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Comercio

Europa y EE UU se la juegan

Estados Unidos y la Unión Europea iniciarán en breve la décima ronda de negociaciones del tratado de libre comercio que podría entrar en vigor a finales de 2016 o principios de 2017

Las negociaciones para cerrar el Acuerdo Transatlántico de Libre Comercio e Inversiones (TTIP, por sus siglas en inglés) llegan a su recta final al cumplirse el próximo 17 de junio dos años desde el inicio de las reuniones. Este pacto podría generar unos beneficios anuales de 119.000 millones de euros a la Unión Europea y otros 95.000 millones a Estados Unidos, lo que se traduciría en un incremento de la renta disponible de 545 euros para las familias del Viejo Continente. Más allá de los indicadores macroeconómicos, que avala el Centre for Economic Policy Research de Londres, las pequeñas y medianas empresas europeas, incluidas las de la Comunitat Valenciana, aumentarán notablemente sus cifras de negocios, sobre todo las relacionadas con actividades relacionadas con la automoción o los sectores agroalimentarios, farmacéuticos, textiles y químicos.

La profunda crisis económica en la que entró el eje Estados Unidos-Europa desde 2008, el aumento del endeudamiento de la mayoría de las economías occidentales y el crecimiento del peso económico de los países asiáticos, hará que en pocos años el 90 % del crecimiento del PIB mundial esté fuera de la Unión Europea. Ante este panorama, la UE y Estados Unidos optaron en 2012 por abrir negociaciones para crear un área de libre comercio e inversiones, que sería la mayor del mundo y cubriría el 47% del PIB mundial y un tercio de los flujos comerciales globales (el comercio transatlántico alcanza los 2.000 millones de euro diarios).

El objetivo es intentar cerrar una zona económica integrada sin aranceles para los bienes manufacturados y agrícolas y con una importante armonización regulatoria (conseguida mediante el reconocimiento mutuo) que facilite las inversiones cruzadas y la prestación de servicios. No es que los aranceles sean ahora demasiado altos (alcanzan sólo un 4% en media para los bienes industriales), pero se estima que las diferencias regulatorias a ambos lados del Atlántico, que afectan sobre todo al comercio de servicios de alto valor añadido, como las telecomunicaciones, energía o los servicios financieros, jurídicos o de consultoría; que equivalen a aranceles de entre el 10 % y el 20 %.

Intercambio de bienes

Según el presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, José Vicente Morata, «el desmantelamiento de los aranceles, la eliminación de los dobles controles a las exportaciones y que se suavicen las normas técnicas beneficiarán a la exportación de productos y mejorarán nuestro acceso a la contratación pública norteamericana». Ante esta lucha de poder entre grandes bloques económicos del mundo, Morata sostiene que el TTIP es necesario para Europa y EE UU tras el desembarco de productos asiáticos en todos los mercados.

«Más de la mitad de los intercambios de bienes entre EE UU y la UE no tiene aranceles pero hay sectores que son fundamentales y que requieren nuevas regulaciones para mejorar su comercio exterior. Es el caso de los automóviles, productos agroalimentarios o cosméticos», agrega. Y pone varios ejemplos. «No tiene sentido que los cacahuetes españoles soporten aranceles del 130 % de su valor por la entrada en Estados Unidos o que la industria de cosméticos, al tener la consideración de artículos farmacéuticos tengan una barreras infranqueables», advierte el máximo responsable de la Cámara de Comercio de Valencia. «Estamos abocados a llegar a acuerdos. La globalización de nuestras empresas y de la economía es imparable», puntualiza Morata.

Oportunidades de inversión

Estados Unidos ofrece numerosas oportunidades de inversión, sobre todo de tipo industrial. Las exportaciones españolas con destino al país norteamericano que mayor crecimiento han experimentado en los últimos años son las derivados del petróleo, equipamiento para la aviación (motores, bombas, acumuladores, partes), caucho y sus manufacturas, máquina herramienta, cementeras, partes y accesorios de automoción, azulejos, equipo para el tratamiento del agua, equipo para la seguridad, medicamentos y equipo médico. Dentro del apartado de servicios, los dos sectores donde se ha producido un mayor crecimiento de la presencia española en los últimos años son: el de las concesiones de autopistas y el de los servicios financieros.

