“Me golpearon en la cabeza, en la cara y en todo el cuerpo”. De esta manera se expresó Diego M. en el juicio que se celebró este viernes en Barcelona por el brutal ataque homófobo que sufrió el 12 de enero del 2019 en el Metro de la capital catalana. Ese día, a las 6 de la mañana, iba a trabajar cuando un grupo de jóvenes entró en el vagón en el que viajaba. Primero burlas por su condición de homosexual y después, al bajar del convoy en la estación de Urquinaona, fue empujado y tras caer al suelo agredido “con las manos y con los pies”, como recordó un vigilante que le auxilió. Dos de esos supuestos agresores se sentaron en el banquillo de los acusados. A un tercero se le retiró la imputación, mientras un menor ya fue condenado. La fiscalía sostuvo que fue “un ataque en grupo” y reclama para los dos encausados cinco años de prisión por un delito de lesiones con el agravante de discriminación por orientación sexual.

“Cuando entré el vagón había un grupo de cuatro o cinco personas. Noté algunas miradas de desaprobación. Me senté y uno de ellos se puso a mi lado y comenzó a hacer gestos afeminados, de burla. No dije nada y me cambié de sitio. El chico me siguió y volvió a sentarse a mi lado. Le pregunté si ocurría algo, se levantó y empezó a increparme. Me preguntó si era maricón y le dije que sí, que era maricón y él un tonto”, aseguró en la vista Diego, que portaba ese día una camiseta que se relaciona con el movimiento gay, según dijo el mismo. “Los otro le animaban, le daban la aprobación y se reían”, aseguró la víctima, que entonces tenía 23 años.

Al ver que la situación se podía complicar todavía más, se dirigió al interfono de emergencia y avisó a seguridad. Al llegar a la estación de Urquinaona, descendió del vagón. Creía que todo había acabado, pero no fue así. Los agresores le siguieron y se apearon. En el andén, le empujaron por la espalda y le tiraron al suelo. Los golpes le llovían. “Opté por una posición defensiva y me enrosqué en el cuerpo. Vi que no podía defenderme”, relató Diego. “Me golpearon por todo el cuerpo”, insistió, para después añadir que uno de los jóvenes había grabado con el móvil. “Ninguno de ellos me intentó ayudar”, recaló. Uno de los golpes le impactó en el ojo. “Les dije: parar, parar, por favor”, declaró.

"Me cuesta ir cogido de la mano con otro chico"

El ruido y los gritos alertaron a los vigilantes del Metro que acudieron al lugar y retuvieron a los atacantes, entre ellos a los acusados, hasta que llegaron los Mossos. “No puedo decir quién me agredió, pero sí que era el grupo que estaba en el metro”, afirmó Diego. La paliza que recibió, según sus palabras, le han dejado secuelas psicológicas, como episodios de ansiedad, y una pequeña marca debajo de un ojo. “Me fui de Barcelona”, agregó. A partir de eses día, reconoció, “me cuesta mucho ir cogido de la mano con un chico” y mantiene siempre una actitud vigilante. “No podemos permitir estas conductas”, aseveró su abogada, Laia Serra, que reprochó a los imputados que no han hecho ningún gesto hacia la víctima.

Los acusados solo contestador a las preguntas de sus abogados defensores y negaron haber agredido a Diego. Uno de ellos, en cambio, sí que reconoció que algunos de sus amigos golpearon a la víctima y que él simplemente intentó separarlos. “Iban muy borrachos”, justificó. Además de la fiscala y la abogada de la víctima, actuaron como acusación el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat, que reclamaron pena de cárcel. Todos pusieron de relieve la credibilidad de la versión de la víctima. Las defensas intentaron demostrar las pruebas y se refugiaron en la versión de sus clientes. El juicio, que fue aplazado el pasado mes febrero, quedó visto para sentencia.