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Vehículos autónomos

La irrupción de los automóviles eléctricos y la futura conducción autónoma representan claras apuestas de la tecnología para acabar con dos de los grandes desafíos presentes en el mundo del transporte: la contaminación, amenaza de primer orden para nuestro medio ambiente, y los accidentes (90% debidos a errores humanos), que según la OMS causan al año la muerte de 1,3 millones de personas, y entre 20 y 50 millones de traumatismos no mortales. Los accidentes de tránsito son la principal causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años.

Los vehículos autónomos incorporarán tecnologías clave para percibir adecuadamente su entorno: sistemas de visión, radares, sistemas de geolocalización y mapas 3D del entorno, imprescindibles para reconocer el contexto, detectar diferencias (peatones, bicicletas, otros vehículos) y tomar decisiones rápidas y fiables. Grandes empresas tecnológicas como Google, Intel o Apple abanderan el desarrollo de la inteligencia artificial necesaria para hacer posible este software autónomo.

Se estima que en 2030 uno de cada 10 vehículos comercializados se usará para viajes compartidos, lo que ralentizará las ventas de coches. Tony Seba pronostica una fuerte reducción del parque automovilístico y un enorme recorte de la afluencia de vehículos en las grandes ciudades, debido a las restricciones ambientales y a la caída del paradigma del vehículo en propiedad en favor de alternativas más económicas y sostenibles. Esto transformará las infraestructuras urbanas y los modelos de movilidad en un ecosistema conectado que impulsará nuevas oportunidades de negocio.

Como ejemplos de vehículos autónomos terrestres, aparte de las mediáticas carreras tecnológicas de Tesla y Waymo (antes Google), cabe mencionar el Smart Vision EQ Fortwo (coche compartido, eléctrico, sin volante ni pedales, y con servicio automático de recogida), el Robot Shuttle (bus japonés sin conductor que traslada a mayores en comunidades rurales), el tren chino sin raíles de CRRC Zhuzhou (se orienta con líneas pintadas en la calzada y escanea el entorno para detectar obstáculos) o el R-Truck (camión sin cabina gobernado por un sistema de inteligencia artificial).

En términos de infraestructura cabe destacar el planteamiento de Singapur para adaptar sus autobuses tradicionales en autónomos (con plataformas de carga en la vía y dotados de tecnologías para su circulación sin conductor), o el Hyperlane (carril de alta velocidad para vehículos autónomos intercomunicados para mantener una distancia mínima segura a 200 km/h).

Se anticipa una verdadera revolución más allá de los propios vehículos en sí, que afectará significativamente a nuestras vidas. Nuevas actividades laborales, comerciales y de ocio se ofrecerán a los pasajeros de los vehículos, generando oportunidades de innovación al servicio de las personas, de modo que los habitáculos sean espacios accesibles, seguros, versátiles, ergonómicos y confortables, y transformando los automóviles en plataformas rodantes de productos y servicios digitales para brindarnos nuevas experiencias.

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