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El juicio por el crimen del canónigo ya tiene fecha: será en enero y sin que se conozca al ejecutor del cura

El asesinato de Alfonso López Benito, que se celebrará del 26 de enero al 3 de febrero, llega al jurado con un único imputado y sin que se haya encontrado a la "persona no identificada" que el fiscal considera autor material del crimen

El canónigo Alfonso López Benito, en una foto de archivo. Tras él, el cardenal Antonio Cañizares, en ese momento, arzobispo de València.

El canónigo Alfonso López Benito, en una foto de archivo. Tras él, el cardenal Antonio Cañizares, en ese momento, arzobispo de València. / Alberto Sáiz/AVAN

Teresa Domínguez

Teresa Domínguez

València

Siete días. Ese es el tiempo con el contará el jurado para dirimir si Miguel Tomás V. N., el único detenido e imputado hasta ahora, es culpable de haber participado en el asesinato del canónigo emérito de la catedral de València Alfonso López Benito, de 81 años, asfixiado y estrangulado hasta la muerte en su cama, en un piso del Arzobispado de València, donde fue encontrado muerto y desnudo (solo llevaba un calzoncillo) en la mañana del 23 de enero de 2024, día y medio después del crimen. Así lo ha determinado el juez que presidirá el juicio con jurado, el magistrado José Antonio Mora Alarcón, quien ha determinado que la vista se celebre del 26 de enero al 3 de febrero de 2026 en la sala de jurado de la Ciudad de la Justicia.

El magistrado ha dado el visto bueno a la comparecencia de todos los testigos propuestos por el representante del Ministerio Público, Antonio Gastaldi, y por la defensa, ejercida por el letrado Jorge Carbó, pero advierte que no se admitirán como pruebas documentales ninguno de los atestados policiales o informes que constituyan relatos o interpretaciones a partir de declaraciones de testigos o de datos objetivos, ya que deberán ser los propios agentes quienes los expliquen de viva voz en el juicio y siempre a preguntas de las partes.

Esta decisión, que no deja de ser la exposición de lo que dicta la ley del jurado desde su entrada en vigor en 1995, es habitual escucharla en las vistas orales, pero nada común leerla en un auto de hechos justiciables, lo que le da cierto aire de advertencia en un caso que llega a la sala de vistas con más dudas que certezas. Incluso deja en el aire que pueda proyectarse al jurado un vídeo resumen aportado por la Policía cuando la Fiscalía les pidió "un atestado completo", vídeo que la defensa impugnó al entender que se trataba de un relato parcial y valorativo que no aportaba pruebas.

Sin evidencias físicas en la escena del crimen

En este sentido, cabe recordar que el único encausado por el crimen es ese hombre, Miguel Tomás V. N., en prisión desde su detención, el 24 de enero de 2024, a pesar de que hasta el fiscal ya recoge en su escrito de acusación provisional la más que probable posibilidad no solo de que haya un segundo autor, sino que ese segundo autor sea el único autor material. Máxime cuando no hay una sola evidencia física que pruebe la presencia de Miguel Tomás dentro del piso donde vivía el cura, es decir, en el escenario del crimen.

Así, tal como ha venido informando en exclusiva Levante-EMV, dentro del piso no hay ni ADN, ni huellas de Miguel Tomás V. N., era uno de los hombres que llevaba a casa el canónigo para mantener relaciones sexuales a cambio de dinero u otras prebendas. Tampoco su teléfono se conectó a la wifi del sacerdote ni hay constancia de su número en el registro del router del fallecido, ningún testigo acredita su presencia en el lugar ese día y, por si fuera poco, su imagen no aparece en ninguna de las seis cámaras de seguridad próximas al domicilio de la calle Avellanas donde está la vivienda en la que fue asesinado López Benito que fueron revisadas por la Policía Nacional durante la investigación.

Hallan muerto con signos de asfixia al canónigo de la Catedral de Valencia

Agencia ATLAS

El escrito del magistrado recoge en primer lugar ese relato de la Fiscalía, en el que considera que Miguel Tomás N. V. no fue la mano ejecutora del crimen, aunque pide para él 28 años de cárcel por asesinato, estafa y robo con violencia, tal como adelantó también en exclsuiva este diario, porque estima que tanto él como el posible autor material del crimen, esa "persona no identificada" -del único encarcelado no hay ADN en la escena, pero sí de un "varón desconocido" al que nunca se ha podido poner nombre y apellidos- estaban de acuerdo en el plan homicida.

Autor de la estafa, pero no del asesinato

Y esto es lo que discute, y discutirá en el juicio, el defensor, quien sostiene que Miguel Tomás N. V. es culpable del delito de estafa, es decir, de haberse lucrado con las tarjetas del cura robadas al cura aquella noche, con las que sacó 1.800 euros en varias extracciones, compró un suéter y unas zapatillas de marca en unos grandes almacenes y gastó una pequeña cantidad de dinero en comer y beber en bares modestos, pero que ni participó en el asesinato ni supo que estaba muerto hasta que se lo dijo ese otro hombre, Manuel, avanzada la madrugada del lunes, 22 de enero.

A favor de su versión, un dato: cuando el grupo de Homicidios lo detuvo, en el Hostal Abastos en el que se había alojado esa noche -las anteriores siguió durmiendo en la calle, como hacía desde medio año antes- solo llevaba encima 875 euros, esto es, la mitad de lo que había sacado en el cajero. La otra mitad, afirma, se la había dado a ese Manuel, a quien, señala el abogado de Miguel Tomás, la Policía no intentó buscar hasta abril de 2025, esto es, 15 meses después del crimen "y solo preguntando al presidente de una finca, después de que la defensa se interesara por si se había hecho alguna indagación para identificar y localizarle".

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