Juicio a Tuvi: "Asesinó a Wafaa y la tiró al pozo para evitar que le denunciase por la agresión sexual"

La fiscal incide en el «sufrimiento y el dolor» al que David S. O. sometió a la joven, "a la que tuvo horas dominada y sometida" sin poder defenderse

"¿Por qué no está la camiseta de Wafaa? Porque se la quedó como trofeo", afirman las acusaciones

La defensa ya no habla de trastorno mental: lo cambia por obcecación

"Aquí solo hay una víctima y es Wafaa. Ella es quien no va a tener Navidad, quien ya no va a viajar, ni a tener familia, quien no podrá quedar con sus amigos, ni ver a los suyos, porque es ella quien ya no tiene vida, y no el acusado, que no es ningún pobrecito, como dijo su defensa, porque a él lo único que le va a pasar es que va a tener que responsabilizarse de lo que hizo y permanecer mucho tiempo en prisión". Son palabras de la fiscal Carmen Nicasio Aliaga en su brillante alegato final, en el que repasó, uno a uno, los puntos en los que sustenta su acusación y que persigue que a David S. O. se le condene a prisión permanente revisable.

Por eso, recordó este jueves al jurado, en esta octava y última sesión del juicio, que "él tenía claro que tenía que acabar con la vida de Wafaa, porque le conocía, era su amigo, y tenía que evitar que ella le denunciase por la agresión sexual, por eso siguió hasta matarla, hasta asegurarse del resultado final", sentencia. Y para sustentarlo recordó que "la tiró al pozo cuando aún estaba viva" y puso en marcha toda una serie de acciones "meditadas", como deshacerse del móvil de ella, borrar las conversaciones con Wafaa en el suyo propio, trasladarla en su coche, vender ese vehículo al mes del asesinato o la casa del pozo a los 10 meses del crimen, acciones con suficiente eficacia "como para lograr mantener oculto el cuerpo de su víctima durante 19 largos meses". "Nada de eso es impulsivo", remató.

Violada cuantas veces quiso

Rechazó, como pretendía la defensa, que se le deba aplicar a Tuvi una atenuante de confesión. "¿Qué confesión?", se preguntó, "si lo único que ha hecho es decir dónde estaba el cuerpo y ¿saben por qué? Porque la Guardia Civil iba a desmontar la casa entera durante el registro con tal de dar con Wafaa, con su madre delante, y quiso evitarlo. Eso es lo único que hizo", defendió.

En cuanto al crimen, recordó al jurado todas las circunstancias "objetivas", "halladas en el cadáver", que "nos dicen que hubo un sufrimiento gratuito, lento, para buscar la dominación y el control de Wafaa. ¿Se la imaginan, ahí, sola con él, en esa casa? Desnuda de cintura para abajo, expuesta, sometida a las torturas de los tiros con esa escopeta enorme que daba miedo, que aquí vimos y escuchamos, y acuchillada, había cuerdas, cintas, azadas... Torturada y sin posibilidad de defensa. A su merced. Aquella tarde, harto de soportar sus desaires y negativas, se vengó de ello y, aunque no podamos acreditarlo, la sometió a cuantas agresiones sexuales con penetración le dio la gana. Dispuso de más de tres horas para demostrarle quién mandaba esa tarde. Y lo hizo. Pero es que les recuerdo que estaba desnuda, que fue desnudada por él despojándola del pantalón, con sus genitales al aire, que le rompió el sujetador para dejar sus pechos al aire. Y eso, que sí está acreditado, eso, de por sí, ya un delito contra la libertad sexual", el que trató de ocultar asesinando a su víctima.

Un psicópata y un manipulador

Después, llegó el turno de las dos acusaciones particulares. El penalista Juan Carlos Navarro construyó un relato a partir de dos conceptos. El primero, que David S. O. es un "perfecto estratega que ha intentado jugar una partida de ajedrez con todos nosotros. Quiso simular lo contrario, pero es más listo que el hambre". Y el segundo, que "es un psicópata, que no es una enfermedad mental, sino una forma de ser, perfectamente conocida por los psicólogos y los criminólogos".

Para asentar el primero, hizo el recorrido por los cambios de estrategia de Tuvi a lo largo del tiempo: busca un psiquiatra para que le haga un informe seis días después de que tenga que declarar, por primera vez, dentro de la investigación por el asesinato de Isabell Raducanu y de su hija nonata de 37 cuchilladas; reconoce por primera vez que mata a Wafaa, pero lo relata casi como si ella tuviese la culpa y reivindica ser llevado a un psiquiátrico, seis días después de que lo imputen oficialmente por ese crimen cometido en Xàtiva; la madre busca una cita médica en 2018, justo cuando se produce la primera denuncia y condena por malos tratos a su entonces novia... "¡Claro que es un estratega!". 

Y en cuanto a la psicopatía, repasó sus rasgos, desde la manipulación a la falta de empatía, pasando por el fetichismo criminal: «¿Por qué el cuerpo de Wafaa conservaba todas las prendas menos la camiseta? ¡Porque se la quedó como trofeo, para retener su olor!».

