En prisión provisional desde febrero de 2021 tras ser detenido por abusos sexuales continuados con acceso carnal a su propia hija desde que la pequeña tenía apenas siete años. El pasado viernes el acusado fue puesto en libertad después de que la Audiencia Provincia de Valencia lo haya absuelto de todos los cargos pese a reconocer que el testimonio de la víctima es creíble, que no se aprecia un móvil espurio, y que lo ha mantenido inalterable -persistencia en la incriminación- desde su denuncia, salvo por el pequeño matiz de que inicialmente dijo que los abusos comenzaron cuando tenía siete años y posteriormente indicó que tenía ocho.  

Aunque la sentencia admite que la menor dio unas «explicaciones lógicas» al no recordar cuando se produjo el primer episodio de abusos, el fallo de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Valencia considera que el relato de la víctima es «pobre en detalles» y que ello plantea a los magistrados «un serio problema de valoración del recuerdo de la menor».

«No podemos excluir o negar que los hechos denunciados hayan ocurrido realmente. Existen indicios de que la menor puede haber manifestado hechos ocurridos realmente. Pero, al mismo tiempo, la prueba del delito presenta cierto déficit, como la ausencia de corroboraciones periféricas y un alto grado de vaguedades y generalidad que plantea dudas, tratándose de hechos tan repetidos», argumenta la sentencia.

De hecho, según el relato de la menor, su padre le mostraba películas pornográficas, le realizaba tocamientos, le obligaba a hacerle felaciones y la penetró en numerosas ocasiones, sin determinar número y fechas, tanto cuando residían en una localidad de la comarca de Utiel-Requena, aprovechando las noches en las que su madre se ausentaba de casa porque estaba cuidando a una anciana, como cuando se mudaron en 2016 a Rumanía. 

Fue precisamente en el país natal del acusado, de 37 años, cuando la niña tras romper a llorar le contó por primera vez a su madre lo que estaba ocurriendo. Su progenitora, tras hablar con su marido y éste negarlo y amenazarla con el divorcio, le dijo a su hija que «se olvidara de todo, como si no hubiera pasado»

No fue hasta febrero de 2021 cuando tras varios episodios de autolisis e intentos de suicidio, la menor -en ese momento de quince años- requirió de ayuda psicológica y los servicios sociales del Ayuntamiento del municipio donde residían activaron el protocolo de víctimas de abusos sexuales.

La sentencia concluye que «resulta preferible la posible absolución de un culpable, antes que el riesgo de condenar a un inocente»

El Ministerio Fiscal solicitaba para el acusado una pena de trece años de prisión por un delito continuado de abuso sexual a persona menor de 16 años con acceso carnal y otro de exhibicionismo y provocación sexual. No obstante, la defensa del procesado, ejercida por los letrados Adrián Valero y Viorica Colceriu, esgrimieron entre otras cuestiones que su cliente tiene un implante subcutáneo de un pequeño trozo de peine en el pene, al cual no hizo referencia en ningún momento la víctima.

Si bien la sentencia considera irrelevante que la menor no recordara dicho paralelepípedo de silicona incrustado en el pene, y que no se ha podido establecer la fecha de su implantación, los forenses argumentaron que las desproporción anatómica con una niña de siete años hacen inviable cualquier intento de relación sexual completa sin causar unas lesiones y desgarro evidentes que en su día no fueron detectados. 

El ponente echa en falta que no se haya practicado ningún examen ginecológico a la menor y que tampoco se explorara a su hermana, de doce años en el momento de la denuncia y que también podría haber sido víctima. Así, aprecia «un déficit significativo en la investigación del caso». Por todo ello, la Audiencia finalmente absuelve al acusado al argumentar que «resulta preferible la posible absolución de un culpable, antes que el riesgo de condenar a un inocente».