Ya hay sentencia en un caso que conmocionó a la provincia el 1 de enero del 2018. La muerte de un agricultor de la Vall d’Uixó, de 70 años, que recibió más de 100 mordeduras a manos de una jauría de perros acaba en una pena de dos años y medio de cárcel para Gregorio Bermejo, dueño de los animales. Así lo ha estimado la magistrada del Juzgado de lo Penal número 2 de Castelló en una resolución a la que ha tenido acceso Mediterráneo, del grupo Prensa Ibérica. Además, fija en 619.664 euros las indemnizaciones para los hijos de la víctima --también recibirán lo que correspondería a su madre, fallecida--.

Según declara probado la magistrada, el ya condenado acogió durante unos 15 años a perros abandonados, sin ningún tipo de licencia. Las instalaciones en las que tenía a los animales --un supuesto refugio-- "tampoco reunían las medidas necesarias para impedir que los animales abandonaran dicho lugar" y el "enrejado era precario e insuficiente".

La sentencia recoge, de forma contundente y a lo largo de 46 folios, que Gregorio Bermejo tenía 13 perros a los que permitía moverse libremente y sin sujeción alguna, siendo la mayoría de ellos "potencialmente peligrosos" y "pese a ser conocedor de que sus canes ya habían protagonizado ataques a personas, puesto que el procesado fue objeto de investigación tras las denuncias".

El ataque mortal

El día de los hechos, cuatro de los perros que poseía el condenado se escaparon y acudieron a unos 500 metros de distancia en línea recta hasta el huerto de olivos de la víctima, donde esta se encontraba trabajando. "Procedieron a atacarle, dándole mordiscos por todo el cuerpo hasta que, poco antes de las 21.00 horas, los hijos del agricultor se personaron en la finca, extrañados de su tardanza", reza el documento judicial.

A la llegada de los familiares, encontraron al fallecido todavía con vida, tirado en el suelo y pidiendo ayuda. Lo trasladaron al Hospital la Plana de Vila-real, donde acabó muriendo por síndrome de disfunción multiorgánica, a causa de múltiples heridas complejas por mordeduras.

La autoridad judicial considera que existe prueba válida y suficiente para considerar acreditada la participación directa de al menos tres de los perros de Gregorio Bermejo, identificados por ADN, en las heridas que causaron la muerte de la víctima, quien para repeler el ataque trató de subirse a un olivo y, después, intentó refugiarse en un quemador, donde fue encontrado, malherido.

Respecto a la peligrosidad o no de los animales, la magistrada concluye que son cruces de varias razas que, si bien no puede incluirse en el listado de perros potencialmente peligrosos, sí cumplen con dos de las características exigidas para ser considerados como tal: una fuerte musculatura y un aspecto robusto y poderoso; y un marcado carácter, que hizo que actuaran "en manada, multiplicándose su capacidad lesiva".

El acusado en su declaración en el juicio negó que fueran peligrosos, sostuvo que eran cruces e incidió en que verdaderamente ningún perro era suyo y que no sacaba ningún beneficio.