1.471 días esperando el juicio

Y llegó el turno del otro abogado de la familia de Wafaa, el también penalista Jesús Ruiz de Valbuena, que dio las gracias al jurado y al resto del tribunal, pero sobre todo a la familia, de quien destacó la paciencia de «la madre, el padre y los hermanos, que han tenido que esperar 1.471 días sin Wafaa hasta llegar a este juicio». 

Sobre los hechos, expuso y analizó, una a una, las 25 pruebas, desde el propio cuerpo de la víctima, a los mensajes y escuchas, pasando por la autopsia o las declaraciones de testigos y peritos, con que cuenta el jurado para llegar a la convicción de que David S. O. no mató, sino que asesinó a Wafaa, porque se aseguró de que no pudiese defenderse y se ensañó con ella «porque era mujer y porque era argelina», y que lo hizo "después de haber atentado contra su libertad sexual" y para ocultar lo ocurrido, lo que lo hace acreedor de la única condena posible, la de prisión permanente revisable.

La defensa: "Muerto el perro, se acabó la rabia"

La defensa del acusado, ejercida por el abogado Vicente Benavent, volvió a hacer gala de un lenguaje machista y xenófobo durante su informe final, del que destacan, a efectos de condena, dos aspectos: que ya no considera que su cliente padezca un trastorno mental que impida su condena –"no está chiflado", fue el término– y que lo que cometió fue un homicidio, pero no un asesinato. A cambio, pretende que se le atenúe la condena por obcecación, por confesión y por consumo de tóxicos.

Y para convencer al jurado osó poner en el mismo plano a víctima y autor. "No sé qué me duele más si ver a David aquí o a Wafaa muerta, porque muerto el perro, se acabó la rabia, porque los muertos ya no sufren", aseguró sin pestañear, en ese estilo irrespetuoso que le caracteriza y que lleva desplegando desde el primer día.

La amiga de Wafaa estalla

Y no paró ahí. "Ella, la pobrecita, ya está muerta, está en paz, en perfecto estado, pero él, un chico joven, de buena familia y de buena posición económica, no merece pasar el resto de su vida en prisión". Y siguió: "Me duele en el alma pensar...". No pudo acabar la frase. Amina, la amiga de Wafaa, presente en la sala, estalló. Con la voz quebrada por el llanto, se levantó airada y le espetó mirándole a la cara: "¿Que le duele en el alma? ¡A mí me duele en el alma Wafaa, que no voy a volver a verla nunca! A mí sí se me parte el alma, que nunca más tendré a Wafaa. ¡¡Nunca!!", tras lo cual salió de la sala deshecha en lágrimas, acompañada de Nabil, el padre de la víctima, antes de que la magistrada pudiese siquiera reaccionar.

Después, siguió despreciando y denostando a cuantos testigos le hicieron daño a su estrategia, desde los forenses -estuvo especialmente despectivo con el médico que expuso la autopsia y las lesiones, de quien dijo que le "recordaba a Julio Iglesias", por exponer los hechos de pie, micrófono en mano-, a los guardias civiles, a los psiquiatras - "la Psiquiatría", despreció, "esa cosa etérea"-, al preso de confianza que relató al jurado cómo Tuvi le confesó, con una sonrisa, que mató y violó a Wafaa. También hubo alusiones al "exceso de libertad que hay hoy en día", comentarios homófobos, críticas "porque ahora está de moda echar por tierra lo que hicimos en América" o afirmaciones machistas del estilo "¿cuándo se produce el sí es sí? ¿con un papel firmado ante notario en esos momentos?".

La última palabra: "Aquí se han dicho muchas mentiras"

Tras otra larga diatriba, en la que volvió a equiparar el asesinato de Wafaa -"ese que dicen que ocurrió", desliza- con el encarcelamiento de su verdugo: "¿Qué es peor, morir físicamente o morir emocionalmente pasando toda tu vida en la cárcel?", acaba con una advertencia al jurado: "Tenemos que tener mucho cuidado con lo que hacemos".

Y llegó el turno de última palabra para el acusado. Caída la máscara, habla normal. Ya no hay balbuceos ni monosílabos. "Quiero pedir perdón a la familia de Wafaa. A la madre, al padre y a los hermanos. Y...", hace una pausa, cabizbajo. Parece el perdón de alguien a quien le han obligado a pedirlo. Levanta la cabeza y vuelve a hablar, ahora con más énfasis: "Y decirle al jurado que se han dicho muchas mentiras en este juicio, de los testigos, de mis amigos, que lo tengan en cuenta...", se pone las manos en la cara, como si fuese a llorar, pero no sigue sin haber lágrimas. Y sigue: "Que todo eso es mentira y que si me quieren preguntar algo, les contestaré, sobre los hechos". La magistrada le recuerda que "ahora ya no, ya le preguntaron en su momento. ¿Algo más quiere decir?". "Pedir perdón, no sé... Estoy nervioso". Y se vuelve a su asiento.

El lunes, los nueve miembros del jurado recibirán el objeto del veredicto y se retirarán a deliberar.

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