriam, que guardó silencio, por lo que la jueza admitió a la asociación como parte-, "ha explicado que esta notificación por parte de la policía irlandesa se ha producido directamente a Laxshmi, puesto que en el juzgado no se ha tramitado ninguna diligencia en relación a este hallazgo".

Esa afirmación tiene matices, ya que tanto el juzgado como la propia asociación conocen la existencia del informe de ADN de 2001, por lo que la magistrada no lo solicitó porque sabía que era innecesario realizarlo, ya que el resultado nunca iba a ser otro.

Es más, el propio teletipo recuerda que "hace algunos meses que esta misma acusación popular había concluido que las características antropológicas del cráneo ya descartaban que fuese del prófugo español", algo que también hizo la Policía Nacional a principios de 2001. Ahora, tras esa notificación que Ríos afirma haber recibido directamente de la policía irlandesa, ha indicado a la agencia, según recoge esta, que "estas evidencias se han tornado irrefutables, al haberse descartado también por el análisis del ADN", obviando que ese análisis ya elevó a irrefutable la evidencia de que el cráneo no era de Anglés hace casi 21 años.

La calavera, junto con otros restos óseos, fue encontrada el 11 de septiembre de 1995 por un hombre que paseaba por la playa de Lambay, en Cork, y alertó a la Garda, la policía irlandesa. Ese cráneo fue conservado en Irlanda, en condiciones que la Policía española tildó de "poco adecuadas" durante cinco años (la Justicia de aquél país tardó más de cuatro años en informar a la española), hasta que, por fin, fue enviado a España a requerimiento del entonces juez de Instrucción 6 de Alzira para su cotejo con el ADN de la familia de Anglés.

1 ADN cráneo Antonio ANglés 2001 Policía pide Levante-EMV

En ese periodo de tiempo, los irlandeses trataron de extraer el perfil genético, pero la Policía Nacional acabó por no fiarse de su trabajo y reclamó los huesos, tras recibir el código genético a finales de 2000, tras una visita del entonces director general de la Policía, Juan Cotino, a la isla, en la que acordaron colaborar en distintas investigaciones.

Levante-EMV adelantó en exclusiva en febrero de 2001 que la madre de Antonio, Neusa, y un hermano del triple asesino habían sido sometidos a una toma de muestra de ADN en el entonces Instituto Anatómico Forense (hoy Instituto de Medicina Legal) para compararlo con el extraído de los restos óseos. Especialistas del laboratorio central de ADN de la Policía Nacional tuvieron que emplearse a fondo para lograr replicar el perfil genético de aquellos huesos debido a ese mal estado de conservación.

Página extraída de la hemeroteca de Levante-EMV Levante-EMV

De hecho, cuando la Policía Nacional recibió el cráneo y el resto de huesos, ya había desaparecido cualquier vestigio de tejido blando, lo que dificultó el análisis genético, dado que en aquel momento las técnicas de ADN no permitían, como hoy en día, obtener un perfil a partir de muestras minúsculas e incluso degradadas.

Finalmente, lograron extraer ADN de los molares que conservaba la calavera y, a principios de abril de 2001, certificaron en un informe remitido al juzgado que no había coincidencia genética, esto es, que aquellos huesos no pertenecían a Antonio Anglés.

Página extraída de la hemeroteca de Levante-EMV Levante-EMV

Tal como publicó entonces Levante-EMV, los irlandeses se limitaron a extraer ADN de los tejidos blandos que sí había en los restos en 1995 y cotejarlos con los de los irlandeses desaparecidos y con el perfil genético de un alemán desaparecido en la zona un tiempo antes, pero no pudo compararlo con el de Anglés, ya que no disponía de él. Por esa razón, la Policía Nacional reclamó los huesos para extraer su propio perfil y cotejarlo con el mitocondrial de Neusa, pero, tal como se ha dicho, no había coincidencia.

Tras conocerse ese resultado, este diario publicó una entrevista con Neusa Martins en la que la mujer afirmaba que ella estaba convencida desde el principio de que no era su hijo y que lamentaba la falta de coincidencia porque, de haber sido Antonio "podríamos haber descansado". Eso sí, aseguró estar convencida también de que "cuando saltó del barco (el City of Plymouth, hoy desaparecido), se lo tragaron las hélices y luego se lo comieron los peces".

Página extraída de la hemeroteca de Levante-EMV Levante-EMV

La Policía Nacional también realizó entonces una reconstrucción facial a partir del cráneo que descartaba cualquier relación entre el dueño de aquel cráneo (nunca ha podido ser identificado) y Anglés.

Todas esas diligencias y pruebas constan en la causa, tal como saben todas las partes personadas en las mismas que, obviamente, tienen copia de todas las actuaciones llevadas a cabo hasta hoy desde 1993, cuando se identifica a los dos autores, Antonio Anglés y Miguel Ricart, tras el hallazgo de los cuerpos de las niñas en la fosa de La Romana (Tous), el 27 de enero de ese año.