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CEPS

El satélite rojo del planeta Podemos

La fundación CEPS ha sido cantera de la plana mayor del partido de Iglesias y otros políticos de izquierda como Ignacio Blanco, Joan Ribó o Isaura Navarro

El satélite rojo del planeta Podemos

La demolición del muro de Berlín tenía desnortada a buena parte de la izquierda; un tal Fukuyama había decretado un año antes el fin de la historia con victoria por KO técnico del libre mercado, mientras el neoliberalismo hincaba el diente a los derechos sociales; el PSOE entraba en decadencia y España caía en la recesión. Corría 1993 y un puñado de alumnos y jóvenes profesores de la Universitat de València alumbraron en un bar la idea de montar una asociación para reflexionar y sensibilizar sobre la necesidad de «repensar las condiciones políticas globales para buscar alternativas democráticas». Casi nada.

La criatura fue bautizada como Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS) y en sus primeros pasos alumbró las revistas CEPS y Ágora-Revista de Ciencias Sociales. Entre los padres fundadores se encontraban el hoy catedrático de Derecho Constitucional Roberto Viciano y el profesor Rubén Martínez Dalmau, que se licenciaba ese año. De aquel núcleo originario formaban parte Dulce Contreras, Fabiola Meco, Isabel Luján, Adoración Guamán o Antonio Montiel. Este último es aspirante oficial a secretario general y candidato de Podemos a la Generalitat.

No es el único ni el más famoso de cuantos han pasado o siguen en CEPS y militan en el fenómeno político más espectacular de irrumpido en escena desde la Transición. Al margen de su coincidencia en Ciencias Políticas en la Complutense, toda la cúpula del partido, desde Pablo Iglesias a Carolina Bescansa, pasando por Íñigo Errejón o Juan Carlos Monedero, tienen el sello CEPS, que ha servido de laboratorio de ideas y catalizador de experiencias de transformación social en América Latina y procesos constituyentes. Una probeta para detectar aciertos y errores de los que han tomado nota.

Más allá de Podemos

El CEPS no sólo ha sido cantera para el partido emergente. En sus proyectos y actividades también se han curtido dirigentes de otras formaciones de la izquierda valenciana, como Ignacio Blanco (candidato de Esquerra Unida a la Generalitat) o Joan Ribo (aspirante de Compromís a la alcaldía de Valencia). Blanco estuvo dos años (1999 y 2000) y formó parte de la junta directiva, mientras que su correligionaria en EU y profesora de Derecho del Trabajo, Adoración Guamán, fue secretaria del patronato. Y Ribó colaborador, pero no participó en proyectos en el exterior. Su compañera de partido, Isaura Navarro, ex diputada y candidata a primarias de Compromís, trabajo en Venezuela.

«Muchas de las propuestas de Podemos han sido defendidas por el CEPS durante 20 años, aunque Podemos no es la única opción que conecta con nuestros objetivos», subraya un portavoz de la entidad radicada en el Carrer Carnissers. Subraya que EU, Compromís e incluso UPyD hablan de procesos constituyentes como soluciones a la crisis democrática. «No es justo que sólo se nos relacione con Podemos, cuando conectamos con varias propuestas de regeneración, desde la socialdemócrata a los nacionalismos progresistas», apuntan.

La asociación tiene denominación de origen Valencia, aunque se ramificó en Madrid y Barcelona y ha desarrollado una intensa actividad en América Latina con proyectos de cooperación y consultoría política, jurídica y económica a partidos y gobiernos. Entre 2003 y 2011, la mayor parte de los proyectos se desarrollaron en Venezuela, Bolivia o Ecuador „se asesoró en procesos constituyentes„ o en campañas electorales de Honduras, Colombia o Perú. En 2001, la asociación había mutado a fundación para poder desarrollar proyectos, recibir ayudas e impedir cualquier asalto al control de la entidad, que ya había experimentado un notable crecimiento en socios. Cuenta con unos 300. Como asociación se pagaba una cuota de 10 euros al año. Como fundación, pasó a financiarse de las aportaciones voluntarias de los socios y de las «ayudas económicas recibidas de la Generalitat, la diputación, el Gobierno y los órganos responsables de las acciones en el exterior», cuentan desde la entidad.

En el ámbito valenciano, CEPS ha desarrollado acciones de sensibilización y programas de formación, como el Diploma en Observación Electoral o el Máster en Asuntos Electorales, aunque su campo de acción prioritaria ha estado al otro lado del Atlántico. Hasta 2011. Desde entonces fue bajando su actividad. Los recortes de la crisis le afectaron. Hoy, CEPS no está en ningún proyecto fuera de España. El último acabó en 2014. Se define como política, no partidaria e impulsora de «consensos» en la izquierda, pero sus responsables se esfuerzan en subrayar que en CEPS hay personas de todos los colores políticos.

En el mitin de la Fonteta

Pero es imposible negar que cuentan con un «núcleo común de personas que han trabajado conjuntamente durante dos décadas y han creado una relación de aprendizaje y confianza», destacan desde la fundación. La cabeza visible del partido, Pablo Iglesias, ha pertenecido al patronato y ha participado en programas en Bolivia, Ecuador o Venezuela con Iñigo Errejón o Carolina Bescansa. Juan Carlos Monedero estuvo en CEPS, aunque dejó la fundación hace una década, según fuentes de la misma. En 2006 y 2007, Iglesias trabajó para Hugo Chávez. El número dos de Podemos, Iñigo Errejón, fue asesor en las presidenciales bolivianas.

El hombre que concedió la controvertida beca no presencial a Errejón, el profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Málaga, Alberto Montero, presidió la fundación, cuya gerente, Fabiola Meco, figura en la lista de Antonio Montiel al consejo ciudadano autonómico, igual que el periodista Paco Simón, también enrolado en la fundación. La responsable de Sensibilización y Cooperación es la valenciana Àngela Ballester, del consejo ciudadano estatal de Podemos. Hoy intervendrá en el mitin de la Font de Sant Lluís. Y el virtual líder autonómico, Antonio Montiel, presidió la asociación. «En mi vida he tenido dos escuelas políticas: mi actividad sindical en Ford, donde fui despedido en 1977 junto a otros 47 compañeros, y CEPS», sentencia Montiel.

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