El fiscal del crimen del canónigo pide que dejen de estar investigados el guardaespaldas y otro de los amantes

El Ministerio Público sostiene que no hay pruebas de su implicación en el crimen, ya que el ADN de ambos en la casa está justificado: el ‘asistente’ era un habitual del piso y el otro tuvo sexo con el cura horas antes del crimen

Los teléfonos de ambos posicionan lejos del piso el Arzobispado en el lapso de tiempo en que el sacerdote fue asfixiado

Levantamiento del cadáver del canónigo asfixiado, el día que fue encontrado su cadáver.

Agencia ATLAS

Teresa Domínguez

Teresa Domínguez

València

El fiscal que lleva la acusación pública en el caso del crimen del canónigo emérito de la catedral de València, Alfonso López Benito, que tenía 80 años cuando fue asfixiado en su cama del piso del Arzobispado en el que vivía la noche del 21 al 22 de enero de 2024, ha pedido al juez de Instrucción 19 de València que levante la imputación contra dos de los tres investigados en la causa: el guardaespaldas del cura y un hombre con discapacidad al que pagó el viaje desde su ciudad, en Extremadura, para mantener relaciones sexuales con él en esa misma cama donde fue asesinado un día más tarde.

El representante del Ministerio Público, Antonio Gastaldi, sustenta esa petición, cursada el miércoles, en que de las investigaciones practicadas hasta ahora no se desprenden indicios de la participación de ninguno de ellos en el crimen. El fiscal llega a esa conclusión a pesar, por ejemplo, de que el ADN del primero y sus huellas aparecen en distintos puntos de la casa. Así, la Policía Nacional detectó su perfil genético en un cepillo de dientes, en un baño secundario de la vivienda, y las marcas de sus dedos, en el escritorio donde Alfonso López guardaba, entre otros objetos y documentos, las tarjetas de crédito que le fueron robadas y que llevaba encima el único encarcelado por esta causa, Miguel Tomás V. N., o los siete pendrives que la Policía Científica confiscó en ese mueble pero cuyo contenido nunca ha sido analizado por decisión del juez.

ADN de los dos, pero sus teléfonos estaban lejos

Sin embargo, tanto el ADN como sus huellas se explican, a juicio de la Policía y de la Fiscalía, en que ese hombre era un habitual en la casa, ya que el fallecido lo tenía como una especie de asistente y guardaespaldas, que igual le arreglaba un desperfecto en la vivienda que le hacía de chófer o le prestaba servicios de ‘protección’ personal si el cura pensaba que podía tener problemas con uno de esos hombres mucho más jóvenes que él y en situación de vulnerabilidad extrema a los que recogía en la calle y llevaba a casa para mantener relaciones sexuales a cambio de algo de dinero. O de cobijo para pasar la noche o de un simple plato de comida para llevar.

En cuanto al otro investigado, el hombre con discapacidad al que Alfonso López captó merodeando por la estación de autobuses de València y a quien convenció con dinero para venir desde Extremadura a pasar con él lo que acabaron siendo sus últimas 48 horas, el fiscal también considera que no hay elementos que lo relacionen con el asesinato del canónigo. Ese hombre pasó a ser investigado porque su ADN apareció en la cama donde fue encontrado el cura, vestido solo con un calzoncillo verde y tapado con una sábana y una colcha fina hasta el pecho, a pesar de que era enero.

Pese a ello, de sus explicaciones, refrendadas con la investigación policial, ha quedado claro que su perfil genético estaba en esa sábana porque la noche anterior al asesinato durmió con el cura y mantuvo una relación sexual con el mismo -una masturbación recíproca, describió ante el juez el día que declaró como investigado- . A su favor está también el análisis de los movimientos de su teléfono móvil, que dejó de posicionar en el área de la calle Avellanas -la ubicación del piso de la víctima- a primera hora del domingo y se mantuvo todo ese día, incluido el tramo nocturno en el que se produjo el asesinato, en un municipio del área metropolitana de València donde reside su expareja, con la que mantenía una excelente relación tras el divorcio y a la que fue a visitar aprovechando que el cargo eclesiástico le había pagado el viaje.

Eso mismo sucede con el teléfono del asistente: no posiciona cerca del piso de la calle Avellanas, 22, propiedad del arzobispado, en el que vivía y fue asesinado el cura durante esa ventana temporal fijada como la hora de la muerte, esto es, entre las 22.00 horas del 21 y las 2.30 horas del 22 de enero de 2024.

Ahora, será el juez de Instrucción 19 de València, responsable del caso desde el inicio ya que estaba de guardia el día que el portero de la finca y un amigo de la víctima descubrieron su cadáver en la mañana del 23 de enero, quien decida si acepta o no la petición del fiscal.

El único investigado

En caso de que lo haga, el único que quedará como investigado por el homicidio del sacerdote es Miguel Tomás V. N., quien el pasado martes compareció ante el juez para escuchar la imputación de delitos de boca del fiscal y de su abogado, el penalista Jorge Carbó, quien ha solicitado que también se archive la causa contra él bajo el argumento de que no hay pruebas de su participación en la muerte de Alfonso López. 

El letrado se basa en que ninguna de las muestras de ADN aisladas en la vivienda es de Miguel Tomás V. N., en que tampoco han sido halladas sus huellas dactilares, su móvil no se conectó al router del cura esa madrugada -pese a que había estado varias veces en la vivienda, según se desprende de los wasaps que cruzó con la víctima en los meses previos al crimen- y en que tampoco su imagen fue captada por ninguna de las seis cámaras próximas al domicilio del cura que los agentes del grupo de Homicidios analizaron en su momento.

Gastaldi, por contra, lo considera, al menos de momento, único autor de ese homicidio, tal como adelantó Levante-EMV este jueves, pero dejando la puerta abierta a todo el posible abanico de grados de participación, desde que fuese el autor material a un cooperador necesario o, incluso, un mero encubridor. Cuando llegue el escrito provisional de acusación y el juicio con jurado, se verá por cuál de las tesis se acabe decantando la Fiscalía. Y si, para entonces, hay posibilidades de identificar, detener y acusar a ese temporero colombiano llamado M. y que en la época del crimen vivía en Natzaret que, según Miguel V. N., es el verdadero asesino de 'don Alfonso'.

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