Hay personas que, por imposición genética, parecen condenadas a tomar un determinado camino. Luego está en manos de cada cuál hasta dónde se atreva a llegar. Así que apellidándose como se apellida y habiendo nacido donde lo hizo, Càndid Penalba (Albaida, 1963) tenía pocas más opciones que dedicarse al textil.
Desde hace cuatro generaciones, su estirpe está ligada a la fabricación de tejidos. El bisabuelo puso en marcha una firma que aún existe y que hizo fortuna produciendo un tipo de loneta muy utilizada por los fabricantes de colchones. De alguna manera, Penalba sigue vinculado al producto original, el descanso, pero adaptado a la tecnología, volúmenes y mercado del siglo XXI. La firma que fundó en 2002, Cotoblau, acumula fama tras producir millones de protectores de colchón y también colchas para la multinacional sueca Ikea. Prevé cerrar 2018 con unas ventas de en torno a 30 millones. Penalba reconoce que ha dicho no a la oferta apetitosa de un fondo de inversión, y que recibe consultas habitualmente de grupos interesados en comprar su empresa. Cosas del éxito.
Penalba, en realidad, ha hecho algo más que seguir la tradición familiar heredada. Tras licenciarse en Económicas y Empresariales en la UV, se estrenó en el mercado laboral en las oficinas de Banco Santander y como delegado de la multinacional americana NCR Corporation (fabricante de cajeros automáticos y sistemas informáticos). Lo dejó para cumplir una de sus aspiraciones: una estancia de dos años en EE UU para cursar un MBA. Cayó en el Texas del gobernador G. W. Bush.
«La etapa en Estados Unidos me dio una visión liberal de la economía», reconoce Penalba. «Vi la facilidad de hacer negocio, de crear tu propia empresa si eres emprendedor, la mayor agilidad de la administración... Son las grandes empresas privadas las que hacen grande el país», asegura.
Las cosas le van bien a Penalba, que tiene que inventarse horas del día. A punto de ser padre por tercera vez, el empresario se acaba de embarcar en el ámbito patronal. Desde hace unos meses preside la asociación de empresarios del textil de la C. Valenciana (Ateval), un clúster concentrado en las comarcas de Vall d'Albaida, Comtat y l'Alcoià. Es más, desde la pasada semana también lidera el Consejo Intertextil Español, un auténtico hito que se produce por primera vez en 40 años. Tradicionalmente, ha sido la mayoritaria organización territorial catalana la que controlaba la entidad española.
Penalba está poniendo de nuevo en el mapa un sector tradicional que tomaba hace un par de décadas el camino hacia la irrelevancia. La competencia china, primero, y la Gran Recesión, después, arrasaron un sector que sale de la crisis con una fisionomía diferente: empresas más pequeñas, más especializadas y versátiles que han sido capaces de aliarse con las grandes firmas del sector como Inditex, Mango o la propia Ikea. Su toma de posesión como presidente de Ateval, hace unos meses, fue de hecho una demostración de fuerza del textil que vuelve a disfrutar del respaldo de la administración. Allí estuvieron los consellers de Economía, Rafa Climent, y el de Hacienda, Vicent Soler. Penalba reconoce la ilusión por tener allí a este último, de quien fue pupilo en el periplo universitario. «Me gustaba mucho, es una persona culta y formada», valora.
En paralelo a esto, Penalba afronta nuevas aventuras empresariales, como Kamasana, una firma que fabrica colchones y con la que tiene tiendas propias en China (Guangzhou) y Rusia (Moscú y San Petersburgo).
Con la quinta generación ya enrolada en la empresa familiar (su hijo mayor trabaja en Cotoblau), Penalba también ha encontrado tiempo para entrar en política. Es uno de los principales apoyos de Demòcrates Valencians, formación de la que es vicepresidente aunque descarta presentarse a las elecciones. Penalba insiste en que es necesaria la influencia política de una formación estrictamente valenciana para mejorar la economía valenciana.
