La presunta infanticida de Vilamarxant: «El niño está arriba»

Cristina S. N., que saltó de pie desde la azotea de unos vecinos tras degollar a su bebé en la bañera, no dijo a los agentes que estuviera muerto

Minuto de silencio en Vilamarxant por el bebé encontrado degollado

Ignacio Cabanes

La presunta infanticida de Vilamarxant, que sigue hospitalizada en la unidad de Reanimación del Hospital La Fe de València con politraumatismos, fractura de pelvis y de tobillos, tendrá que ser sometida a una primera evaluación psiquiátrico forense tan pronto como su estado de salud lo permita para que el Juzgado de Instrucción número uno de Llíria tenga la información necesaria para adoptar cualquier tipo de medida cautelar. 

Aunque todo apunta a que en la mañana del pasado lunes la mujer degolló a su bebé de un año tras sufrir un posible brote de una incipiente enfermedad mental agravada por una supuesta depresión posparto, a los investigadores de la Guardia Civil hay aspectos que no les encajan sobre la actitud de la presunta asesina si en realidad no era plenamente consciente de sus actos.

Por un lado, que ocultara a los agentes de la Guardia Civil que la atendieron en un primer momento el hecho de haber matado a su bebé. La mujer, que todavía estaba consciente cuando llegaron y que presentaba graves lesiones en zona inferior del cuerpo, les manifestó: «El niño está arriba», pero sin darles indicaciones del lugar y de si el pequeño Eric estaba vivo o muerto. Es más, los agentes requirieron la presencia de los bomberos para acceder al inmueble y no sabían realmente qué se iban a encontrar cuando entraron en la casa, situada en la calle trasera del lugar en el que se precipitó la madre del menor.

Así, localizaron una mantita llena de sangre en la bañera –lugar en el que presuntamente habría asesinado al menor– y siguiendo el reguero de gotas de líquido rojo llegaron hasta un trastero en la terraza del piso superior del ático, donde yacía el cuerpo sin vida del bebé.

También llama la atención el extraño intento de suicidio de la mujer, quien tras coger una escalera del trastero saltó a la terraza de otra finca y fue caminando por la repisa que da al deslunado, sin saltar al vacío, lo que hubiera supuesto una muerte segura, hasta llegar al otro lado de la manzana donde se dejó caer de pie, como así indican las lesiones que presenta en las extremidades inferiores, para acabar sobreviviendo a la caída desde una cuarta altura.

La Guardia Civil encontró una nota manuscrita en la vivienda en la que la presunta parricida dejaba constancia de sus supuestas ideas paranoides y persecutorias. El contenido de la misma tendrá que ser analizado en profundidad por especialistas del Instituto Armado y expertos en psiquiatría.

Expertos en psiquiatría forense tendrán que evaluar su estado mental una vez esté en condiciones de declarar

Sobre la posible enfermedad mental que pudiera padecer la mujer, que no estaba diagnosticada todavía, agentes del Emume de la Guardia Civil, encargados de la investigación, estuvieron recabando información ayer en el municipio y tomando declaración a varios testigos, entre ellos el padre del niño –militar de profesión– en dependencias de la Guardia Civil de Llíria. 

Según las fuentes consultadas por este periódico, la mujer padecía una depresión posparto tras el nacimiento el 22 de febrero de 2022 de su único hijo. Algunas fuentes indican que ya había sido atendida por los servicios médicos, aunque no consta ningún expediente abierto en los Servicios Sociales, ya que se encontraba en una fase muy incipiente de una supuesta enfermedad mental.

Al ayuntamiento de Vilamarxant tampoco le consta ningún expediente sobre una posible atención de la mujer en los servicios municipales por problemas de salud mental, ni en el sistema de violencia de género. «No sabemos qué ha sucedido pero deberíamos reflexionar sobre los problemas de salud mental», matizó el alcalde Xavier Jorge.

Serán los médicos forenses expertos en psiquiatría los que determinarán si en el momento del crimen sufrió algún tipo de brote y el grado de imputabilidad de la presunta asesina.

Dos días antes celebraron el cumpleaños del niño en su casa

Más allá de la soledad que transmitía Cristina, con sus familiares a varios kilómetros de distancia (en Murcia y Catalunya), y sin apenas vida social, el día a día de la presunta infanticida era normal, centrada en su único hijo, como cualquier madre, y sin que hubiera dado razones para preocuparse por la seguridad e integridad del menor.

Apenas dos días antes de la tragedia, el matrimonio estuvo celebrando el primer cumpleaños de su hijo en su casa con unos amigos con total normalidad, según pudieron escuchar los vecinos de la pareja. «No era habitual que tuviera visitas, por eso nos llamó la atención que hubiera fiesta», apunta un vecino de la finca de la calle Pobla de Vallbona de Vilamarxant donde se produjo el crimen.

La infanticida dejó su trabajo en un almacén de ropa tras el embarazo y apenas tenía vida social

Cristina S. N., de 36 años, trabajaba en un almacén de ropa de la localidad, puesto de trabajo que dejó tras su embarazo. Con quien más relación tenía es con su madre, residente en el municipio murciano de Águilas. La mujer se trasladó a Vilamarxant tras el nacimiento de su nieto para echarle una mano a su hija. Sin embargo, una semana después se tuvo que marchar porque su otra hija, hermana gemela de Cristina, también iba a dar a luz.

La madre comentaba que ambas hermanas son completamente distintas, mientras a una la describe como puro nervio, Cristina es «paz y tranquilidad».