Nadie asesinó a Olga Pardo. Desorientada y bajo los efectos de los tóxicos, dio vueltas y más vueltas, primero en un autobús de la EMT de València y luego, caminando, hasta que la fatalidad hizo que cayera a la Real Acequia de Moncada en Benimámet. Era sábado, 3 de abril de 2021. Con el cuerpo magullado y un golpe en la garganta, fue encontrada muerta tres días después y seis kilómetros aguas abajo, en la entrada de la acequia a Massarojos, dando lugar a una intensa e impecable investigación que ha permitido resolver el misterio más de un año más tarde

Aunque el grupo de Homicidios de la Guardia Civil de València tenía claro que no se trataba de un asesinato desde hace tiempo, los forenses han necesitado más de un año para concluir que la muerte fue accidental. Ahora, el juez está a punto de archivar el caso

Así, el último informe de autopsia establece que murió «por un proceso asfíctico» (esto es, por asfixia), siendo la causa más probable la sumersión». En palabras simples, se ahogó. Y prosigue el informe que «la causa intermedia tendría un origen tóxico», ya que los fármacos antidepresivos y la cocaína hallados en su sangre habrían provocado «una disminución del tiempo de reacción y de tolerancia a la hipoxia». En otros términos, que el estado de desorientación que le produjo la ingesta de medicamentos, cocaína y alcohol impidió que reaccionara cuando cayó al agua, lo que favoreció que se ahogara.

La Guardia Civil rastreó todos los teléfonos con conexión a las antenas que cubren el punto donde cayó al canal e investigó a los vecinos de Benimámet

En un primer momento, los forenses habían concluido, en el informe preliminar de la autopsia, que había muerto estrangulada, lo que convertía el caso en un homicidio y como tal se investigó de una manera «increíblemente exhaustiva», afirman fuentes jurídicas. 

¿Marcas de estrangulamiento?

Los médicos habían llegado a esa conclusión porque el cuerpo presentaba erosiones y contusiones entre la garganta y la barbilla, con afectación del hueso hioides, precisamente el que suele mostrar daños cuando ha habido estrangulamiento. Ese primer diagnóstico, provisional porque debía ser confirmado con otros análisis, como el toxicológico y el histopatológico encargados al Instituto Nacional de Toxicología de Barcelona, condicionó todo el trabajo de la Guardia Civil

El caso fue asumido por el grupo de Homicidios de la Comandancia de València, que rastreó el entorno inmediato de Olga, que tenía 43 años. La mujer era consumidora habitual de drogas y alcohol y ya había intentado varias veces su deshabituación. Las últimas noticias de ella se tenían el sábado, 3 de abril de 2021. Esa tarde, Olga estaba en el piso del valenciano barrio de La Torre en el que vivía con dos hombres: el dueño de la vivienda, con quien tenía una cierta relación sentimental, y un amigo de este al que había acogido meses atrás.

Varias cámaras la grabaron deambulando sola y desorientada entre el Palacio de Congresos y el río

Ese día, en la vivienda solo estaban Olga y el segundo de los hombres. Pasadas las cinco, Olga decidió ir al supermercado próximo a su casa para comprar una botella de licor. El amigo la acompañó pero salieron por puertas distintas –según él, porque ella no quería pagar la botella y él no quería verse envuelto en ese hecho–. Luego, aseguró haberla visto caminando hacia la parada del autobús. Le había dicho que se iba a la Malva-rosa para comprar drogas. No volvió a verla ni a hablar con ella.

Los investigadores comprobaron que el hombre decía la verdad. Lo documentan las cámaras del supermercado y el posicionamiento del móvil de él, que no se movió de La Torre en las siguientes 48 horas. Quedó descartado como sospechoso.

El siguiente paso fue el dueño del piso, el supuesto 'novia' de la mujer. Tanto él como su amigo declararon que se había ido el fin de semana a casa de su padre, en un pueblo de València. Su teléfono, que tampoco se movió de ese lugar, ratificó su coartada.

Tercer sospechoso descartado

Había un tercer sospechoso: un conocido de Olga, consumidor habitual de cocaína, que la había amenazado poco antes porque, según su testimonio, él había pagado sendas papelinas y la mujer nunca se la pagó. Homicidios le investigó a fondo y acabó descartándolo, tanto por la geolocalización de su móvil como por otras indagaciones.

Durante la investigación, averiguaron que, efectivamente, Olga se subió en un autobús junto a su domicilio y acabó en otro de la línea 99, que recorre la ciudad desde el Cabanyal hasta el Palacio de Congresos. Allí, en la última parada, el conductor le pidió que se bajara. En el trayecto, se la ve en las grabaciones consumiendo alcohol de la botella, hablando sola y con aspecto y actitud de estar severamente intoxicada

Deambulando sola por la calle

El grupo de Homicidios reunió más imágenes: las de varias cámaras de seguridad de entidades bancarias y establecimientos de la avenida de Pío XII que la captaron en un recorrido errático. Primero desde el Palacio de Congresos hacia el antiguo cauce por una de las aceras, y luego la vuelta atrás por la contraria. En ese momento, había restricciones a la movilidad por la pandemia que impedían la deambulación a partir de las diez de la noche. Eran ya casi las once. De hecho, en todas las imágenes aparece andando sola. Y desorientada.

El cuerpo estaba magullado tras recorrer seis kiómetros, arrastrado por la corriente del canal de riego

Dado el lugar en el que apareció el cuerpo, en la acequia de Moncada, en Massarrojos, los investigadores recorrieron el sentido inverso y averiguaron que, casi con toda certeza, había caído al agua en el primer punto que ese canal está descubierto tras pasar por Paterna: junto a la rotonda de entrada a Benimámet, a menos de un kilómetro del último lugar donde su imagen quedó registrada por las cámaras.

Una investigación impecable

Para descartar la posible intervención de terceros, investigaron a todos los vecinos de esa área de Benimámet. Callejón sin salida. Además, rastrearon no solo las últimas llamadas y todos los mensajes de Olga, sino también todos los tráficos telefónicos de las antenas que dan cobertura al tramo entre el Palacio de Congresos y la acequia. Tampoco hubo resultados.

Lo mismo sucedió cuando escudriñaron sus redes sociales, especialmente su perfil en una aplicación de citas. Apenas tenía, y a los que investigaron, no tuvieron relación con ella ni ese día, ni en los previos. Todas las líneas de investigación quedaron agotadas y los investigadores concluyeron que, casi con toda seguridad, Olga falleció tras caer accidentalmente a la acequia dado el estado en que se encontraba. Lo refrendaba no solo cada uno de las hipótesis descartadas, sino incluso el hecho de que en su cuerpo, magullado por los casi seis kilómetros que recorrió arrastrado por la corriente del agua, no hubiese ni una sola señal de lucha o defensa.

Pero quedaba un escollo: el dictamen forense provisional. Finalmente, tras más de un año, los médicos del Instituto de Medicina Legal (IML) de València han emitido el definitivo, en el que dejaban a un lado la tesis del homicidio y concluían que "lo más probable" es que muriese ahogada tras precipitarse accidentalmente en la acequia, y que no pudiese salir del agua por el «abuso de drogas», constatado con los análisis de su sangre, en los que se detectaron restos de fármacos y cocaína, ya diluidos por el tiempo transcurrido y la permanencia en el agua durante casi tres días.