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Los ricos valencianos invierten en ladrillo y empresas

Las empresas y el resucitado sector inmobiliario son dos de los principales objetos de inversión de los empresarios

Los ricos valencianos invierten en ladrillo y empresas

La crisis fue un varapalo para casi todo el mundo. Claro, quienes menos tenían y quienes más habían expuesto resultaron los más damnificados. Pero también es cierto que quien tuvo retuvo y los empresarios y grandes patrimonios que han sobrevivido al cataclismo económico han vuelto por sus fueros ?también quienes supieron aprovechar las oportunidades brindadas por la Gran Recesión- al albur de la recuperación. Los bancos de inversión, las gestoras de fondos, la banca patrimonial, los intermediarios de operaciones corporativas se dejan ver en los últimos tiempos con inusitada frecuencia por tierras valencianas. Hay negocio a la vista. Las grandes fortunas de la autonomía vuelven al ataque en pos de un mayor enriquecimiento. Pero, ¿a qué destinan su dinero libre? ¿En qué invierten?

Neil Collen, director de la oficina española de Livingstone Partners, ubicada en València, considera que hay tres grandes caminos de inversión: la inmobiliaria, la bursátil y la alternativa. Esta última, según el responsable de la empresa especializada en fusiones y adquisiciones, engloba el arte, las materias primas y la empresa. Collen asegura que los grandes patrimonios valencianos tradicionalmente han estado interesados en financiar a las pymes de la autonomía, singularmente la industria azulejera castellonense, que «ha invertido en otros proyectos». Sin embargo, hoy en día esas familias y empresarios «compiten con los fondos de capital riesgo, que están profesionalizando el proceso, porque las familias han empezado a reaccionar con equipos profesionales en sus family office». De hecho, añade que abundan esos grandes patrimonios «que han creado sus propios equipos y analizan de forma profesional las inversiones, como si fueran un fondo». O sea, en los últimos años proliferan los inversores autóctonos que, más que por el instinto o la amistad, se rigen por cuestiones técnicas.

Según Collen, estas familias ofrecen tres ventajas que no pueden dar los fondos de capital riesgo con los que compiten. Una de ellas es la permanencia en el tiempo, porque no buscan un retorno inmediato y no tienen prisa por salir. Los fondos tienen mucho dinero y necesitan operaciones mayores, mientras que las familias precisan operaciones menores, lo que coincide con el tamaño de las empresas de la autonomía. Las firmas con un ebitda de unos 3 millones han perdido atractivo para el capital riesgo. Para finalizar, los grandes patrimonios «son gente muy bien conectada en la región y pueden ayudar a un empresario emergente». ¿Dónde lo hacen?, pues generalmente donde tienen más conocimientos. O sea, un industrial lo habitual es que se oriente al sector secundario.

Collen afirma que una de las vías que utilizan los grandes patrimonios para canalizar su ahorro es la coinversión, sobre todo en el sector inmobiliario y en las mercantiles de otras actividades. Un claro ejemplo es el del centro comercial de lujo ABC Serrano de Madrid, donde cinco valencianos, entre ellos Enrique Martinavarro, Begoña Serratosa Luján y Juan Alcaraz, tienen el 25 % del capital. Esta operación estuvo liderada, como otras muchas, por la Banca March, que en los últimos años ha encabezado por esta vía una inversión global de 1.200 millones de euros, según su director en este negociado, José Cloquell. De ese total, un 44 % lo ha puesto el grupo financiero y el 56 % restante los clientes, un 22 % de los cuales procede de la Comunitat Valenciana. Un 67 % de las inversiones van a capital riesgo, principalmente compañías industriales, de tamaño medio (entre 10 y 15 millones de ebitda) y con un gran componente familiar en sectores como el textil y la moda, el consumo y la agroalimentación o actividades relacionados con el descanso, como es el caso de Flex. En otros ámbitos, la Banca Marcha y sus socios han participado en operaciones como la compra y alquiler de 1.100 oficinas del BBVA o en residencias para universitarios. También han financiado la adquisición de dos buques de gas licuado. Cloquell dice que el citado 22 % de clientes valencianos se explica porque el empresario de la autonomía «entiende bien la economía real y diferencia entre bolsa y activos tangibles. Lo ha hecho toda la vida». Eso no quita para que los grandes patrimonios de la región siempre hayan tenido en su catálogo los activos inmobiliarios, aunque Cloquell cree que ahora «han rebajado el perfil de riesgo; buscan más la generación de renta que la promoción».

En efecto, los grandes empresarios valencianos se han lanzado en los últimos meses a invertir en el sector inmobiliario a raíz de la recuperación. Familias como los Martinavarro, Serratosa, Aznar, Gómez-Trénor o Martínez Loriente están invirtiendo en ladrillo a través de fondos de inversión o directamente. El fondo de coinversión más potente en el que están metidas es Corpfin Capital que lidera Javier Basagoiti. La primera operación que acometió fue la compra del edificio de Apple en la calle Colón y cuenta con inversores como los Martinavarro y empresarios cerámicos de Castelló. Otro fondo similar, aunque con una dimensión muy inferior, es Hermes Capital. Los hermanos Pablo y Ana Serratosa están canalizando sus inversiones a través de la firma Zriser con la que compran locales comerciales y refuerzan su cartera de edificios de oficinas de alquiler. Un actor de referencia en estos momentos es la firma Atitlán, que está liderada por Roberto Centeno (yerno de Juan Roig) y Aritza Rodero. Su gran apuesta son los terrenos que ocupa el circuito de Fórmula 1. Atitlán también está invirtiendo en Madrid y Barcelona. Los proveedores e interproveedores valencianos de Mercadona y Consum también están entrando con fuerza en el sector inmobiliario. Empresarios como Rafael Juan de Dulcesol o Juan Luis Martínez Loriente han comprado edificios y locales comerciales.

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