La joven detenida el pasado viernes, tras confesar que había matado a un hombre a cuchilladas en Cullera, está ingresada desde ayer tarde en la planta de la Enfermería de la cárcel de Picassent reservada a internos con patologías psiquiátricas. La jueza de Instrucción número 1 de Sueca, en funciones de guardia, decretó pasadas las 13.30 horas de ayer prisión comunicada y sin fianza para la acusada, E. H. D. M., de 18 años, pero matizó que fuese ingresada en la «unidad psiquiátrica penitenciaria correspondiente» después de que fuese explorada por un médico forense desplazado desde el Instituto de Medicina Legal (IML) de València a petición precisamente de la magistrada.

Sin embargo, la prisión valenciana no dispone de una unidad psiquiátrica como tal, por lo que Instituciones Penitenciarias (IIPP) debería plantear su traslado al psiquiátrico penitenciario de Fontcalent, en Alicante, ya que el centro de Picassent ni siquiera dispone de psiquiatras. Asociaciones de ayuda a reclusos con enfermedad mental, como Àmbit, han criticado en numerosas ocasiones la falta de recursos en salud mental, que ataña ya a la mitad de la población reclusa valenciana, mientras que sindicatos penitenciarios como Acaip-UGT han reivindicado que se acelere el proyecto de centro penitenciario psiquiátrico previsto por IIPP en Siete Aguas.

La exploración forense de la joven, diagnosticada de esquizofrenia desde hace tres años, es una de las diligencias practicadas ayer por la jueza tras recibir en calidad de acusada a la presunta homicida, quien había pasado los dos días anteriores, primero en un calabozo de la Guardia Civil, y después en la unidad de Psiquiatría del Hospital de la Ribera, adonde fue conducida para que los médicos lograsen estabilizar la descompensación de su enfermedad mental.

E. H. D. M. llevaba tres años diagnosticada de esa patología mental y la familia ha pasado un calvario intentando buscar una ayuda que no ha llegado a tiempo, tal como adelantó este diario el pasado sábado. 

Nadie la quiso internar a tiempo

De hecho, desde hacía más de un año, una trabajadora social del Ayuntamiento de Cullera estaba ayudando a la madre de la chica, entonces aún menor de edad, en la tramitación del expediente de discapacidad ante la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas, que aún no había obtenido respuesta, así como en la búsqueda de que alguien decretase el internamiento de la joven durante los episodios más críticos, para poder ser tratada de los constantes brotes psicóticos que sufría. Pero no lo logró.

Fuentes próximas a la familia han reiterado a este periódico que esa situación desesperada, a la que ni la madre ni el hermano de E. H. podían ya hacer frente, porque la chica se escapaba constantemente de casa y eran incapaces de controlarla sin ayuda profesional externa, les había llevado «a temer lo peor. O que ella se quitara la vida, o a que terminase matando a otra persona. Y eso es lo que ha ocurrido. Se tenía que haber evitado y se podía haber evitado».

Bajo la influencia de un brote psicótico

Según todos los indicios, la muerte a cuchilladas de su víctima, Luis Ferrando, de 41 años, se produjo precisamente durante uno de esos brotes psicóticos. Lo atacó mientras dormía, en la cama principal de su domicilio, en la calle Blasco Ibáñez de Cullera, y luego arrastró dos metros el cuerpo hasta dejarlo en la despensa de la galería, donde lo cubrió con enseres y trapos. Pero ni siquiera limpió la sangre.

Se fue a la calle, con la cara, las manos y la ropa ensangrentadas, recorrió 500 metros por las calles de Cullera y se metió en el mar para lavarse. Solo entonces alguien llamó al 112. La Guardia Civil y la Policía Local la sacaron del agua y ella afirmó haber sido violada, lo que puso en marcha el protocolo que pasó por llevarla al hospital. Horas después, regresó a casa con su madre, una vez que los ginecólogos lograron explorarla y determinar que no había señales de agresión sexual. Eso sucedía le jueves.

Un día después, el viernes, acudió a la Policía Local y confesó el crimen. Dos horas después, agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Carlet hallaban el cadáver de su víctima en la despensa.