“Si hubiera ido a matarlo le habría dado 37 cuchilladas y una de propina”

El acusado de asesinar a machetazos a su vecino en Manuel alega que actuó en legítima defensa cuando su víctima lo introdujo por la fuerza en su garaje

El septuagenario acusado de asesinar a cuchilladas a su vecino en Manuel.

El septuagenario acusado de asesinar a cuchilladas a su vecino en Manuel. / I. Cabanes

Una supuesta legítima defensa, esa es la tesis que mantiene el hombre de 72 años acusado de asesinar a machetazos a su vecino en la localidad de Manuel en junio de 2020. “Defendiendo mi vida he causado una desgracia”, ha reconocido ante el jurado popular Enrique Vicente M. F., quien ha insistido una y otra vez que no tuvo intención de acabar con la vida de José Ramón Escrivá, de 45 años, al tiempo de que sí dejaba entrever con sus declaraciones el odio que tenía hacia su víctima. “Si hubiera ido a matarlo le habría dado 37 cuchilladas y una de propina”.

El presunto asesino, que se enfrenta a una petición de pena que asciende a lo 28 años de prisión, sostiene que fue la víctima quien lo introdujo por la fuerza en su garaje tras amenazarle con un cuchillo. No obstante, tanto las pruebas testificales practicadas en el juicio como la lógica indican lo contrario.

El acusado portaba un cuchillo, tipo machete, de 34 centímetros de longitud, con el que asestó a su víctima hasta tres heridas, una de las cuales le seccionó la arteria aorta. Según alega, había salido de casa de noche con dicha arma blanca, de gran tamaño, para desmontar la cubierta de una bicicleta que había visto esa misma tarde en un contenedor. Según su versión, esperó sentado en una calle próxima a que se hiciera más tarde para no pasar por delante de la casa de este vecino con el que estaba enemistado. «Me esperé a las doce porque a esa hora ya tendría que estar durmiendo», argumenta de forma recriminatoria, como si la víctima no pudiera llegar a su propia casa a la hora que le diera la gana.

El crimen se produjo la noche del 3 de junio de 2020 en la vivienda de la víctima, en la localidad de Manuel. El Ministerio Fiscal y la acusación particular, ejercida por el letrado Christian Freile, aprecian la circunstancia de alevosía ya que el ataque se produjo de forma sorpresiva, tras permanecer el acusado agazapado detrás de unos contenedores a la espera de que llegara este vecino del municipio, al que ya había denunciado hasta en nueve ocasiones –y éste siempre había sido absuelto–. Asimismo, aprovechando el momento en el que las puertas del garaje estaban abiertas y que Ramón entraba para aparcar, el septuagenario se coló en la vivienda portando dicho machete.

“He vivido un calvario, él era el brazo armado de su familia de acólitos”, sostiene el presunto asesino sobre su víctima

«He vivido un calvario, él era el brazo armado de su familia de acólitos», relató el procesado sobre el supuesto acoso que decía sentir por parte del fallecido, cuya madre era vecina suya. Al parecer, al acusado se le había metido en la cabeza que esta persona le amenazaba, envenenaba a sus animales y por todo ello, según alega, temía por su vida. Aunque los numerosos testigos del municipio que han comparecido en la vista hoy han explicado que la situación era bien distinta y era la víctima quien había sido amenazado de muerte y estaba harto de las denuncias de este conflictivo vecino, con una personalidad litigadora, según han indicado los psiquiatras forenses.

Esa misma tarde, horas antes de perpetrar el crimen, ya se había cruzado con su víctima en un bar de la localidad y le había realizado gestos amenazantes pasándose el dedo por el cuello. Hecho que el acusado niega, atribuyendo a su oponente haberle realizado este mismo gesto. Además, el septuagenario alega que cada vez que le veía, este vecino le hacía gestos obscenos y cortes de manga.

Además de insistir en que fue su víctima quien lo introdujo dentro del garaje, el acusado alega que esta persona, al que atribuye conocimientos de artes marciales que no tiene, le atacó con un cuchillo y que por eso tiene un corte en la mano izquierda al intentar defenderse. Aunque los forenses aclaran que no se descarta que fuera él mismo quien se lo causó de forma accidental en «la dinámica caótica de la lucha».

El acusado alega que portaba el cuchillo, tipo machete, para desmontar la cubierta de una bicicleta

Tras negar haber acuchillado a su víctima a traición con el machete que portaba, según él para cortar los cables de una bici, el procesado reconoce que José Ramón se apartó de él tras recibir las primeras acometidas, pero no supo explicar por qué entonces no se marchó de la casa si seguía la puerta del garaje abierta y supuestamente solo estaba «defendiéndose».

Los gritos de auxilio de la víctima alertaron a su hijo y a su mujer, que acababa de llegar con él en coche y había subido un poco antes para ir al servicio mientras su marido aparcaba. Ambos vieron al presunto asesino sobre el agredido, que estaba en el suelo ensangrentado y tratando de defenderse con el palo de un rastrillo. De hecho, fue la propia mujer quien se lo quitó de encima. «Mi marido se levantó como pudo, tambaleándose ando dos o tres pasos y se desplomó», recuerda la testigo.

El Ministerio Fiscal solicita 28 años de prisión para el acusado, concretamente 23 años por el asesinato y cinco por un delito de robo con violencia en casa habitada ya que tras el ataque huyó de la vivienda después de apoderarse del teléfono móvil de su víctima. Sobre este aspecto el acusado ha explicado que se confundió porque estaba oscuro y se le habían caído las gafas y que lo cogió pensando que era el suyo.

La clave está en la imputabilidad del acusado

Por su parte la defensa, ejercida por la abogada Victoria Bermejo, aprecia varias eximentes, entre ellas la alteración psíquica de su cliente, al sostener que Enrique Vicente M. tenía «un realidad distorsionada» sobre lo que le pasaba y no era plenamente consciente de sus actos, aunque los médicos forenses del Instituto de Medicina Legal de València descartan que padezca ningún tipo de trastorno de la personalidad ni que sufriera ninguna descompensación psiquiátrica. Para rebatir dichas afirmaciones la defensa ha aportado una perito de parte.

De igual modo la defensa considera que se da la circunstancia de miedo insuperable y una atenuante por haber colaborado con la Justicia tanto entregándose a la primera patrulla de la Guardia Civil con la que se cruzó esa misma noche, como indicándoles el lugar donde arrojó el arma.