«Ya me veía comiéndome los chorizos de la torrà en el ascensor»
Una vecina de Torrent se queda atrapada una hora y media junto a su marido durante el apagón justo al día siguiente de haberse quedado con su nieto

Ignacio Cabanes
El apagón eléctrico sorprendió a muchos valencianos en espacios cerrados y claustrofóbicos como puede ser un ascensor, mas aún si no puedes comunicarte y no sabes cuándo van a poder sacarte de allí. El Consorcio de Bomberos recibió cerca de 70 avisos de rescate en ascensores en la provincia de València, concentrados principalmente en València capital y grandes ciudades como Torrent, a los que se suman otros servicios atendidos por técnicos de ascensores o en los que los propios atrapados lograron salir por sus medios.
Pero de entre este centenar de casos llama la atención la historia de Concha Medina, una vecina de 63 años de Torrent, quien junto a su marido se quedó atrapada en el ascensor de la finca de su domicilio, en la calle Germaníes, por segunda vez y prácticamente a la misma hora que el día anterior, cuando fue un fallo en el aparato el que los dejó encerrados junto a su nieto de once años. «La coincidencia es que justamente el día de antes nos pasó lo mismo y a la misma hora cuando nos íbamos a un cumpleaños a la Patacona, lo cuentas y no te creen», confiesa Concha, quien reconoce que los veinte minutos que permaneció atrapada el día anterior le parecieron una tontería al lado de la hora y media de desesperación a oscuras y sin poder pedir ayuda externa, al caer las comunicaciones, atrapados por el apagón general.
«No sabes el tiempo que vas a estar ahí, y te entra una calor y unos nervios, es un poco desesperante»
Al matrimonio lo pilló cargado con las bolsas de la carne y el embutido que tenían que llevar para hacer una torrà con unos amigos en el Vedat de Torrent. Con el incidente del día anterior todavía reciente, en el que sí fueron rescatados por un técnico de ascensores en un tiempo relativamente prudencial, su marido, de 71 años, incluso le gastó la broma de decirle si se atrevía a coger el ascensor antes de bajar, o prefería por las escaleras -es un segundo piso e iban al garaje para coger el coche-.
«Le dije, venga ya hombre, y nada más darle al contacto de la llave para bajar al garaje, al momento se fue la luz. Nos quedamos con el pilotito que hay ahí arriba de emergencia», relata Concha. «Empezamos a llamar a la campana para que se conectaran con nosotros y no había manera. Llamé un montón de veces y nada», explica recordando la angustia que iba en aumento al ver que no tenían forma alguna de comunicarse.
Incomunicados
Probó con el teléfono de Emergencias 112 y daba error, con la Policía Local, los Bomberos, y aun número de atención para incidencias del ascensor, «y tampoco nada, no había manera de comunicarnos con nadie». Reconoce que le empezó a entrar «pánico porque no sabíamos lo que estaba pasando», y todavía más cuando unas vecinas que salieron al rellano al escuchar el follón les dijeron que era un apagón en todo el país.
«Primero que si es en toda València, luego nos dicen que en toda España. No sabes el tiempo que vas a estar ahí, y te entra una calor y unos nervios, es un poco desesperante», confiesa.
«Mi marido bromeó de si me atrevía a subir al ascensor de nuevo y nos volvimos a quedar atrapados»
La puerta exterior del ascensor la pudieron abrir los vecinos con una llave triangular, de la cual precisamente había hecho copias Concha al resto de moradores cuando estuvo de presidenta de la comunidad, pero la metálica corredera seguía cerrada y sin poder abrirla por la fuerza. Incluso algún transeúnte que pasaba por la calle se sumó al intento de rescate sin obtener resultados.
Finalmente, después de hora y media, Pepe empujando las puertas interiores logró que cedieran y las abrió lo suficiente para que pudieran saltar hasta el patio. «Ya me veía comiéndome los chorizos de la torrà en el ascensor», bromea ahora ya más tranquila la mujer. «Ahora me río pero en ese momento se pasa muy mal porque no sabes el tiempo que vas a poder estar, no te coge el teléfono nadie y no te puedes comunicar. Es muy desesperante, además yo soy bastante nerviosa, y me estaba entrando ya del todo», admite.
El día anterior la situación fue menos dramática. «También bajábamos al garaje y al momento hizo un ruido y se paró. Teníamos luz, tuvimos conexión con la emergencia desde dentro del ascensor y bueno, estuvimos solo 20 minutos esperando que viniera el técnico», recuerda Concha. Su nieto, que se estaba tomando el bocadillo del almuerzo dejó de comer. «Le pregunté si no tenía hambre y me dijo: Yaya, voy a dejármelo por si acaso se alarga», añade esta vecina de Torrent que desde ahora se lo va pensar dos veces antes de subirse a un ascensor. «Creo que el ascensor no lo voy a tocar en un poco de tiempo». n
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