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En el Programa de la Unesco

Velluters vuelve a fiar su suerte a la seda

La declaración de Valencia como Ciudad de la Seda 2016 es una «oportunidad» para recuperar este barrio histórico y acabar con la prostitución, los solares y la degradación

Velluters vuelve a fiar su suerte a la seda

El pasado 22 de junio, las Corts Valencianes aprobaron un manifiesto comprometiéndose con la declaración de Valencia como Ciudad de la Seda 2016 y con la Estrategia de la Comunitat Valenciana en la Ruta de la Seda 2016-2020. Lo hizo a instancias del Centro Unesco Valencia, una entidad que quiere aprovechar que España forma parte de los más de 30 países de la organización para promocionar a Valencia como epicentro de este gremio en nuestro país y como extremo occidental de la propia ruta, que ahora China quiere potenciar para mejorar los intercambios culturales, sociales y económicos de los países que la forman.

El motivo por el que Valencia se siente fuerte en sus aspiraciones es claro. Está en la historia de la ciudad. Con la expansión del Islam en el Mediterráneo, la seda se introdujo con fuerza en la Península Ibérica y al frente de esa industria se colocó desde el principio la ciudad de Valencia, que empezó a cultivar la morera en su huerta y a crear los primeros talleres.

La seda vive en las falleras

En el barrio de Velluters, cuyo nombre procede del término «vellut» (terciopelo en valenciano), llegaron a concentrarse hasta 5.000 talleres y se crearon grandes edificios como el Colegio del Arte Mayor de la Seda, el Palacio de los Tamarit o la Lonja de Mercaderes.

En la actualidad, toda aquella industria ha desaparecido. Los nuevos tejidos fueron acabando con la seda aquí y en todas partes. Pero aún así, ese mundo sigue vivo en una de nuestras grandes tradiciones, las Fallas, más exactamente en los trajes de las falleras. Precisamente, un vídeo en el que se veía a decenas de miles de valencianas participar en la ofrenda a la Mare de Déu fue uno de los elementos que encandiló a los asistentes a la reunión de Xian (China) del pasado mes de mayo.

Esta misma semana, pues, la delegación de la Unesco en París ha confirmado que Valencia acogerá entre el 9 y el 12 de junio del año que viene el segundo encuentro del Programa Unesco Ruta de la Seda, en el que se darán cita los representantes de los países que la integran y las principales ciudades que la sustentan, entre ellas Estambul o Venecia.

Es más, ese encuentro será el punto de partida de una estrategia 2016-2020 cuyo objetivo, con el apoyo necesario del Gobierno central y del resto de administraciones públicas, será potenciar los intercambios culturales, turísticos y económicos con estos países.

El barrio, ahora

La pregunta ahora es qué Valencia van a encontrar los miembros de la ruta de la seda. Más exactamente, qué barrio de Velluters se van encontrar varios siglos después de que alcanzara su máximo esplendor. Porque lo que queda en la actualidad es un barrio de poco más de 4.000 habitantes, parcialmente degradado, al que esta ola programática no debería dejar de lado. «Es su oportunidad y esta vez no debería desperdiciarse», opina el presidente de la Asociación de vecinos El Palleter, Ricardo Burguete.

Aunque en los últimos años se ha trabajado mucho en toda esta zona del centro de Valencia, sobre todo construyendo viviendas públicas que han ayudado a recuperar el barrio desde el punto de vista urbanístico, la labor pendiente sigue siendo ingente.

El principal problema, según Burguete, es la prostitución, ese polémico «barrio chino» que degrada, afea y deteriora la imagen del barrio y la convivencia de los vecinos. Se concentra en el cruce de la calle Viana con Balmes, pero su nefasta influencia, en forma de droga, miseria y sexo callejero, se extiende, sobre todo los fines de semana, a las calles Maldonado, Guillem Sorolla e incluso la avenida Barón de Cárcer. Es decir, está en el centro de la ciudad, a escasos metros del Mercado Central, la iglesia de los Santos Juanes y la Lonja.

«Tenemos que hacer que estas mujeres se marchen de aquí. Es posible acabar con esto», dice el presidente de los vecinos, que ahora pone todas sus esperanzas en la Ley de Seguridad del Gobierno central, la llamada Ley Mordaza. Esa ley sanciona tanto a las prostitutas como a los clientes y no sólo a los clientes, como hace la ordenanza municipal. «Nosotros estamos de acuerdo, llevamos cien años sufriéndolo, desde que en los años veinte las echaron de la calle Las Barcas para edificar toda aquella zona». «En la calle Viana „dice„ sólo vive la gente de la prostitución».

Acumulación de solares

En el terreno urbanístico, Ricardo Burguete calcula que habrá entre 20 y 30 solares abandonados que acumulan basura en vez de albergar viviendas que atraigan nuevas familias al barrio o servicios públicos muy necesarios.

En este sentido, el líder vecinal de Velluters reivindicó un centro de salud para el barrio. Ahora tienen que ir al centro de la Plaza Nápoles y Sicilia. Ni siquiera es posible acudir al que hay en Guillem de Castro, que les queda más a mano.

Su propuesta es, por tanto, que se haga un consultorio en Velluters, concretamente en el gran solar de la Plaza de la Botja, que es totalmente público (un 80% de la Generalitat y un 20% del Ayuntamiento). «Ahí iba un centro de integración social del Servef, pero no se ha hecho nada», asegura Burguete.

También está sobre la mesa la posibilidad de hacer huertos urbanos, uno de ellos en un solar de la calle Balmes pegado a la sede del Gremi de Fusters. «Como dice Ribó que los solares podría utilizarse, vamos a tomarle la palabra», apunta.

Y por último, hay un terreno en la Plaza del Pilar en el que podría instalarse, a juicio de los vecinos, unas Instalaciones Deportivas Elementales (IDE), es decir, unas canchas al aire libre, un servicio del que carece el barrio y que sería muy beneficioso para los jóvenes de la zona. Además, con esas obras se conectaría también la Plaza del Pilar con Guillem de Castro.

De no darle salida a estos solares, el barrio seguirá degradándose, se teme Burguete. De hecho, un terreno de la calle Torno del Hospital ya ha sido «tomado» por unos gorrillas que «han quitado las vallas y se dedican a meter coches allí». Y si de indigentes hablamos, la calle Asilo de la Infancia es el ejemplo más palpable, pues en los soportales se refugian decenas de personas que tiene sublevados a los vecinos por los olores y las reyertas que a menudo provocan.

Una oportunidad única

Según Burguete, todo esto está pendiente desde hace años y ahora, aprovechando el tirón de la Ruta de la Seda, sería un buen momento para volver la mirada sobre ello.

«Es una oportunidad que no podemos desaprovechar», asegura también José María Chiquillo, senador y coordinador de España en el Programa Unesco Ruta de la Seda. «Es una oportunidad que puede poner en valor el barrio de la seda. Es bueno para que se conozca más el barrio y se disfrute más», asegura.

La intervención de la Fundación Hortensia Herrero para salvar de la ruina el emblemático Colegio del Arte Mayor de la Seda, situado en la calle Hospital, es, a su juicio, un referente a tener en cuenta, pues ha recuperado un elemento esencial del gremio sedero a la altura del otro monumento de la ciudad, que es la icónica Lonja de Mercaderes.

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