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A ras de rambla

La Comunitat Valenciana tiene 5.000 viviendas en zonas de máximo riesgo de inundación al estar construidas en terrenos ganados a barrancos y desembocaduras de ríos.

La historia de la fundación de Burriana resume el problema de la Comunitat Valenciana con las inundaciones. Los romanos fundaron la ciudad junto al río Anna en el único promontorio que había en una zona que es completamente llana. Los romanos utilizaron el mismo esquema en todas los pueblos de la Comunitat Valenciana donde se asentaron y los árabes copiaron su idea. Durante siglos, Burriana esquivó las crecidas del río. Sin embargo, en la etapa del urbanismo descontrolado de los años setenta y ochenta se construyeron torres a pie de puerto que cuando llegan las lluvias torrenciales actúan como diques. En la riada del 29 de septiembre de 2009, el agua alcanzó 1,80 metros antes de llegar al mar.

Arquitectos e investigadores coinciden en que hoy llegar al riesgo cero es imposible, pero insisten en que es esencial la prevención. En esta línea la Generalitat aprobó hace quince años el Plan de Acción Territorial de carácter sectorial del Riesgo de Inundación en la C. Valenciana (Patricova) y desde entonces ha frenado la mitad de los PAI y proyectos urbanísticos (que ocupaban una extensión de un millón de metros cuadrados). Aun así, Ecologistas en Acción calcula que hay 5.000 viviendas en situación de riesgo al estar construidas junto a barrancos o lechos de los ríos. El colectivo reclama que se aplique el artículo 28 de la ley del Plan Hidrológico Nacional, que exige «la eliminación de las construcciones situadas en el dominio público hidráulico».

Enrique Luque, portavoz de Ecologistas en Acción, advierte de que el problema es que los municipios de la costa han crecido ganando terreno a los barrancos. «Son viviendas que lindan con las desembocaduras de los ríos y ramblas. En Peñíscola se ha construido en la desembocadura del barranco de Moles, que ya no existe; en Benicarló se han levantado veinte chalés pegados a la rambla de Alcalá, que es de categoría 1; y en Vinarós hay viviendas junto a los barrancos de Tirador, Saldonar y Barbiguera. Son espacios ganados recortando terreno a las desembocaduras. Es un riesgo brutal. Todo comenzó con los pelotazos urbanísticos de los años setenta», lamenta Luque. La situación es similar en toda la Comunitat Valenciana. El problema de fondo, como se ha visto esta semana en Benicarló o Burriana, radica en que la costa es la zona de evacuación natural del agua y cuando cae una tromba las ramblas recuperan su curso.

La Comunitat Valenciana tiene una treintena de municipios clasificados en el Patricova como de «elevada peligrosidad de inundación». El director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universitat Politècnica de València (ETSA-UPV), Iván Cabrero, asegura que paradójicamente los cascos históricos de estas poblaciones son mucho más seguros que las afueras. «No es algo casual. Los romanos fueron muy inteligentes cuando eligieron la localización de sus asentamientos. Yo soy de Burriana, que es un ejemplo claro. Está en una zona muy llana (en medio de la comarca de la Plana Baja), pero los romanos la situaron sobre un promontorio. El centro queda a salvo cuando llueve. Sin embargo, hay problemas en la zona del puerto por los edificios que se construyeron y que frenan el agua», señala.

Cabrero apunta que en las zonas inundables debían construirse viviendas con un mínimo de dos plantas. «Venecia tiene muchos problemas de agua y sus vecinos están acostumbrados a hacer la vida a pie de calle en las primeras plantas, pero en cuanto hay una crecida suben al segundo piso», destacó.

Los expertos coinciden en que el riesgo en la Comunitat Valenciana «es significativo, aunque no mayor que en otros países desarrollados» como «se ha visto en Francia». Félix Francés, investigador del Instituto Universitario de Investigación de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente (IIAMA) y catedrático de la Politècnica, asegura que «afortunadamente la Comunitat Valenciana fue pionera en la detección de las zonas con mayor riesgo de inundación». El punto de inflexión fue la aprobación del Patricova en 2003, que es una herramienta que utiliza la Generalitat para controlar todos los desarrollos urbanísticos y decidir si les da luz verde. El Patricova, según precisó un portavoz de la Conselleria de Vivienda, impide con carácter general las reclasificaciones de suelo en zonas inundables. «De esta forma y desde 2003, mediante informes negativos a sectores urbanísticos o a la implantación de usos en zonas inundables, se ha evitado la urbanización de más de 10.000 hectáreas de suelo inundable. Aproximadamente, el 50 % de los informes son desfavorables», subraya la conselleria. El Patricova delega en los municipios la responsabilidad de las medidas a adoptar en el caso de las viviendas que ya están construidas en zonas inundables. Francés advierte de que a pesar de las medidas adoptadas por la Administración «en el futuro va a haber más inundaciones porque no hay riesgo cero», aunque es esencial «la planificación territorial (que se está haciendo) para no situar los elementos más valiosos y más vulnerables en las zonas de mayor peligrosidad».

Canalización de ríos y barrancos

Los arquitectos admiten que las casas no se preparan para aguantar una inundación, pero inciden en que «lo importante es cumplir el planeamiento». El arquitecto y profesor de la Politècnica José Ferrando señala que las viviendas de la Comunitat Valenciana son resistentes a una «inundación normal. Salvo que una vivienda tenga más de cien años, es difícil que se derrumbe. El problema es cuando está en una zona inundable porque lo normal es que se inunde». El presidente del Colegio Territorial de Arquitectos de València, Mariano Bolant, afirma que desde el punto de vista de la construcción de las casas «se puede hacer relativamente poco. Las viviendas se preparan para aguantar situaciones normales». Bolant insiste en que donde deben actuar los ayuntamientos es en las zonas donde se ha construido cerca de ríos o barrancos. «Deben establecer muros, diques y taludes que desplacen el agua por un canal controlado. Es como lo que se hizo en València tras la riada de 1957 (que dejó 81 muertos). La Administración hizo un cauce nuevo, que solucionó el problema de las inundaciones en València».

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