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Democracia en el campo

El nuevo ministro de Agricultura, Luis Planas, obvió hace poco en el Congreso tanto el asunto de la democracia en el campo que varios de los grupos no pudieron más que preguntar. Casi todos los que no representan al antiguo bipartidismo de los últimos 40 años quieren saber lo que pasa. El ministro se defendió y dijo lo que otros llevan diciendo la friolera de diez años: «Sí, sí, no le quiero quitar importancia al asunto, pero?». Pero el tiempo pasa y por mucho cambio político que haya, todo parece que queda congelado en Agricultura, tanto, que se podría hablar del Ministerio del Tiempo. Como somos una organización apartidista, no entenderíamos a estas alturas que el PSOE no quiera una regeneración democrática en este sector, cuando tanto hablan en sus programas electorales y en debates televisivos, a pesar de lo que ASAJA-CEOE o UPA-UGT y sus alianzas presionen para que no se mueva nada.

Entiendo que la regeneración democrática consiste en reunirse con los interlocutores que eligen los ciudadanos y no con los que más cómodos resulten al Gobierno. También en el campo. Eso no impide atender ningún otro asunto de importancia, más bien facilita consensuar las cosas de verdad y no a espaldas del sector, valiéndose -como hemos visto en el pasado- de representantes en muchos casos elegidos por los propios políticos que practican con facilidad y complacencia el «sí, buana».

No dudamos de que el ministro tenga su visión sobre la representatividad y de cómo se mide, nosotros también la tenemos y el problema es que en este país, con la excepción de 4 comunidades autónomas, se basa en certificados de políticos con un sistema del que se avergonzarían hasta los líderes del sindicalismo vertical de la dictadura.

Afrontar los grandes problemas que tiene el sector agrario: bajas rentas, malos precios, inputs caros, reformar la PAC o la Cadena Alimentaria no impide aclarar la representatividad agraria. No es complejo, no es caro. Solo hay que querer hacerlo. El problema de las resistencias a generalizar el proceso de elecciones (o de clarificación democrática) es que el resultado de esas elecciones en las que ya ha votado un tercio del electorado del país es que la parte del iceberg que ya asoma fuera del agua deja en muy mal lugar a algunas organizaciones y pone en segundo lugar a muy corta distancia de la primera a la organización que nos representa en el ámbito estatal (La Unión de Uniones).

Por otra parte, aquellas que se consideran más representativas, si tan seguras están de su fuerza en el sector, ¿por qué tanto miedo y tantas trabas y excusas a que los agricultores expresen su opinión de forma libre, directa y secreta? Anímese, señor ministro, y permita sin dilaciones ni excusas que se establezca también la democracia en el campo.

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