Un matrimonio muere por la mala combustión de un brasero en Llíria

Los familiares de Wilmer y Nancy, de 56 y 55 años, piden ayuda para poder repatriar sus cuerpos a Ecuador, país del que emigraron por la crisis del 98

Imagen de archivo de un vehículo de la Guardia Civil.

Imagen de archivo de un vehículo de la Guardia Civil. / Levante-EMV

Con la llegada del frío y el encarecimiento de la luz eléctrica llegan de nuevo las tragedias de los temidos braseros y su mala combustión en espacios cerrados. Se les conoce como muerte dulce, porque sus víctimas no llegan ni a percatarse de que su vida se diluye de forma rápida mientras duermen y el monóxido de carbono se apodera de ellos, pero el dolor para los que dejan atrás es el mismo que la peor de las cuchilladas.

Así encontraron la muerte la noche del domingo un matrimonio de emigrantes de Ecuador, residentes en una urbanización de Llíria, según el resultado preliminar de las autopsias de ambos cadáveres. Wilmer Solano, de 56 años, y Nancy Edith, de 55, fueron localizados sin vida, ni signos externos de violencia, el lunes al mediodía después de que Wilmer no acudiera a trabajar esa mañana al taller de motos y bicicletas que regentaba en Benicalap.  

El matrimonio llegó a España huyendo de la crisis económica que azotó duramente su país en el año 98, inflación que terminó con la moneda nacional. Primero vino Wilmer, licenciado en Medicina, cuya profesión ejercía en Ecuador y quien tuvo que reinventarse como mecánico para salir adelante en Madrid. Tras un ir y venir entre Ecuador y España, en 2001 el matrimonio pudo traerse con ellos a sus dos hijas pequeñas de ocho años y la bebé de apenas siete meses. Finalmente ya asentada la familia, en el año 2003 se vinieron los dos hijos mayores.

Sus hijos se preocuparon al no acudir el hombre al taller de motos que regentaba en Benicalap

Ahora el deseo de la familia es que los cuerpos de Wilmer y Nancy Edith puedan regresar a esa Ecuador que los vio nacer y que se vieron obligados a abandonar en busca de un futuro mejor para sus hijos.

Para ello los familiares piden ayuda porque la repatriación de los cadáveres supone un coste de 10.000 euros, dinero que difícilmente van a poder reunir por sus propios medios, al ser una familia humilde y trabajadora. Nancy era ama de casa y en ocasiones ayudaba a una de sus hijas en su trabajo limpiando casas.

La habitación estaba cerrada

Los cadáveres de Wilmer y Nancy Edith fueron encontrados el pasado lunes en torno a las dos de la tarde cuando hijos del matrimonio acudieron a la caseta de Llíria en la que pasaban los fines de semana al no tener noticias de ninguno de ellos en toda la mañana. Wilmer debía de haber ido a trabajar al taller que regenta en Benicalap pero no acudió. Su mujer tampoco fue al domicilio donde tenía que ir a limpiar. Cuando sus hijos llamaron por teléfono ninguno de los dos les respondía.

Los cuerpos de ambos estaban en una habitación cerrada, sin ningún tipo de ventilación, y con un brasero de combustible sólido a los pies de la cama. Desde el primer momento, tanto los agentes de la Policía Local de Llíria como de la Guardia Civil, desplazados al lugar, sospecharon que se trataba de una muerte por una posible mala combustión del citado calentador.

La autopsia, realizada en el Instituto de Medicina Legal de València, confirmó estos temores y a falta de que se concluye el informe, la causa de ambas muertes es compatible con una intoxicación por monóxido de carbono. La pareja acababa de cenar y se habían acostado cuando les sorprendió la muerte. Al parecer, se levantaron de la cama para intentar escapar pero apenas pudieron dar unos pasos antes de perder el conocimiento.