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Empresas que funcionan

Más de 130 años entre telares con la vista puesta en el exterior

Aznar Textil, fundada en 1881 y comandada por la sexta generación de la familia, vende en el exterior el 71 % de su facturación

Eduardo Aznar, en las instalaciones de Aznar Textil en Paterna. josé aleixandre

No es nada habitual que al frente de una empresa se encuentre ya la sexta generación de una misma familia ni que esa estirpe haya sabido reinventarse a lo largo de 130 años. Aznar Textil, por tanto, es un caso único en el empresariado valenciano. La firma, dedicada al diseño, la fabricación y comercialización bajo la marca Bondrap de tejidos para decoración „cortinas, visillos, colchas„ tanto para el canal doméstico como el del «contract», remonta sus orígenes al siglo XIX, cuando un joven José Aznar Delgado pone en marcha en Valencia un comercio de tejidos de confección, especialmente camisas, que le suministraban desde Cataluña. En 1912, sus sobrinos Ramón y Vicente Aznar Martí se hacen cargo del negocio, trasladan el almacén a la Plaza del Mercado de Valencia y se centran en la camisería.

Dieciséis años más tarde, con la remodelación de la Plaza del Ayuntamiento y la Avenida de María Cristina, el inmueble es demolido. Se impone un nuevo traslado, esta vez a Convento Santa Clara. En esa época, la firma disponía en Barcelona de un almacén regulador desde donde le llegaban productos para vender al detalle o como mayoristas en Valencia, tal como recuerda Eduardo Aznar, sexta generación de la familia al frente de la empresa.

La convulsa década de los treinta será época de vacas flacas. En 1934 la firma suspende pagos. Cuando sale de ese difícil contratiempo toca un nuevo traslado en la ciudad: a Marqués de Sotelo. Durante la Guerra Civil, la empresa es nacionalizada y pasa a manos de sus trabajadores. El fin de la contienda y el inicio de la dictadura devuelve la propiedad de nuevo a la familia. Los hijos de Vicente Aznar „Antonio y Vicente, este último abuelo de Eduardo„ trasforman la sociedad en Almacenes Aznar y se dedican especialmente a ejercer de mayoristas de tejidos, no sin recibir algún que otro contratiempo, como el del submarino inglés que torpedeó un barco cargado con género de la empresa a su salida del puerto de Barcelona, ya en los años de la Segunda Guerra Mundial. 1964 marca otro cambio generacional. A la muerte de Vicente Aznar, su hijo Vicente se hace cargo del negocio y catorce años más tarde crea la marca Bondrap y empieza a fabricar ropa de cama, fundamentalmente sábanas. Con la competencia china en mano de obra, la confección se convierte en ruinosa y la empresa, ya en 1990, da otro giro y dirige su producción hacia los tejidos de decoración, elaborados con telares. Con el cambio de milenio, abre una planta de tejeduría en Bocairent, donde en la actualidad, junto a las oficinas y el almacén inteligente de Paterna, trabajan las 60 personas que componen la plantilla de la firma, que, según Eduardo Aznar, no ha sufrido cambios, en cuanto a número, durante la crisis. Aznar Textil cerró el año pasado con una facturación de 13 millones de euros, un 5 % más que en 2013. El 71 % de esa cantidad procede el exterior. La internacionalización ha sido una de las claves de esta compañía para surcar la crisis, como pone de manifiesto el hecho de que antes del inicio de la recesión solo el 55 % de sus ventas venía del extranjero.

En la actualidad, la compañía exporta a 83 países «pero queremos más destinos, más ventas en aquellos en los que ya estamos e incluso planeamos instalarnos en alguno de ellos con un almacén propio para estar cerca del canal minorista», apunta Eduardo Aznar, quien añade que aún no está definido cuál será ese destino. Cuenta el empresario que, a diferencia de lo que hicieron otras firmas del sector, Aznar Textil nunca optó por producir en el extranjero, en países con mano de obra barata, «porque aquí es donde se puede generar productos con innovación y diseño; no había que apostar por el precio, sino por la calidad y el servicio». Un departamento comercial integrado en su mayoría por extranjeros para mejorar el contacto con el cliente y la apuesta por la innovación, con colaboraciones con Aitex y la universidad, son otras dos señas de identidad de una empresa que, de cara al futuro, se ha marcado como una de sus principales metas, según cuenta Eduardo Aznar, mejorar su productividad. Es lo que dicen los manuales.

«Siempre hay oportunidades»

Asegura Eduardo Aznar que «siempre hay oportunidades». Lo que hace falta es buscarlas. El empresario hace esta reflexión a cuenta de las menores ventas que ha sufrido la empresa por el veto de Rusia y el conflicto en Ucrania: «Lo hemos compensado con otros mercados». Dice Aznar que el consumidor español es ahora más sensible al precio que en 2007, antes de iniciarse la crisis, y es «más inteligente, porque busca información en internet y visita las tiendas antes de tomar una decisión». Respecto a la economía española, Aznar coincide en que la macroeconomía ha mejorado, «pero lo que pasa es que aún no se percibe del todo en la calle; se tiene que transmitir y crearse empleo; hasta que esto no suceda no habremos salido del agujero».

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