El dueño de un bar acusado de violar a una empleada alega que le echaron algo en la bebida

El presunto violador, que se enfrenta a 7 años de prisión, fue grabado por otro trabajador cuando forzaba a la víctima, de 20 años, estando ella inconsciente

Grabado mientras violaba en el coche a su trabajadora

Ignacio Cabanes

València

Una grabación con un móvil, en la que se observa claramente como el presunto violador se mueve sobre su víctima inconsciente en el asiento del copiloto de un coche e introduce su mano por debajo del vestido, haciendo movimientos de forma repetida, ha sido clave en el juicio contra el dueño de un bar de Silla que en agosto de 2022 fue detenido por agredir sexualmente a una de sus empleadas. Pese a esta contundente prueba, el acusado, que se enfrenta a siete años de prisión, alega que no recuerda nada y que alguien debió de echarle algo en la bebida. El mundo al revés, el presunto violador esgrimiendo ser víctima de sumisión química.

«Honestamente no recuerdo nada. Me desperté en un coche que no era el mío», trató de justificarse el acusado en el juicio celebrado ayer en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Valencia. Esa noche, tras acabar la jornada de trabajo en su restaurante de Silla, el dueño del negocio y cuatro de sus empleados se marcharon de fiesta a una conocida discoteca de la avenida Profesor López Piñero de València. Según coinciden tanto el procesado como los testigos, estuvieron en un reservado del local bebiendo licor, ginebra y chupitos.

Durante el tiempo que estuvieron en la discoteca, donde el acusado invitó a sus trabajadores, este estuvo realizando comentarios y gestos obscenos a dos de sus empleadas, llamando a la víctima «calientapollas». «A ella le tocó el culo un par de veces y a mí me dijo que se haría una cubana con mis tetas», relataba una de las trabajadoras que declaró ayer como testigo.

Los compañeros de trabajo que estuvieron esa noche confirman que la víctima se encontraba «muy bebida» y que sobre las siete de la madrugada tuvieron que acompañarla hasta el vehículo, donde la dejaron en el asiento del copiloto porque se estaba quedando dormida. «Estaba muy pasada, se iba cayendo por las esquinas de lo ciega que iba», recuerda la testigo.

Una molestia en la zona vaginal

Debido al consumo de alcohol, la joven, de 20 años, tampoco recuerda apenas nada de esos momentos, que la subieron al coche de su compañera y se quedó dormida. «Estaba como en coma», explicó ante los magistrados detrás de un parabán. Lo que sí que recuerda es que «notó una molestia en la zona vaginal».

Fue posteriormente, en el coche de regreso a Silla, cuando sus compañeros la despertaron y le dijeron que le tenían que enseñar algo. En ese momento le mostraron la grabación que uno de ellos había tomado con su móvil desde la ventanilla del coche. La prueba clave que demostraba que había sido violada estando inconsciente.

En un coche que no era el suyo

Tras salir de la discoteca, los compañeros de trabajo de la víctima la habían dejado en el asiento del copiloto durmiendo dado su estado, «al encontrarse indispuesta y mareada por la ingesta de bebidas alcohólicas». Los testigos se alejaron del coche y estuvieron hablando un rato mientras se les bajaba el alcohol para poder conducir de regreso a casa. Mientras que su jefe, el ahora acusado, se subió también en el asiento del conductor del vehículo de su trabajadora, con la falsa excusa de descansar, pese a que tenía su propio coche a pocos metros.

En un momento dado los testigos se percataron que el vehículo se movía y se acercaron al mismo. Debido al reflejo del sol -acababa de amanecer- uno de ellos se acercó a grabar con su móvil y fue cuando vieron la escena que no dejaba margen a interpretaciones.

«Estaba muy pasada, se iba cayendo por las esquinas de lo ciega que iba»

Los testigos aseguran que el acusado se dio cuenta de lo que había hecho e insistió en llevar a la víctima a casa, a lo que sus compañeros se negaron. Esa misma mañana la joven presentó denuncia ante la Guardia Civil y sus compañeros aportaron la grabación.

El acusado se enfrenta ahora a una petición de pena de siete años de cárcel por un delito de abusos sexuales con acceso carnal y al pago de una indemnización de 20.000 euros por daños morales.

Por su parte, la defensa niega que hubiera introducción de dedos, y basó todo su interrogatorio en probar que su cliente no portaba las manos manchadas, ya que la víctima confiesa que tenía el período. Además pide una eximente por consumo de alcohol. No obstante, el fiscal desmontó la tesis exculpatoria de que el acusado fuera especialmente ebrio, al reconocer que condujo hasta su casa de Silla sin problemas.

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