Por lo que respecta al mercado de trabajo, según un reciente informe de la Comisión Europea, la intensificación de la actividad económica y el aumento de la productividad originados por el acuerdo beneficiarán al empleo en ambas partes, tanto en términos de salarios globales como en nuevas oportunidades de ocupación para trabajadores, ya sean cualificados o sin formación.

Reglamentos y burocracia

Buena parte del sector agroalimentario, incluido el de frutas y hortalizas, también sigue de cerca el TTIP. La Comunitat Valenciana exporta 142 millones de euros anuales en productos agroalimentarios a Estados Unidos. En medio de la fuerte tensión por la últimas propuestas europeas para regular los alimentos y los piensos transgénicos „el país que preside Obama no acepta las serias restricciones que impone la Comisión europea a los organismos genéticamente modificados„Estados Unidos pretende, entre otras cosas, aumentar la venta de productos agrícolas como el trigo y la soja.

Mientras tanto, Europa exporta a los estadounidenses productos alimenticios con mayor valor añadido como bebidas alcohólicas, vino, cerveza o transformados. Actualmente, algunos alimentos europeos como las manzanas y algunos quesos están prohibidos en el mercado americano otros pagan elevados aranceles como es el caso de la carne o productos lácteos. Eliminando estas barreras, indudablemente se ayudará a impulsar las exportaciones.

Según Cooperatives Agro-alimentàries de la Comunitat Valenciana, que preside Cirilo Arnandis, «la supresión de los aranceles en el caso de los productos de las cooperativas de la autonomía no es una cuestión especialmente relevante porque son bastante bajos: solo un 4 % de media. En realidad, los principales obstáculos al comercio se encuentran detrás de la frontera en la reglamentación, las barreras no arancelarias y la burocracia», asegura la entidad que aglutina a 360 sociedades. En la actualidad, la exportación de productos desde el Viejo Continente a países terceros, de modo especial los agroalimentarios, son negociados en la mayoría de los casos de modo bilateral entre cada uno de los Estados de la UE y el país de destino. Hoy en día existen más de 4.000 protocolos bilaterales para todos los productos agroalimentarios, lo que supone una auténtica traba.

«El principal problema radica en la falta de reciprocidad entre las exigencias comunitarias a la hora de importar un determinado producto, que negocia la Comisión Europa, con las exigencias de estos mismos países terceros para el mismo producto proveniente de Europa», lamenta Arnandis. En este sentido, y por lo que respecta a la agricultura valenciana, «hay que llamar la atención sobre la parte de la negociación relativa a cuestiones reglamentarias y barreras no arancelarias, y de modo más concreto a lo referente a las medidas sanitarias y fitosanitarias», advierte el dirigente de Cooperativas Agro-alimentàries.

Por otro lado, la reducción de las tasas no arancelarias „las denominadas ?barreras detrás de las fronteras?„ será el elemento clave de la liberalización del comercio transatlántico y el que más diferencias va a poner de manifiesto en la mesa de negociación. «Hasta el 80 % del total de los beneficios potenciales proceden de reducir costes por impuestos, burocracia y reglamentaciones, así como de la liberalización del comercio en los servicios y la contratación pública», aseguran las cooperativas agrarias.

Discrepancias

Mientras las tensiones también crecen dentro de Europa, donde algunos sectores de la sociedad han vertido fuertes críticas contra el TTIP, algunas organizaciones sindicales y agrarias rechazan de plano este pacto. Así las cosas, Comisiones Obreras y La Unió de Llauradors han criticado esta semana el futuro pacto porque supondrá una «amenaza intolerable para la agricultura y el mantenimiento del medio ambiente».

El secretario general de CC OO-PV, Paco Molina, sostiene que un tratado se tiene que hacer «entre iguales normas, igual protección e igual modelo social porque de lo contrario la equiparación siempre es a la baja, lo que perjudicará a los países miembros de la Unión Europea». Para el secretario general de La Unió, Ramón Mampel, las multinacionales«desmontarán Europa» y es «intolerable que gente que no ha votado en una democracia destruya nuestros tesoros». Entre estos citó la seguridad alimentaria y la calidad de los productos agrícolas, el medio ambiente y el mantenimiento del territorio.

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