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Los nuevos guardianes de la miel

El Gobierno encarga a investigadores valencianos el control de productos apícolas. El sector lucha contra la competencia desleal, aglutina 23.000 explotaciones y 62 millones de euros anuales de negocio

Marisol Juan, Isabel Escriche y Mario Visquert, investigadores de la Universitat Politècnica de València. GERMÁN CABALLERO

No es oro todo lo que reluce ni miel de rico panal la que se comercializa en tiendas y otros canales de venta. La directora del Laboratorio de Calidad de la Miel del Instituto Universitario de Ingeniería de Alimentos para el Desarrollo, Isabel Escriche, junto con su equipo de investigación de este centro puntero en España en el análisis de productos apícolas, vinculado a la Universitat Politècnica de València (UPV) y del que forman parte Marisol Juan y Mario Visquert, acaba de sellar un acuerdo con el Ministerio de Agricultura para caracterizar y definir el origen de lo que es miel monofloral (las más comunes son las de azahar, eucalipto y romero, en el caso de la Comunitat Valenciana) de la que no lo es. El origen floral resulta clave para determinar la calidad del goloso alimento. Sin embargo, la normativa comunitaria vigente tiene en el mercado doméstico un vacío legal y supone una seria dificultad a la hora de determinar analíticamente si un producto tiene realmente la trazabilidad que se declara, lo que dificulta la acción de control de las autoridades en materia de calidad . La competencia desleal acecha y gran parte de la miel vendida en España -China es el principal productor del mundo- no cuenta con una identificación clara y que indique sus características. «Los precios medios de las monoflorales envasadas o a granel son significativamente mayores que los de las multiflorales. Por tanto, garantizar el origen es una valor importante para los consumidores y un elemento para asegurar una competencia leal entre operadores», reconoce Isabel Escriche tras el reciente acuerdo entre el Gobierno de España y este centro de I+D valenciano. La mayor parte del alimento producido por las abejas es vendido directamente a los consumidores por apicultores, lo cual también guarda relación con el escaso grado de profesionalización y la falta de control en esta actividad económica en la mayoría de los Estados miembros de la Unión Europea.

El valor de la producción mielera española -undécimo en el ranking mundial del negocio y uno de los países con mayor grado de profesionalización en el sector (con un 22 % del total, frente al 5 % de media en la Unión Europea)- asciende a unos 62 millones de euros, lo que representa el 0,5 % de la producción final ganadera en el ámbito nacional y agrupa a algo más de 23.000 explotaciones. Por autonomías, las mayores productoras son Andalucía (21,4 %), Comunitat Valenciana (19,3 %), Extremadura (15,4 %) y Castilla y León (14 %), que aglutina prácticamente el 70 % de la producción nacional.

Motivo de preocupación entre los profesionales

Cuentan los investigadores de la UPV que su trabajo de laboratorio, cuyo convenio tiene cuatro años de duración aunque sin dotación económica, servirá para paliar y despejar preocupaciones de los apicultores, ya que la veracidad sobre el origen floral o vegetal de las mieles es motivo de preocupación también entre las organizaciones profesionales del sector en España. De hecho, tal como reconoce el Ministerio de Agricultura, mieles genuinamente monoflorales son rechazadas como tales por laboratorios europeos al contrastar los resultados analíticos obtenidos con una base de datos históricos. En ese sentido, la administración pública lamenta que las mieles españolas no estén bien representadas. Según Isabel Escriche, «estos convenios ayudarán a los apicultores y a poner en valor sus productos».

Los resultados que obtenga este departamento de la Universitat Politècnica de València también supondrán un importante avance científico y su publicación en revistas internacionales facilitará posibles convenios con el ámbito empresarial de la apicultura del Viejo Continente. Aunque la producción mielera es modesta en España en relación con otros alimentos esta científica destaca que esta actividad ancestral aporta valores medioambientales de gran importancia para mantener los ecosistemas, así como la biodiversidad a través de la polinización realizada por las abejas. Es clave para la agricultura.

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