Ninguna de las seis cámaras analizadas por la Policía captó imágenes del único acusado del crimen del canónigo

Las del Arzobispado y de la Universidad Católica, no grababan; las de un hotel, ya no existían; la cámara de un supermercado estaba invalidada; y en las únicas dos válidas no se ve "a ninguno de los implicados en los hechos"

La Policía Científica, tras la segunda inspección ocular en el domicilio del canónigo asesinado.

José Manuel López

Teresa Domínguez

Teresa Domínguez

València

La defensa del único acusado oficialmente por el asesinato del canónigo emérito de la catedral de València Alfonso López Benito en la madrugada del 22 de enero de 2024 en el piso del Arzobispado de València que la víctima tenía cedido en el número 22 de la calle Avellanas, en pleno centro de València, está de enhorabuena. Al hecho de que no hubieran aparecido ni huellas ni ADN de Miguel V. N. ni en el cuerpo de la víctima, ni en la escena del crimen, ni en ningún punto de ese piso, se suma ahora el informe del grupo de Homicidios donde se puntualiza que ninguna de las seis cámaras de seguridad analizadas en los días posteriores al asesinato del cura apoyan la presencia del encarcelado en el lugar del crimen.

El informe es fruto de la exigencia a la Policía, planteada primero por el abogado de Miguel V. N., el penalista Jorge Carbó, y luego por el fiscal, que se adhirió, y del juez, que lo ordenó, para que los investigadores aclarasen su anterior respuesta, en un oficio emitido el 17 de febrero, en el que solo decían que las gestiones realizadas con las cámaras habían arrojado un "resultado negativo".

En este nuevo informe, sin embargo, ya dan cuenta de todos los dispositivos que revisaron y qué resultados concretos obtuvieron en cada uno de ellos, evidenciando, desde el inicio, que "no se encontraron resultados válidos para la investigación en ninguna vertiente" por dos razones: por un lado, que no había cámaras que hubiesen captado la imagen de Miguel V. N. porque o no funcionaban o no enfocaban a la calle, y por otro, que las que grababan la vía pública "no captaron a nadie que pudiera tener relación con los hechos investigados".

El oficio que firma el jefe del grupo de Homicidios le recuerda al juez que, como hacen en todas sus investigaciones, "una de las primeras gestiones es requisar y recabar todas las cámaras de seguridad que existan en las inmediaciones del lugar donde ha sucedido el hecho".

Las vías de huida más probables

El responsable de la investigación desgrana las cámaras que localizaron en seis localizaciones y cuyo contenido podía haber tenido interés. Son las ubicadas en las calles por las que debió haber salido quien mató a Alfonso López aquella noche y que necesariamente tuvo que salir por la puerta del número 22 de la calle Avellanas.

Los dispositivos CCTV analizados se encuentran en las calles más inmediatas a ese portal: la propia Avellanas, donde hay cámaras del Arzobispado -una está justo enfrente del 22, cubriendo una pequeña puerta lateral del edificio-, las de un supermercado, en el número 14, y las de un hotel, en el 10; la calle Cabillers, donde hay un dispositivo para proteger una galería de arte; la calle del Palau, con las cámaras de la Conselleria de Hacienda, en el número 14, y todas las frontales de la sede episcopal; y la plaza de l'Almoina, que en su número 3 tiene un dispositivo de grabación que la Universidad Católica de València (UCV) ha situado en el acceso a la oficina de nuevos alumnos.

La Policía añade en su oficio explicativo un mapa en el que han marcado cada una de las cámaras para entender de un vistazo que cubrieron el perímetro de huida más probable -en la calle del Milagro, otra posible vía de escape, no había ninguna CCTV-. Pues bien, los investigadores no lograron encontrar pruebas visuales de la presencia de Miguel V. N. en el número 22 de la calle Avellanas entre la noche del 21 y la madrugada del 22 de enero de 2024, cuando Alfonso López fue asesinado en el piso que se ubica en la quinta planta de ese edificio.

Las cámaras de la sede episcopal no graban

Para empezar, ninguna de las cámaras que cubren el perímetro del Arzobispado de València graba, especifica el informe. Es posible ver las imágenes en tiempo real, pero no se registran ni almacenan, proceso que está sujeto a una férrea normativa, la de protección de datos. Las de la UCV, simplemente no están en funcionamiento. O no lo estaban cuando la Policía las pidió.

Por lo que respecta a las del supermercado, la dirección en que está colocado el objetivo hace que, cuando se baja la persiana, tras el cierre del establecimiento, aquel queda cubierto por la persiana metálica e inutiliza su funcionalidad. En pocas palabras, deja de captar qué sucede en la calle.

En cuanto a las del hotel -tiene dos, una en cada puerta de la esquina que invade la calle Avellanas, por lo que habría grabado de frente y de perfil a quien hubiese pasado ante ellas-, explica la Policía que, cuando fueron a solicitar las imágenes "no disponían de las grabaciones del día de los hechos". Afirman que ello obedece a que su sistema de almacenamiento es de escasa capacidad y no permitió recuperar las imágenes del citado intervalo.

Y quedan dos. La de Hacienda, en la calle Palau, y la de la galería de arte, en Cabillers. Ambas funcionaban y grababan, pero en ellas "no se observó nada de interés para la investigación, ya que no aparecía ninguno de los implicados en los hechos".

Evidencias directas

Así las cosas, la Fiscalía continúa con el mismo escollo: relacionar directamente a Miguel V. N. con el crimen, más allá de que, tal como ha demostrado la Policía, él tenía en su poder las tarjetas y el teléfono del cura, él fue captado por las cámaras de dos cajeros y de unos grandes almacenes extrayendo 1.800 euros en tres veces y comprando un suéter y unas deportivas y él envió los mensajes con el móvil de Alfonso López suplantando su identidad la mañana del miércoles, 23 de enero, en las horas previas al descubrimiento del cadáver.

Pero no hay ADN suyo en el domicilio -aunque sí restos biológicos de dos varones desconocidos, uno de ellos en un lugar tan potencialmente incriminatorio como la funda de una de las almohadas donde fue estrangulada y asfixiada con un objeto la víctima- ni tampoco huellas dactilares, ni siquiera en el escritorio de donde fueron robadas las tarjetas -la Policía encontró ahí 10 huellas del asistente y 'guardaespaldas' de Alfonso López y otras cuatro, en el frontal de un cajón, que no han podido ser identificadas porque están deterioradas-.

Tampoco se ha podido probar su presencia en la vivienda a través del estudio de su móvil, que nunca se conectó a la wifi del router que daba servicio de internet al canónigo emérito. Únicamente, la evidencia de que el teléfono de Miguel V. N., que no ha podido ser analizado porque, asegura, se lo robaron tras quedarse dormido en un banco de la calle la noche antes de su detención, caminó en paralelo al de la víctima a partir de casi las cuatro de la madrugada. Un hecho compatible con la versión dada por el acusado este lunes ante el juez de que fue en ese momento cuando el temporero al que señala como autor material del crimen, un hombre colombiano al que identifica solo con el nombre de pila, M., le entregó el móvil y las tarjetas del sacerdote para que sacara el dinero.

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