“Yo no obligué a nadie a subir a mi coche”, alega el joven ebrio que mató a una menor de 15 años

El acusado se enfrenta a cuatro años de prisión por un delito de homicidio por imprudencia, conducir bajo la influencia del alcohol y causar lesiones a otros tres ocupantes del vehículo

Alega que estaba “probando” el coche cuando colisionó contra una palmera en el polígono de Corbera llevando a tres chicas menores en la parte trasera y a un amigo de copiloto

Juzgado por el homicidio imprudente de una menor de 15 años tras un accidente en Corbera

Ignacio Cabanes

Tras un día de capea en Sueca, con diversión y alcohol, un grupo de jóvenes se marchó a un polígono de Corbera a seguir la fiesta. El botellón acabó en tragedia con la muerte de una menor de quince años. Un joven, de 21 años, al volante de un Ford Escort, en el que iban otros cuatro ocupantes -el copiloto y tres chicas de entre 15 y 16 años- perdió el control del vehículo y acabó colisionando contra una palmera. “Yo no obligué a nadie a subir a mi coche”, ha alegado en el juicio el acusado de un delito de homicidio por imprudencia grave, conducir bajo la influencia del alcohol y otros tres delitos de lesiones, también por imprudencia grave.

El accidente mortal se produjo la noche del 27 de septiembre de 2020 cuando según la versión del acusado, estaba “probando” el coche, propiedad de su tío, con tres menores de edad en los asientos traseros del vehículo y un amigo de copiloto. La Fiscalía, que solicita cuatro años de prisión para el procesado, considera que el acusado circulaba a velocidad excesiva y después de haber ingerido bebidas alcohólicas, lo que le producía una notable disminución de sus facultades psicofísicas con el consiguiente riesgo para otros usuarios de la vía y de los ocupantes del propio vehículo.

Ebrio, exceso de velocidad y maniobras bruscas

Además de la afectación de la ingesta de alcohol (dio unas tasas de 0’53 y 0,52 miligramos de alcohol por litro de aire espirado) el acusado efectuó de forma voluntaria un cambio brusco de dirección que provocó que perdiera el control del vehículo, que derrapó lateralmente y colisionó fuertemente contra una palmera.

Fruto del siniestro los cuatro acompañantes resultaron heridos. La más grave una menor de quince años, quien sufrió un traumatismo craneoencefálico por el que ingresó en estado de coma en el Hospital La Fe de València. El 22 de octubre de 2020, antes de cumplirse un mes de su hospitalización, la adolescente falleció debido a las graves lesiones sufridas.

Entraron en el coche para protegerse del frío

Las otras dos menores que iban en la parte trasera del vehículo, y que también sufrieron graves lesiones, aseguran que entraron al coche para protegerse del frío y confirman la conducción temeraria y a gran velocidad en la que iba el conductor. Asimismo, aseguran que la víctima mortal pidió al acusado hasta en al menos dos ocasiones que parara el coche, que se quería bajar.

Ambas jóvenes han declarado detrás de parabán muy afectadas al recordar lo ocurrido. Confiesan que desde ese día sus vidas cambiaron completamente. De hecho se encuentran bajo tratamiento psiquiátrico por las secuelas emocionales.

Una de ellas explica que su por entonces pareja le gritó para que se bajara del coche antes de arrancar, pero el conductor no paró ni les dejó salir. “Iba muy rápido, tiramos a buscar los cinturones y no había”, recuerda sin poder contener la emoción al recordar esos instantes de pánico. El vehículo solo contaba con tres cinturones, los dos delanteros y el del asiento tras el conductor.

Por su parte, el joven que iba de copiloto, y que también resultó herido, ha admitido también “la conducción un poco brusca” de su amigo, quien le estaba “enseñando las características del vehículo”. El testigo, que asegura que no se percató del estado en el que estaban las chicas que iban detrás y no recuerda si le pidieron que parara, sí reconoce que en la recta final antes de la curva el conductor iba “bastante más rápido”. “Noté el miedo de la velocidad que cogió”, confiesa.

