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La eclosión de las aceleradoras corporativas

Las grandes compañías han descubierto que es mucho más económico y eficaz aliarse con una desarrolladora de startups potente que comprar a la empresa emergente cuando ya ha lanzado su producto

En los últimos meses se han multiplicado las grandes compañías que han montado aceleradoras propias o se han aliado con desarrolladoras externas como Lanzadera o Innsomnia para no perder el tren de la transformación digital. Estas grandes corporaciones han descubierto que es mucho más rentable y práctico colaborar desde el inicio con las startups con inversiones desde 50.000 euros que comprar las soluciones a IBM, Sharp o KPMG por un millón de euros. Firmas como Global Omnium (antigua Aguas de Valencia), Airbus, Renfe, Bosch, Volkswagen, Bankia, Banco Sabadell o Sony se han lanzado abiertamente por estas alternativas. La plataforma valenciana Startupxplore contabiliza 140 aceleradoras, a las que se suman 99 incubadoras y 39 aceleradoras públicas. València es un referente con este tipo de aceleradoras de empresas emergentes con Lanzadera, Innsomnia y Plug & Play.

Un ejemplo claro de la transformación que está viviendo el ecosistema emprendedor es la aceleradora Plug & Play. La compañía, nacida en Silicon Valley, tiene su punta de lanza europea en València. La firma empezó en 2012 con el programa de aceleración horizontal que consistía en cuatro meses de formación para los miembros de la startup, una inversión de 50.000 euros y el lanzamiento de la compañía. La firma dio el año pasado un giro a sus programas y ahora apuesta por los programas verticales, que consisten en la aceleración por sectores y la innovación abierta. La compañía gestiona desde València catorce programas verticales europeos con 750 empresas emergentes. Paloma Mas, portavoz de la empresa, explicó que ahora ofrecen un modelo global. «Son programas dirigidos a grandes corporaciones que buscan innovación disruptiva y startups más maduras. Los equipos de trabajo están formados por más de diez personas y el objetivo es poder probar las soluciones que ofrecen. Cada aceleradora vertical tiene entre catorce o veinte corporaciones que creen en la filosofía de la innovación abierta. Es una evolución del sector, que empezó en Estados Unidos en 2013 y se asentó en 2015. Con los programas abiertos se busca que la innovación sea para todos».

Rafa Navarro, cofundador de Innsomnia, asegura que la gran ventaja que ofrecen las startups a las grandes compañías que necesitan digitalizarse es que pueden aportar soluciones rápidas (entre dos y cuatro meses) y baratas. «En Estados Unidos nos llevan dos o tres años de adelanto. La digitalización es un proceso que va a llegar a todos los sectores. Empezó con la fotografía, la música y la prensa, y ahora ha llegado a la banca. Los próximos sectores donde se va a producir la eclosión son la agricultura y la industria. Las empresas que se digitalizan aumentan entre un 20 y un 60 por ciento su productividad».

El director general de Lanzadera, Javier Jiménez, incide en que a medio plazo las empresas se habrán transformado o «no existirán». La aceleradora de Juan Roig, que ya es un referente internacional, ha impulsado el programa Corporate para ayudar a las grandes compañías. «Las grandes corporaciones nos proponen un reto y nosotros buscamos el talento para afrontarlo. Trabajamos con Sony, CBRE, Bosch y Volkswagen. Para Sony tenemos cuatro equipos de desarrollo de títulos de videojuegos y para Volkswagen vamos a innovar en servicios de movilidad».

Banco Sabadell es el ejemplo de una compañía que abarca todo el proceso. El banco, que desde hace cinco años tiene oficinas especializadas para startups, ha desarrollado un modelo de aceleración abierta (en el que las empresas emergentes no trabajan en exclusiva para la entidad y lo hacen por su cuenta) para incrementar el ritmo de innovación. Además, el banco invierte en las startups tanto en las fases iniciales como cuando están desarrolladas.

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