Joaquín Ferrándiz y sus cinco víctimas

Ferrándiz vive sus últimos días en la cárcel tras asesinar a 5 mujeres

El sistema penal y penitenciario le reconoce el derecho a rehacer su vida tras 25 años entre rejas

Ferrándiz vive sus últimos días en la cárcel tras asesinar a 5 mujeres

Ferrándiz vive sus últimos días en la cárcel tras asesinar a 5 mujeres / mónica mira. castelló

Mónica Mira

El próximo sábado, Joaquín Ferrándiz, el hombre que asesinó a cinco mujeres en Castellón entre 1995 y 1996, será libre. Ha saldado la deuda que le reclamó la Justicia en cumplimiento de las condiciones que establecen el Código Penal y el sistema penal y penitenciario de este país. Un hecho objetivo y con pocos matices. Tras imponerle la pena que se consideró más acorde a lo que establece la ley para la gravedad de sus crímenes, se le debe reconocer el derecho de reinserción en la sociedad y así será.

Las leyes no contemplan -no se les puede pedir algo semejante- las cicatrices que ciertos actos criminales imprimen en la memoria, y a esa sociedad a la que vuelve JFV le cuesta bastante olvidar según qué hechos.

Los nombres propios de quienes ya no están se diluyen, llegan a perderse -algo que no sucede con el criminal-, pero hay muertes que permanecen para siempre, que por el impacto que produjeron son pérdidas colectivas. Las de Sonia Rubio Arrufat, Natalia Archelós Olaria, Francisca Salas León, Mercedes Vélez Ayala y Amelia Sandra García Costa están entre ellas. Cinco fotografías, en eso han quedado, tristemente vinculadas a la crónica negra de Castellón y de España, y que merecen todas las reflexiones que las ayude a permanecer.

Durante los próximos días hasta el sábado, cuando las puertas de la prisión se abran para el asesino en serie de Castellón, este periódico dedicará un espacio a hacer memoria de lo que sucedió. Recordaremos no por sacar más punta a un lápiz que ha dado casi todo de sí de tanto escrito y analizado, sino por la necesidad de incidir en que detrás de un criminal atroz hay seres humanos inocentes, siempre lo son, porque la culpabilidad le pertenece en exclusiva al verdugo, y porque la vida no sigue para todos.

«No recordaba ni su cara»

JFV le dijo a la criminóloga Carmen Balfagón que no recordaba «ni que cara tenían» las tres mujeres a las que abandonó en Vila-real. Sobre sus crímenes le dijo que «no se piensa, es como un autómata. La mente no da para más y yo creo que se puede tender a hacerlo más fácil».

El cadáver de Sonia lo dejó abandonado entre unos arbustos entre Benicàssim y Orpesa. A Amelia la encontraron de una forma muy similar en una balsa de Onda. Tras su detención por estos dos crímenes, reconoció haber hecho lo mismo antes con Natalia, Mercedes y Francisca, cuyos cuerpos descompuestos fueron hallados en la zona de Vora Riu en Vila-real.

Otras mujeres tuvieron más suerte. Víctimas también de JFV, fueron agredidas o frustraron los planes del violador confeso y pusieron a las autoridades sobre su pista. Su papel valiente y determinante merece un espacio en cualquier retrospectiva.

JFV puede haberse rehabilitado por completo, no puede descartarse esa posibilidad, pero sus acciones le acompañarán de por vida, incluso le sobrevivirán. Ha pagado, cierto, pero siempre será el asesino de Sonia, Natalia, Francisca, Mercedes, y Amelia.

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