Más de 30 llamadas en apenas ocho días desde el teléfono del presunto homicida de su pareja a Onute, viuda del hombre asesinado en la urbanización Kentucky de Gandia, en abril de 2021, después de recibir cinco disparos y dos golpes mortales en el cráneo con una barra de hierro. Y justo dos días antes del crimen se corta supuestamente todo tipo de comunicación entre ellos. Esta relación entre ambos y los supuestos malos tratos que sufría esta mujer parecen estar detrás del móvil que presuntamente habría llevado al acusado –pendiente de veredicto de un jurado popular– a terminar con la vida de Rolandas Paradnikas, de 43 años y nacionalidad lituana.

Sin embargo, al viuda de Rolandas niega que tuviera cualquier tipo de relación amorosa con la persona acusada del homicidio e incluso en sala asegura que nunca ha sufrido malos tratos por parte de su compañero. Una vez fuera de los juzgados reconoce a Levante-EMV que éste le pegaba pero, como suele ocurrirle a muchas víctimas de la violencia machista, Onute justifica los malos tratos de su pareja, achacándolos al exceso de consumo de alcohol de ambos, y confiesa que lo perdonaba porque Rolandas era «bonita persona, me compraba flores y muchos regalitos»

La noche del 30 de abril de 2021 señala que salió a comprar al supermercado pescado y cervezas, recuerda Onute, también lituana. Cuando regresa a casa, una vivienda donde vivían como okupas en la calle Garceta Blanca de Gandia, ve que Rolandas no está. Le llama al móvil, pero nadie responde. 

Cuando sale a buscarlo ve que hay una ambulancia en el parque y mucha policía, pero nadie le dice nada, además no habla bien español. Hasta que su hermana llega y le da la noticia: «Tu novio está muerto». 

Onute confiesa que desde el primer momento sospechó de Arunas A., el acusado para el que la Fiscalía solicita una pena de quince años y medio de prisión por un delito de homicidio con la agravante de abuso de superioridad y por la tenencia ilícita de armas. «Solo pudo ser Arunas, él no tenía más enemigos», puntualiza sobre la posibilidad de que otra persona le hubiera atacado esa noche. No obstante, ante el jurado la mujer dijo no recordar las supuestas amenazas de Arunas, quien tiempo antes del crimen ya le había dicho a Rolandas que le iba a pegar un tiro.

Sobre las pintadas halladas en el muro de la casa, tanto antes del crimen como después de los hechos, en el que alguien pintó con un spray un corazón y una cara sonriente, Onute tampoco se muestra contundente y dice no haberlas visto.

En lo que sí insiste es en que colaboró con la policía en todo momento para hacer regresar a España al principal y único sospechoso del crimen, quien se marchó a Lituania en coche en la madrugada del día 3 de mayo. Así lo demostró el GPS de su vehículo, donde los agentes hallaron dos botes de pintura de aerosol y una carpeta con fotos de Onute.

Sobre si Arunas estaba obsesionado con ella, Onute explica que no lo sabe, pero admite que cuando el sospechoso volvió a Gandia cuatro meses después del homicidio, éste le pidió que se casaran. A lo que ella se negó. «Rolandas era mi novio, para mí Arunas no es nada», mantiene. El acusado está ahora a la espera de que el jurado dicte su veredicto y determine si los múltiples indicios que apuntan hacia él son suficientes como para lograr una sentencia condenatoria.