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Rostros esculpidos

Los mecenas secretos de la Seu

Las 16 caras esculpidas en el cimborrio de la catedral de Valencia corresponden a 8 matrimonios y podrían indicar quién participó en su obra

Los mecenas secretos de la Seu

La catedral de Valencia todavía esconde sorpresas. Así pudo comprobarlo el profesor de arte Germán Chiva, doctorado en Arquitectura por la Universidad Politécnica de Valencia, cuando halló 16 retratos esculpidos en piedra en el segundo cuerpo del cimborrio de esta obra tardogótica europea. Las figuras, ocho de ellas masculinas y otras ocho femeninas, aparecen representadas como bustos en una posición de tres cuartos y mirando a la izquierda o la derecha. El hecho de que los bustos masculinos aparezcan enfrentados a los femeninos apunta a que se trate de ocho matrimonios. No obstante, hay algunos que no se conservan en un estado óptimo e incluso que han desaparecido, como el de la cara Este.

El hallazgo se produjo mientras Chiva relizaba una investigación sobre el arquitecto del siglo XV Francesc Baldomar con el objetivo de corroborar que se ocupó del segundo cuerpo del cimborrio de la catedral y su espiga. Al consultar el Archivo de la catedral de Valencia, había encontrado documentos que relacionaban directamente a Francesc Baldomar con el diseño del segundo cuerpo y la espiga, lo cual le motivó a fotografiar al detalle el exterior de la estructura. Durante esta actividad, detectó una serie de rostros en los que «nadie» había reparado antes, de manera que empezó a analizar la obra.

Los documentos encontrados durante la realización de su tesis doctoral señalan inequívocamente a Francesc Baldomar como autor de esta perfecta obra de ingeniería. El descubrimiento de estos bustos podría arrojar un poco de luz al mecenazgo de la obra. Se trata, pues, de un hallazgo que sirve para dar un halo de misterio a la construcción. La lógica tiende a pensar que «se trataría de algunas de las personas más ricas de la Valencia del Siglo XV, en un tiempo en que la ciudad estaba en su particular siglo de oro».

La identidad de los mecenas

En 1455, Alfonso de Borja fue nombrado papa y conocido como Calixto III. La concesión de una bula papal permitió contar con financiación para realizar obras en la catedral. Uno de los hombres de confianza de su entorno era Antoni Bou, el canónigo más importante de la seo a finales de mayo de 1457. Gracias a su protección, Francesc Baldomar (quien había sido nombrado mestre d'obra de la catedral en aquella época, como apunta Chiva en su tesis) fue capaz de iniciar una serie de intervenciones en la seo como arquitecto.

«Durante el siglo XV, Valencia era un centro financiero importantísimo», explica el profesor, y «gracias al mecenazgo de los Borgia» en la catedral, se intervino en la cabecera, el cimborrio y se añadió la Arcada Nova. En la segunda mitad del siglo, judeoconversos como la familia Santángel contaban con un gran poder económico, de manera que Chiva sugiere que familias de estos círculos aportaron dinero a las obras. Además, el historiador apunta que Bou y Baldomar también eran, probablemente, judeoconversos, por lo que podría haber una buena relación y colaboración entre ambas partes.

«Así como en la portada románica de la catedral aparecen retratados quienes podrían ser sus donantes», Chiva sugiere que no se puede descartar que suceda algo similar con los bustos del cimborrio: podrían estar cumpliendo una función social y representar a aquellos que contribuyeron a la construcción de la obra en cuestión, aunque su identidad quede perdida, posiblemente para siempre, en la noche de los tiempos.

Relaciones iconográficas

Chiva apunta a la relación iconográfica entre los retratos hallados y ciertas obras del pintor Jacomart. Éste aparece en los protocolos de Joan Esteve trabajando codo con codo con Baldomar en la capilla Mayor de la catedral, es decir, trabajaron juntos en el proyecto que supuso el embellecimiento de la cabecera de la catedral, el cual incluyó la transformación del viejo cimborrio en uno nuevo con la adición de un segundo cuerpo y una espiga para convertirlo en el referente visual de Valencia y expresión del poder de sus mecenas», tal y como explica el profesor.

A finales de 1461 finalizó la primera fase de estas obras de la catedral. La llegada de gran cantidad de materiales a partir de esas fechas delata el inicio de la ampliación de la catedral gracias tramo conocido como Arcada Nova. En este elemento arquitectónico, indica Chiva, se aprecian las diferencias de la tipología del retrato respecto a los bustos del cimborrio. Este hecho evidencia el paso de los años entre una obra y la otra.

Debido a que durante esa época «se produjo un resurgimiento del retrato del donante», este hallazgo también refuerza las hipótesis que apuntan a que Baldomar construyó el cimborrio, pues tanto su imagen como las de Bou y Borja (arquitecto, gestor y promotor, apunta Chiva) aparecen esculpidas en el pilar este de la Arcada, en el que se tiene un especial cuidado en la representación de las manos. De hecho, Baldomar aparece sujetando los planos de la obra. La meticulosidad que se pone en su diseño, así como su valor compositivo y lingüístico, se corresponde con la evolución que tuvo lugar en Florencia, subraya Chiva.

El profesor utiliza como ejemplo los primeros retratos de busto, como Piero de Médici elaborado por Mino da Fiésole en 1453, y las obras de finales del siglo XV como la Dama del Ramillete, realizada por Verrocchio en 1478. En los últimos trabajos se tiene especialmente en cuenta la representación de las manos, con rasgos que empezaron a aparecer en el retrato florentino a finales de ese siglo. Este detalle, apunta Chiva, reforzaría «las hipótesis que apoyan que el foco del Renacimiento no era únicamente Italia», sino que hubo más en la Corona de Aragón.

La preocupación añadida es el mal estado de no pocas de estas esculturas, sometidas a la intemperie y que, seguramente, requerirían de una restauración e incluso de obtener algún molde.

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