Un testigo sacó a la menor del coche

La defensa de la compañía de seguros, responsable civil subsidiaria del siniestro mortal y de las lesiones que sufrieron los tres supervivientes, trata de acreditar que no existe una causa directa entre el fallecimiento de la menor y el siniestro y esgrime que de no haber sido sacada del vehículo y colocada en una posición indebida por un testigo no se habría producido su muerte y los servicios médicos habrían podido salvar su vida. No obstante, la acusación particular considera esta hipótesis una mera conjetura que descartan los informes médicos tras permanecer la víctima casi un mes en coma por el traumatismo craneal sufrido tras la colisión contra la palmera cuando el acusado, haciendo caso omiso a la petición de las menores, que le pedían que parara, aceleró todavía más el coche y realizó maniobras temerarias.

En la primera sesión del juicio, celebrado en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Valencia, también ha declarado el agente de la Policía Local de Corbera que confeccionó el atestado del accidente. El policía afirma que el encausado presentaba "síntomas evidentes" de su afectación por el consumo de alcohol, como habla pastosa y confusa, pupilas dilatadas, así como un comportamiento raro, con respuestas repetitivas e incoherentes. En la prueba de alcoholemia que se le realizó dio un resultado positivo de 0,53 milígramos de alcohol en la primera prueba, y de 0,52 mg/l en la segunda. Además en el vehículo siniestrado hallaron botellas de alcohol y bebida energizante.

Versión del acusado

Pese a estas pruebas, el procesado niega que condujera influido por el alcohol. Según su versión, estuvo en una capea en Sueca con unos amigos, donde se bebió "dos o tres güisquis", pero que sobre las doce de la noche dejó de consumir. La hora del siniestro no está muy clara. El acusado sostiene que llegaron al polígono de Corbera en torno a la una y cuarto de la madrugada, aunque ni los propios testigos coinciden en las horas. Asimismo, ha insistido en que solo quiso dar "solo una vuelta" a su amigo para enseñarle el coche, pero que su intención no era la de "alardear". De igual modo, remarca la antigüedad del vehículo, que tenía cerca de 40 años, y sin "seguridad ninguna", para justificar que cuando trató de girar en la curva no pudo controlar la dirección. "No pude hacer nada", asegura.

Respecto a la velocidad a la que circulaba, el joven reconoce que conducía a unos 50 kilómetros por hora -en un tramo cuya velocidad máxima es de 30 km/h- y al tomar la última curva "la dirección se puso dura" y perdió el control. Aunque los testigos aseguran que iba a mucha más velocidad pese a no ver el cuentakilómetros. En cuanto a la presencia de las botellas que se encontraron en el interior del vehículo, el acusado se justifica diciendo que eran de los que habían ido a la capea. "Yo conduciendo no bebí, solo en la capea y paré de beber allí", afirma.

Nadie llevaba puesto el cinturón

Asimismo, ha explicado que el turismo, que había pasado la ITV en marzo, solo tenía tres cinturones, los dos delanteros y el de detrás del conductor y que nadie lo llevaba puesto porque "solo era una vuelta". Además, ha afirmado que "en ningún momento" las chicas --que ya estaban en la parte trasera cuando se subió a él-- le pidieron bajarse del vehículo. Lo cual contrasta con las declaraciones de las víctimas. Las dos supervivientes han relatado que estaban muy nerviosas cuando se despertaron de golpe al arrancar el vehículo (se subieron al mismo para descansar y guarecerse del frío). Cuando trataron de ponerse los cinturones no los encontraban -solo una de las tres llevaba- y se pusieron a gritar que parase el vehículo porque tenían miedo. "No nos dio opción a bajarnos ni al arrancar ni durante el trayecto".

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