Así era el narcopiso en el Raval de Miguel Ricart, el asesino de Alcàsser

Ricart y su compinche lanzaron la droga por la ventana cuando la policía llamó a su puerta

La verja metálica conducía al narcopiso de Ricart.

La verja metálica conducía al narcopiso de Ricart. / GUILLEM SÁNCHEZ

Guillem Sánchez

Los vecinos de Miguel Ricart sabían que aquel hombre cincuentón y de aspecto "cansado" que vivía en el primero tercera trapicheaba con droga pero no que fue condenado por los asesinatos de Alcàsser. El nombre de este municipio, que remite a uno de los peores crímenes de la historia de España, tampoco les hubiera dicho mucho: en este bloque del Raval en el que nació en 1916 el poeta Lluís Gassó –según reza una plaza colgada junto al portal de la finca– apenas quedan españoles. Este diario ha hablado con cuatro vecinos: una suiza, un matrimonio albanés y, a través del interfono, un varón de acento argentino que ha preferido no hacer declaraciones. Al saber por EL PERIÓDICO (perteneciente al mismo grupo editorial que Levante-EMV) del pasado de Ricart, el rostro de los primeros ha palidecido.

En la finca todos sabían que en ese apartamento se vendía droga. Ricart, como ocurre con casi todos los narcopisos, no se esforzaba en ocultarlo. Era un problema para la pareja de Albania, que se instaló en el edificio hace medio año y ha convivido desde entonces con el vaivén de toxicómanos que entraban y salían de su apartamento. También con llamadas a todas horas al timbre de compradores que, víctimas de la ansiedad, no atinaban a dar con el botón del narcopiso. La mujer albanesa se cruzó en una ocasión con una joven que pinchaba en la entrada. Su pareja, un hombre de menos de 30 años, se ha topado con varios adictos implorando ayuda.

"Le dije [a Ricart] que hiciera lo que quisiera con su vida pero que en este edificio teníamos que vivir todos y nosotros no podíamos aguantar esto", explica el hombre albanés. "Llegué a discutir con él", asegura, después de observar una fotografía de Ricart y añadir que actualmente presenta un aspecto algo más envejecido.

Según este vecino, Ricart evitaba el conflicto. Por más que elevara el tono de la queja, desesperado ante el rumbo de la escalera por culpa de los negocios de Ricart, este no se inmutaba. Afirma que el asesino de Alcàsser respondía simplemente con un "tranquilo, tranquilo" si le pedía explicaciones y también que, evitando cruzar con él la mirada más de lo imprescindible, Ricart seguía por la escalera hasta su narcopiso, que ocupaba ilegalmente. Se trata de un domicilio de doble puerta. En el rellano, asomando junto a la verja metálica, había instalado una cámara de vídeo. "¿Y este hombre mató a tres chicas"?, pregunta una y otra vez el vecino de origen albanés a este diario. "Qué hijo de puta", añade al final. La joven suiza, al saber que se ha cruzado por la escalera con un vecino con el pasado de Ricart, parece mucho más preocupada.

Drogas por la ventana

La operación policial que la unidad conjunta de los Mossos d'Esquadra y de la Guardia Urbana de Barcelona han activado contra el narcopiso de Ricart comenzó el martes poco antes de las seis de la tarde. Los policías traían una orden judicial y explicaron a los vecinos que iban a entrar al domicilio porque funcionaba como un punto de menudeo.

Ricart y un compinche trataron de esquivar la tromba policial tirando por la ventana un estuche con la droga y una báscula. Los policías se percataron del intento y lo desarmaron gracias a la colaboración de los residentes que les facilitaron acceso al patio interior donde cayó.

Al entrar en el narcopiso de Ricart los investigadores hallaron una jeringa cargada y preparada para ser inyectada. No es algo frecuente. Sí lo era en 2017, cuando estalló en el Raval el fenómeno de los narcopisos en los cuales traficantes vendían heroína a consumidores que se pinchaban en el propio domicilio. Pero actualmente, tal como reveló EL PERIÓDICO, los narcopisos de Barcelona han dejado de funcionar como salas de venopunción clandestinas. En el barrio del Raval siguen activos una veintena de pisos en los que se vende droga, lejos de los sesenta que llegaron a coincidir a pleno rendimiento hace cinco años. Pero solo en algunos los traficantes consienten el consumo. Y bajo ningún concepto este puede ser con aguja: debe ser fumado. Ricart escapa a esa dinámica y en su narcopiso se vendía heroína y crack y estaba permitido fumar y también pincharse.

Los dos hombres a cargo del narcopiso fueron arrestados por tráfico de droga durante la operación y han pasado esta noche en el calabozo de la comisaría de Les Corts. Pasarán a disposición judicial en las próximas horas. O días. El grupo especializado en el problema de los pisos de la droga en el distrito de Ciutat Vella llevaba meses con la lupa puesta sobre el narcopiso de Ricart, aunque no descubrió que quién lo dirigía era el asesino de Alcàsser hasta hace pocas semanas, cuando lo reconoció un agente.

A pesar de que fue identificado con su DNI, Ricart no fue detenido entonces porque no pesa sobre él ninguna orden de detención pendiente. Descubrirlo generó inquietud entre los policías, que han aguardado la llegada de la orden judicial que les ha permitido finalmente irrumpir en el narcopiso de Ricart pendientes de que no huyera.

Miguel Ricart Tárrega (Catarroja, 1969), también conocido como 'el Rubio, es el único condenado por el triple crimen de las niñas de Alcàsser. Junto con Antonio Anglés, en busca y captura desde hace casi tres décadas, Ricart secuestró, torturó, violó y asesinó en 1992 a Miriam García, a Desirée Hernández y a Toñi Gómez, tres adolescentes de 14 y 15 años que desaparecieron cuando hacían autoestop en el municipio valenciano. Tras cumplir 20 años de condena y peregrinar por Francia y Madrid, Ricart se instaló en el Raval, para montar un narcopiso.

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