Los ingenieros agrónomos de la Comunitat Valenciana están viviendo un momento dulce en su situación profesional por el tirón económico del sector agroalimentario y otros negocios vinculados con su profesión. «Pleno empleo. Esa es la situación en la que se encuentra este colectivo», asegura el decano del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Levante (Coial) y catedrático de Economía, Baldomero Segura. Durante el año 2017 tan solo un 3 % de estos técnicos cualificados del campo estaba buscándose la vida en un mercado laboral que reclama sobre todo especialistas en agronutrientes y fitosanitarios, seguridad alimentaria, dirección de producción, comercio exterior e ingenieros comerciales. Son los perfiles más solicitados. Cuenta Segura que lo que se lleva ahora es la llamada «agricultura de precisión o 4.0» y eso requiere la participación de auténticos profesionales que gestionen explotaciones cada vez con más tecnologías -el minifundismo es otra historia y está condenado a desaparecer si no opta por la concentración de parcelas y reestructuración de variedades de cultivos- así como su colaboración en procesos de transformación de las industrias agroalimentarias. Además, tras la recuperación comienza a repuntar la demanda de ingenieros proyectistas por el auge de la construcción de fábricas del sector, la puesta en marcha de planes de modernización en la cadena alimentaria e inversiones en I+D+i.

El máximo responsable de esta organización profesional -donde tan solo 41 de los 1.516 colegiados siguen en situación de desempleo- garantiza que incluso trabajadores con 50 años de edad o más, a diferencia de otras actividades, «son muy buscados, precisamente por su experiencia. Si además tienen un buen nivel de inglés resultan muy cotizados», explica Segura desde uno de los invernaderos de cultivos de la Universitat Politècnica de València. En su opinión, la Ley de Estructuras Agrarias, cuyo anteproyecto ha aprobado el Consell este año, contribuirá a mejorar la renta del sector tras incluir las redes de tierras, la creación de un mapa agronómico o la figura del agente dinamizador, entre otras novedades. Otra cosa es la modificación de la Ley de Ordenación del Territorio, pues piensa que no debe poner impedimentos a la ejecución de proyectos amparándose en normas urbanísticas que ahora atraviesan situaciones diferentes. ¿Entonces no hay crisis en el campo? Segura indica que «si los fondos de inversión, incluso de China, se interesan por los negocios agroalimentarios y no dejan de comprar explotaciones y fábricas es por algo. Esta actividad ha aguantado los peores envites de la crisis», puntualiza. Recomienda apostar por variedades citrícolas rentables y por cultivos emergentes como kiwis, aguacates y mangos. «Hay necesidad de diversificación», concluye el decano de los ingenieros agrónomos.