Janner Eduardo J. O., el hombre que huyó a Suiza tras estrangular presuntamente a su pareja y ocultar su cadáver en el maletero del coche, en agosto de 2020 en València, es juzgado desde ayer por un tribunal de jurado. El presunto asesino machista de Yesica Gularte, una auxiliar de enfermería de 31 años y origen uruguayo, se enfrenta a quince años de prisión, según la petición del Ministerio Fiscal, por un delito de homicidio con las agravantes de parentesco y haber cometido los hechos por razones de género.

«No quise en ningún momento lastimarla, yo solo quería irme a Colombia, y me vi superado por la situación», alegó ante los miembros del jurado el acusado, quien confiesa que estranguló a su novia, con la que llevaba unos nueve meses de relación, pero matiza que el crimen se produjo durante un forcejeo, según él, «en un momento de arrebato», atenuante que solicita su defensa, ejercida por los letrados Andrea Sáez y Daniel Sánchez.

Junto a esta circunstancia que atenúe la pena, la defensa también plantea otras dos circunstancias que rebajen la hipotética condena, la de confesión, ya que según mantiene su cliente, se iba a entregar cuando fue detenido en Suiza. «Llamé a mi primo para que comprara el pasaje para volver a València», argumentó. Y la de reparación del daño, después de que al comienzo de la sesión sus abogados aportaran el justificante del pago de 8.000 euros para la madre de la fallecida en concepto de responsabilidad civil.

Las restricciones de vuelos a Colombia por la pandemia evitaron que el presunto asesino huyera a su país

Durante su lacrimógena declaración, el procesado aseguró que cuando se dio cuenta que la había matado trató de suicidarse tomándose unos fármacos que había en una mesita. «Tenía asco y rabia de mí, si hubiera tenido un revólver lo hubiera usado para acabar con todo, no quería seguir viviendo», insistió.

No obstante, la Fiscalía no alberga dudas sobre el móvil machista del crimen y considera que el acusado estranguló a su compañera sentimental con la clara intención de acabar con su vida «para impedir que dejara de permanecer a su lado». Como es, por desgracia, habitual en este tipo de asesinatos, prefería verla muerta a la posibilidad de que su novia iniciara una nueva vida lejos de él.

La versión que dio ayer Janner Eduardo J. es totalmente opuesta. Según el acusado, era él quien quería cortar con Yesica. «La decisión estaba tomada, yo solo quería marcharme y acabar con esta relación que no iba a ninguna parte», indicó, explicando que la discusión comenzó al ver la víctima sus maletas en la puerta.

Testigos auditivos del crimen

Para tratar de justificar parte del contenido de la discusión que escucharon unos vecinos, citados hoy como testigos, el procesado reconoce que en un momento dado es ella quién le pide que se marche de casa –es eso lo que escuchan los vecinos, tal y como informó en su día Levante-EMV– y que él se niega porque no son horas. De igual modo relató que las peleas entre ellos eran frecuentes desde que comenzó el confinamiento por la pandemia.

Además el acusado trató de desacreditar a su víctima, insistiendo en que padecía «un trastorno de la personalidad, cambios bruscos de humor», e incluso le achacó que tenía algún tipo de síndrome de Diógenes. Los conocidos y amigos de la pareja, muchos de los cuales declararán hoy, relatan hechos bien distintos, como el control que ejercía Janner hacia su pareja y que la responsable y la que trabajaba, aportando un sueldo estable en la relación de convivencia, era Jesica.

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El crimen se produjo en la medianoche del 24 de agosto de 2020 en el domicilio que compartían junto a un amigo –que no se encontraba esa semana en la casa–, en la calle Pablo Meléndez de València, en el barrio de Patraix. El cadáver de Yesica no fue localizado hasta cinco días después, en el maletero de su vehículo, un Citröen CS, cubierto de tierra de jardín, estacionado en un descampado muy próximo al domicilio, después de que una amiga denunciara su desaparición.

Respecto a cómo y cuando bajó el cadáver desde un cuarto piso sin ascensor hasta el coche, por qué lo movió apenas unos metros del lugar donde estaba aparcado y si trataba de ocultar el olor de la descomposición con la tierra apenas hizo referencia alguna –nadie le preguntó por estas cuestiones–. Lo que sí reconoció es que pretendía marcharse a su país natal y que no pudo por las restricciones de vuelos internacionales a Colombia por el covid, de ahí que optara por viajar a Ginebra (Suiza) el día 27, donde fue detenido posteriormente el 3 de septiembre de 2020 en base a una orden internacional contra él, tras las investigaciones del grupo de Homicidios de la Policía Nacional. La pandemia se alió en este caso con la Justicia evitando que el presunto criminal pudiera escapar a otro continente.