Carpetazo a la investigación por la muerte del joven italiano cuyo cadáver fue encontrado en la calle con un traumatismo craneoencefálico y múltiples fracturas en la conocida zona de ‘Casitas Rosas’, en la Malva-rosa de València, hace justo un año, el 28 de octubre de 2021. Apenas habían pasado dos meses de su muerte cuando el Juzgado de Instrucción número tres de València decretó el sobreseimiento provisional de las actuaciones sin que tan siquiera se haya podido establecer si se trata de un homicidio o si Federico María Occhipinti, de 31 años, murió como consecuencia de una caída accidental desde una de las ventanas del bloque de pisos a los que habría acudido supuestamente a comprar sustancias estupefacientes.

Las indagaciones realizadas por el grupo de Homicidios de la Policía Nacional no han permitido identificar a ningún sospechoso relacionado con la muerte de este ciudadano italiano, afincado en València desde hace siete años, en los que ha estado viviendo como ‘okupa’ y a quien sus problemas de adicción le llevaron esa noche hasta el lugar donde encontró la muerte.

Pese a que hay muchas cuestiones que todavía están en el aire, la ausencia de autor conocido y la supuesta imposibilidad de un hilo del que tirar ha llevado al juez instructor a adoptar la decisión de sobreseer provisionalmente la causa. La familia del joven italiano no se da por vencida, y a través de su letrado, han presentado varios recursos para esclarecer su muerte.

Según las fuentes consultadas por este periódico, el resultado definitivo de la autopsia todavía no está, y pese a ello el caso figura archivado. Es más, inicialmente se apreció una herida en el cráneo compatible con un golpe realizado con un objeto contundente. A día de hoy los forenses no han podido establecer si Federico María Occhipinti murió por este traumatismo o tras caer desde una altura indeterminada.

Los últimos pasos del italiano

Este periódico ha tratado de reconstruir mediante las declaraciones testificales los últimos pasos de la víctima la noche entre el 27 y 28 de octubre del pasado año. Federico estuvo en casa de un amigo de origen rumano hasta las 20.00 horas, después acudió a la casa de otro, español, donde se encontró con un tercer amigo, con el que se iba a ir a Alemania en coche al día siguiente. Según figura en las diligencias, ambos cenaron juntos.

Pasadas las 2.30 horas entra en escena un cuarto amigo, al que apenas conocía desde hacía una semana tras coincidir en una fiesta rave. Ambos estuvieron consumiendo juntos en su casa –tomaron medio gramo de coca entre los dos–, según asegura dicho testigo. Allí estuvieron hasta las cuatro de la madrugada.

Posteriormente, y siempre según la versión de esta persona con problemas de toxicomanía, sacaron dinero en dos cajeros; 40 euros para el taxi y 100 euros para comprar más droga en una calle de la Malva-rosa.

La víctima presentaba una herida en el cráneo compatible con un golpe realizado con un objeto contundente

A las cinco de la mañana una patrulla de la policía identificó a Federico junto a dos hombres, uno de origen rumano y el otro español. Se supone que el amigo con el que había estado consumiendo, aunque no está claro el momento de la noche en el que sus caminos se separan.

De hecho, según la versión que dio a la policía dicho testigo, para justificar el trasiego de llamadas entre la víctima y él, cuando habló con Federico por teléfono por última vez a las 6.00 horas, éste le dijo que «quería estar solo». Entre las 6.25 y las 9.36 horas figuran cerca de una veintena de llamadas sin respuesta al teléfono de su amigo, quien ya estaba fallecido. ¿Preocupación o la búsqueda de una coartada?

A las 7.45 horas el joven italiano de 31 años es encontrado muerto por dos mujeres del servicio municipal de limpieza. Su cadáver está tendido entre la acera y el bordillo de la plaza Padre Francisco Camacho de València, en pleno centro neurálgico de las ‘Casitas Rosas’. Nadie ha visto ni escuchado nada. La ley del silencio impera en esta barriada.