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Con Enrique Ginés en Castellar-Oliveral

"La frontera del nuevo cauce ha mantenido el espíritu de pueblo"

El que fue director de la 97.7 Radio destaca de Castellar-Oliveral «la envidiable sociedad rural y solidaria» de sus calles

"La frontera del nuevo cauce ha mantenido el espíritu de pueblo"

Enrique Ginés, hijo de Paca la Seba y Toni el Estanquer continúa acercándose casi todos los días hasta Castellar-Oliveral. En esta pedanía de Poblats del Sud nació hace 76 años y mantiene la casa familiar que ha convertido en un museo de recuerdos, básicamente ligados a la radio. Con el padre fusilado tras el final de la Guerra Civil por sus ideas intelectuales y progresistas, aquel drama configuró la personalidad crítica de quien acuñara un lema que se convirtió en el día a día de los miles de oyentes de la 97.7 Radio. «Cuando se trabaja por, y para Valencia, se nota», recuerda con un punto de orgullo mientras reparte saludos por un Castellar-Oliveral que ha sabido mantener «la esencia de pueblo». La barrera orográfica que supone el nuevo cauce del Turia impidió en su día que este núcleo poblacional fuera engullido por la ciudad. «No somos un barrio más de Valencia», lanza con satisfacción. «Esa frontera es una distancia en kilómetros y mental que nos permite mantener el espíritu de pueblo», incide, en una idea sobre la que redundará a lo largo del paseo „ en coche por sus problemas de movilidad„, por calles de plantas bajas, trufadas aquí y allá con fragmentos de huerta.

Ginés queda día sí, y día también, en Castellar-Oliveral para jugar al truc o al dominó «con los amigos de toda la vida». «Charlamos y merendamos muy bien», bromea. De vuelta a casa, al centro de Valencia, siempre regresa cargado con bolsas de alcachofas, cebollas, lechugas... La tierra es algo muy presente en lo que hasta finales del siglo XVIII fueron cuatro barracas, casas de labranza y unas pocas alquerías. Entonces, y en torno a una pequeña ermita, surgió el núcleo de la actual pedanía. En 1869 ya contaba con numerosos establecimientos comerciales y se había terminado de construir la iglesia, cuyas obras arrancaron en 1862. Un pequeño caserío más al sur, sobre una elevación repleta de olivos, tomaría el nombre de Oliveral y acabaría anexionándose. No sería hasta la década de los años sesenta cuando el casco urbano iniciaría su verdadera expansión.

Profeta en su tierra

Enrique Ginés es profeta en su tierra. Tiene hasta calle dedicada, así que aprovecha para denunciar «los diez metros sin asfaltar» de la calle de la Aurora. «Es algo inexplicable... que a mitad de la vía esté esto así», comenta. En el camino de vuelta a la metrópoli, señala al río y no puede evitar que aflore su faz más irónica. «Dicen por aquí que esta margen está a un nivel más bajo por si hay riada... para que el agua se desborde por Castellar-Oliveral», espeta con socarronería. En su libro «Floreal» deja clara su admiración por lo que considera «una envidiable sociedad rural y solidaria». A lo largo de trescientas páginas recupera apodos como Seba Blanca, Mataserdos, Fesolero, Caragolero, Tramusero, Cabot, Garrofa, también historias, imágenes... y rinde tributo a numerosos paisanos. Entre ellos, a Enrique Velarte Castellar, en su opinión «el mejor alcalde pedáneo».

Del apego al campo, a la collita, deja constancia Ginés en otro libro «Labradores de mi tierra». Un homenaje a gente como la de Castellar-Oliveral, que se manifestó contra la revisión del Plan General de Ordenación Urbana de Valencia que el Gobierno local de Rita Barberá se proponía sacar adelante antes de las elecciones, pero paralizado ante las miles de alegaciones. Más de dos mil vecinos salieron a la calle para respaldar a la Asociación de Vecinos que se oponía a la nueva planificación, por entender que destruía huerta protegida. Una apuesta que incluía una reserva de suelo para la posible ampliación de las autovías V-30 y V-31, así como la construcción de un ramal del tranvia de FGV que llegaría desde Pinedo y que atravesaría el casco histórico de Castellar-Oliveral. «Una barbaridad», sentencia Ginés, que recibió aliviado la marcha atrás.

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